ELA, o la muerte de lo inexistente
1. Cuando llegó el coche fúnebre, no había ataúd, ni cuerpo, ni muerto. Es imposible que muera lo que nunca existió y sin embargo allí estábamos, presenciando la muerte de lo que no fue ni Estado, ni libre, ni asociado, ni nada. No hubo lágrimas. No había necesidad de llorar lo que nunca nos abrazó…