
Reconozco que me encuentro en un lugar privilegiado para hablar de estos libros. Yo, como todos los de mi clase, recibí el primer libro de Harry Potter con la misma edad que la que tenía Harry cuando recibió la noticia de sus poderes especiales, y crecí simultáneamente junto al chico de la cicatriz, salvo aquel par de años con los últimos libros que J.K. Rowling quiso hacernos esperar.
Él es el mago más conocido de la juventud actual y el pasado 26 de junio se cumplieron 20 años del estreno de publicación británica de Harry Potter y la piedra filosofal. Me parece importante celebrar todo lo que nuestra generación aprendió gracias a estos libros. Allá vamos:
1. La ilusión de que la magia existe
Primero, Rowling nos dio a los niños de mi generación (y a todos los que hayan empezado a leer los libros a corta edad) un inmenso regalo: la esperanza de que este mundo, que ya se empezaba a adivinar aburrido, solo fuera una farsa hasta que se nos abrieran las puertas de la realidad mágica. Hasta los 14 albergué auténticas esperanzas de que una lechuza rezagada entrase por la ventana de mi cuarto para darme la carta de alistamiento en Hogwarts y creo que muy pocas generaciones han vivido con esa bruma de misterio colectivo los últimos años de su infancia, el paso justo hasta antes de la conciencia y la responsabilidad adulta.
2. Crecer con tus personajes favoritos
Y ese es el segundo paso: los libros avanzan tanto en lenguaje como en temas casi de manera sincrónica con el desarrollo de un adolescente. Por aquel entonces no teníamos ni idea, pero estábamos haciendo una transición directa entre la literatura infantil y algo llamado young adult, subgénero cuyo boom comercial en años posteriores no se explica bien sin el éxito de esta saga.
3. En realidad son unos libros oscurísimos
La muerte está presente desde el primer párrafo. Harry es huérfano, no hay nada que desease más que estar con sus padres, tal y como le refleja el espejo de Oesed, y la cicatriz de Harry es en realidad una metáfora sobre el dolor de la muerte de los seres queridos y un talismán para superar las tinieblas estando solo. El amor nos acompaña siempre y nos lo explicó Lilly Potter, no Jesús.
4. Empieza a aceptar tu mortalidad (a los 11 años)
Esto se ve también porque los recuerdos de muerte de los años dorados del reinado de Voldemort han dejado muchas heridas entre los adultos del mundo mágico. Hay literalmente fantasmas pululando por ahí, criaturas capaces de convertirte en un zombie sin sentimientos, y decenas de personas, jóvenes y adultas que van muriendo. Finalmente, mientras el villano hace todo lo posible por convertirse en inmortal, lo que salva a los héroes en sus últimas batallas es aprender a convivir y aceptar la muerte como algo más de la vida.
5. Este mundo está totalmente abierto a la tolerancia y al respeto de la diversidad
Para empezar, Harry debe imbuirse en un nuevo mundo de códigos y de razas, que tienen sus propias reglas sociales. Todas las criaturas, por extrañas o patéticas que te parezcan, merecen un respeto, y si no lo tenían (caso de los elfos domésticos) dentro de su contexto, el choque de costumbres hace que a las personas de buen corazón (como los outsiders que son Hermione o Harry) les parezca un trato vejatorio que debe corregirse.
6. No solo se trata bien a la criaturas, sino también a las personas
Durante siete tomos se realizaba un paralelismo entre muggles (seres humanos), nacidos de muggles y squibs y la persecución a la que los mortífagos les sometieron tal y como hicieron los nazis con los judíos o los homosexuales, entre otros. Las clases sociales, como podríamos esperar en la literatura británica, también están presentes, pero por mucho que algunos desprecien a los Weasleys ellos siguen siendo la familia más carismática y cariñosa a este lado del telón mágico.
7. Hay mil y un concepto “harrypottienses” que han pasado a la cultura popular
Vamos con lo bueno bueno de verdad. Todos necesitamos un giratiempos de vez en cuando, fantaseamos con colarnos en algunas habitaciones con capas de invisibilidad, hay objetos que inevitablemente son horrocruxes, todos sabemos (y le perdonamos) a Death Note que le robase el concepto al diario de Tom Ryddle. Que levante la mano el que no haya tenido días de tener que volcarlo todo en un pensadero y el que no haya imaginado escribir sobre alguien a quien odiamos simulando la pluma de Rita Skeeter es que no tiene sangre en las venas.
8. Aprendimos mucho de mitología antigua
Rowling rescató, remezcló y actualizó a gigantes amables, gnomos banqueros, dragones y fénix, serpientes que te dejan de piedra, arañas gigantes y malvadas, hipocampos directos desde Grecia, gentes del agua que no son solo sirenas, esfinges, trolls…
9. Rowling nos abrió los ojos del mundo del spoiler
Experiencia colectiva real: tener pánico de hablar con algunas personas sin que no te contasen lo que había pasado en ese pedazo de final del sexto libro.
10. Reconocimos el poder oculto de las palabras gracias a Rowling
Y no me refiero a la riqueza léxica o cosas así, sino al mismísimo poder de las nomenclaturas. Si algo no puede ser nombrado se convierte en la sombra que atraviesa toda nuestra realidad, el agujero negro que absorbe todo aquello de lo que no se habla. Lo que se calla es lo que nos somete, y la única solución es echarle valor y decir las cosas por su nombre. Como dijo Dumbledore: “las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra fuente más inagotable de magia”.
11. Y de repente saber lenguas muertas valía para algo
En serio, ¿cuántos niños empezarían a amar el latín desentrañando las raíces de los hechizos de estos libros? Apuesta y ganarás a que más de uno y más de 100 niños en todo el mundo se metieron a estudiar lenguas clásicas para decir cosas más cool, como accio, impedimenta o expecto patronum.
12. También nos hizo entender a nuestros enemigos
Y no me refiero a-ese-enemigo-que-luego-resulta-no-serlo, sino a esos iguales que te hacen la vida imposible porque simplemente son mediocres y a los que, llegado el momento, puedes ver con ojos comprensivos.
13. Rowling puso a cientos de miles de niños y niñas a practicar el control mental
¿Alguna vez has intentado controlar lo que piensas antes de dormir? Muchos lo intentamos sincronizándonos con el reto de Harry para el quinto libro para descubrir que es imposible. No pienses en un elefante rosa, no pienses en absolutamente nada. Piensa en blanco. Pero el blanco es un color. ¿Qué color es ningún color? ¿Ves? Ya estás pensando otra vez.
14. Y también a convertirse en guerreros de lo emocional
¿Y tendrías la fuerza de voluntad y pureza de corazón para confeccionar un patronus en los momentos de mayor tensión? Casi como si fuese un dictado para que nosotros mismos aprendiéramos a templarnos en las situaciones críticas, Rowling nos puso deberes, es decir, como estos jóvenes soldados del Ejército de Dumbledore, tú también tendrás retos diarios a los que enfrentarte con ánimo y cabeza fría.
15. Somos mucho más que el valor que nos asignan en las escuelas (y empresas)
Otro mensaje muy contracorriente para una novela juvenil es que tampoco hay que tomarse demasiado en serio las notas académicas. En fin, la casa de Griffindor ganaba cada año por los evidentes favoritismos de Dumbledore hacia sus ojitos derechos y si Harry podía excusarse de memorizar las páginas del Diccionario de Runas por estar inmerso en una lucha contra las fuerzas del mal y se pasó siete años sin abrir prácticamente un libro, todos podemos hacerlo. Lo que importa son las circunstancias y si un alumno tiene, por ejemplo, que compaginar trabajo con estudio, es natural que saque peores notas, eso no le hace menos inteligente o válido.
16. La literatura fantástica volvía a gustar
Normalmente, no nos acordamos de esto, pero antes de Harry Potter los editores recelaban del apoyo a la literatura fantástica. Estaban los Libros de la Dragonlance y poquito más, productos casi marginales para un nicho muy raro (el boom de El Señor de los Anillos también estaba llegando en ese justo momento).
17. ¡Un referente literario propio!
Porque el fenómeno masivo de Harry Potter no solo supuso la creación de un cuento fabuloso contemporáneo (es decir, los niños leían esto, no Stevenson o Roald Dahl), sino también el auge de este tipo de literatura que ahora puedes encontrarte en medios tanto de prestigio como independientes. Información, no opinión: entre 1996 y 2006 el grosor de los libros leídos por jóvenes de 8 a 12 años aumentaron en un 37% de páginas.
18. Y porque te está dando ganar de volverlo a leerlos.. (y eso está bien)
Y por último: son libros que podrías volver a leer de adulto. Es decir, ahora mismo, de sus 4,100 páginas de aventuras, relaciones intensas, traiciones, afiliaciones y centenares de sorpresas mágicas. ¿No te han entrado ganas irrefrenables de volver a cruzar el andén nueves y tres cuartos? Los libros de Harry te esperan.
Este contenido fue publicado originalmente en el blog Papel en Blanco.