
Este año se cumplen 50 años desde que Sean Connery encarnó a James Bond. Desde entonces, se han hecho alrededor de 23 filmes incluyendo Skyfall, la última puesta en escena del místico mujeriego y espía británico dirigida por Sam Mendes.
Hacer está crítica se me hace sumamente difícil sin poder revelar detalles de la historia ya que cada suceso en la misma lleva a otra. Así que me enclaustro a hablar de ella desde el punto de vista de un fan de la serie y como un crítico de los aspectos técnicos de la misma.
Primero comienzo con mi impresión. A pesar de la buena acogida de los críticos yo difiero totalmente en decir que esta ha sido una de las mejores películas de Bond desde que Daniel Craig tomó el papel protagónico del espía. Sin embargo, hay que poner en perspectiva dos cosas: primero, aunque me crié con el Agente 007 clásico, represento una generación completamente diferente en donde una película de acción suele ser igual a persecuciones en carro, exceso de explosiones, mujeres excesivamente hermosas y héroes que se ensucian. Así que cuando Casino Royale dijo presente en los cines puertorriqueño durante el 2006 fui uno de los que me asombré al ver a la figura de James Bond completamente reinventada pero que seguía bebiendo su Martini “Shaken, not stirred”.
En segundo lugar, James Bond de Daniel Craig representa la reinvención de la franquicia y del personajes que muy bien había sido el mismo desde Sean Connery hasta Pierce Brosnan. Si bien recuerdan el James Bond de Craig acababa de ser ascendido a 007 durante Casino Royale (2006). Además, las últimas dos películas de James Bond siguen de cerca la vida del Agente 007 de Craig utilizando una misma línea cronológica versus las otras veinte películas en las que cada una eran semi-independiente de la otra. Es decir, cada un ode estos filmes, era una misión distinta. A esta micro recapitulación hay que añadir el hecho de que el enemigo ya no es la Unión Soviética ni un plan maquiavélico producto de la Guerra fría. En cambio, el enemigo de Inglaterra son los terroristas. Y con esto en mente, los escritores Neal Purvis y Robert Wade hacen que James Bond regrese a defender el Reino Inglés en su propio patio.
Es aquí que tengo mis diferencias con la película, que aunque muy bien hecha, me dejó con ganas de ver a ese James Bond que rompió los estándares puestos por sus predecesores. Un James Bond que se ensucia, que sufre, se lesiona y a quién se le nota y mantiene luto por la pérdida de un ser querido o de una Bond Girl. Y aunque muchos puritanos de la serie criticaron esto, al principio de la nueva serie de películas, Mendes fue astuto al hacer de Skyfall la clave para atraer a todos esos fans desilusionados con los primeros dos filmes del Bond interpretado por Craig.
Y es que el director nos presenta a un Bond cansado y viejo pero que regresa del “retiro” para defender a Inglaterra. Esta vez contra un enemigo doméstico cuya única intención es vengarse del MI6. Ahí llega Javier Bardem a la pantalla grande como Silva, un antiguo agente británico de ascendencia latina cuyo objetivo es matar a M (Judy Dench) tras una antigua y supuesta traición por parte de la agencia de espionaje británica.
Pero lo interesante de Silva, más allá de ser un enemigo doméstico, es que éste muy bien podría ser un nuevo villano homosexual lo que contrarresta y rompe contra el mito del villano clásico de Bond quién estaba rodeado de bellas mujeres y se adscribía a los estereotipos de que se consider varonil.
Esto, en mi opinión, le da un nuevo giro a la franquicia y prepara al espectador para los cambios que eventualmente surgen en la película y que posiblemente se concreticen para las próximas series de la saga. Como el rumor de que Idris Elba, un actor negro, protagonice al místico súper espía.
Por otro lado, uno de los aciertos en Skyfall, es su introducción, ya que retoma la formula del los visuales intercalados acompañados, a su vez, por la voz de una cantante femenina al estilo de los años treinta o los cuarenta. En esta entrega, la cantante británica Adele, muestra un soul de letra bastante profunda a diferencia de las últimas puesta en escenas de esta serie en las que se priorizó canciones al estilo pop.
En relación a la trama de la película, mucho más allá de concentrarse en presentar un filme de acción, se enfoca en crear un drama de tensión que evita que el espectador se pierda o se desconecte de la historia.
En especial, ya que el filme sirve como una transición que da paso a que la serie se rejuvenezca con el fin de apelar a un público más joven sin dejar en el olvido a sus seguidores más cercanos.
No obstante, desde mi punto de vista, este particular me desilusionó, pues siento que todos los cambios que esta película trae consigo fueron muy abruptos.
Entre ellos, la desaparición de varios personajes de manera melodramática, entre otros que si comente se entorpece la sorpresa.
Otro fallo, a mi entender, que surge como resultado de estos cambios abruptos, es que la película cobra vida mayormente en el sobrio Reino Unido versus los lugares exóticos que se habían proyectado en los filmes anteriores. De igual forma, James Bond vuelve a ser el clásico espía que no se ensucia y que no es detenido por nada sin perder la esencia novedosa del Bond que muy bien Craig había creado en sus últimos dos entregas.
Sea como sea es indispensable recalcar que Skyfall es un filme completamente novedoso, comparado con otras películas de James Bond. De maneras, que el director presenta que aún hay Bond para largo.
Y aunque muchos, como yo, estemos escépticos a los cambios trascendentales del filme, vale recalcar que Skyfall es una buena muestra cinematográfica del género del espionaje y sin duda para muchos será el mejor filme de la serie de Bond desde que Daniel Craig se puso al mando del papel.