La alegría del Team Rubio , la excarcelación de Oscar López Rivera, la huelga de la Universidad de Puerto Rico, el Paro Nacional del Primero de Mayo y, por último, el huracán María que azotó sin piedad al País el 20 de septiembre fueron los eventos que dejaron huella en el 2017.
Aquí, al son de la Navidad, te presentamos un resumen de estos sucesos donde afloraron emociones diversas que permanecerán en la memoria de todos los boricuas.
I. Júbilo
“Vive tu vida contento y así vivirás muy bien,
que si te apuras te mueres y si no te apuras también”
– Vive tu vida contento
El deporte une a los pueblos. Eso quedó demostrado el 10 de marzo cuando el Equipo Nacional debutó en el Clásico Mundial de Béisbol. ¡Todos fuimos rubios!
A pesar de la crisis económica que ahogaba las finanzas gubernamentales y una deuda pública que no ha sido auditada, los boricuas reían, aplaudían y gozaban cada vez que uno de los nuestros aparecía en la pantalla.
Quisieron marcar la diferencia y llegaron al Clásico con las cabelleras rubias. La admiración de los boricuas fue tal que la moda del Team Rubio, como se le apodó a la escuadra, se esparció por todo el País. Desde el Molusco hasta el gobernador Ricardo Rosselló, se tiñeron sus cabelleras en apoyo a la novena nacional.
#LosNuestros demostraron su calibre en el parque y llegaron invictos a la ronda final, luego de enfrentarse a las poderosas novenas de México, Venezuela, República Dominicana y Holanda. Pero, aunque la escuadra nacional fue derrotada por el equipo de Estados Unidos en el último partido del clásico, esto no fue obstáculo para que el equipo puertorriqueño fuera recibido por todo lo alto en la Isla.
Fue un subcampeonato que supo a oro. A pesar de caer ante la metrópolis, Puerto Rico celebró y le agradeció a #LosNuestros los momentos alegres que les concedieron.
El equipo fue sensación hasta en los buscadores de Google. El 23 de marzo, llegaron #LosNuestros al País. La zona metropolitana quedó paralizada por cuatro horas. A pesar de que no haber ganado el partido final, fueron recibidos con una gran fiesta digna de campeones.
II. Lucha
“Este es el asalto, este es el asalto de la Navidad”
– El Asalto
El 28 de marzo comenzó una paralización de labores académicas y administrativas en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR). A ellos, se le unieron las unidades de Bayamón, Ponce, Utuado, Humacao, Cayey y Arecibo en una Asamblea Nacional celebrada el 5 de abril. Ese día el Recinto Universitario de Mayagüez y la UPR en Carolina no contaban con el quórum para tomar la decisión. Ambas unidades realizaron sus respectivas asambleas y se unieron a la lucha estudiantil.
Cada unidad luchó a su ritmo, a su forma, a su estilo, pero la misión era la misma: salvaguardar el sistema universitario público del País de un recorte presupuestario que comenzó con la recomendación de $300 millones menos y que ascendió a $512 millones para el 2026. Aunque la Junta de Control Fiscal hizo la recomendación del recorte, el presidente del ente federal, José Carrión III, aseguró en varias ocasiones que la responsabilidad del recorte le correspondía al gobierno de Ricardo Rosselló. A pesar de las reuniones que el estudiantado tuvo en La Fortaleza y con el septeto impuesto por el Congreso: los recortes se mantienen.
El 25 de abril fue uno de los puntos más tensos. El presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, visitó la Fundación Sila María Calderon a unas calles del Recinto de Río Piedras de la UPR donde los estudiantes llevaban casi un mes de manifestación. Se movilizó el estudiantado hasta el lugar. También lo hizo la fuerza de choque. Por más de 50 minutos, los manifestantes y los agentes se enfrentaron en las calles de Río Piedras entre macanazos y piedras.
El 27 de abril, una veintena de estudiantes irrumpió en la reunión de la Junta de Gobierno de UPR para expresar su rechazo al plan fiscal del sistema universitario y solicitar una reunión con el Comité Negociador. Aunque los estudiantes lograron que la presidenta interina de la institución, Nivia Fernández, firmara una serie de acuerdos, el acto desencadenó un proceso criminal contra once manifestantes.
Fueron 72 días de huelga, al menos en el Recinto de Río Piedras. Arrestos, renuncias, pepper spray, macanazos, recortes, más recortes, proyectos de ley, tribunales, promesas inconclusas y una UPR acéfala por varias semanas fueron algunas de las situaciones que marcaron este conflicto.
La presidenta interina de la institución académica renunció a su puesto luego de incumplir una orden del Tribunal de San Juan que dictaba abrir los portones del Recinto de Río Piedras. Se exponía a ser apresada. La rectora del campus, Carmen Rivera, también dejó su silla.
Junto a ellas, renunciaron también tres miembros de la Junta de Gobierno de la UPR. El presidente, Carlos Pérez Díaz; el vicepresidente, Carlos del Río; y Frank Catalá Morales dimitieron y dejaron al ente rector sin quórum para operar.
El 7 de junio culminó la “Gran Huelga 2017” cuando la última unidad del sistema –la UPR en Humacao– decidió abrir sus portones.
La batalla la libraron. ¿Los resultados? Dependen del color del cristal con que se mire.
III. Gritar
“Yo soy como el coquí, que me amanezco cantando
Yo soy como el coquí, que en la noche va alegrando
Yo soy como el coquí, en Borinquen he vivido
Yo soy como el coquí, que soy nativo de aquí”
– Coquí
El Primero de Mayo no fue un día normal en Puerto Rico. Desde tempranas horas de la mañana, miles de puertorriqueños salieron a la calle a expresar su repudio, su hastío, su frustración, ante los gobiernos –pasados y presente– .
En días comunes los boricuas no detienen su cotidianidad para marchar hacia la Milla de Oro. Para algunos, no había prisa por llegar al trabajo. En San Juan, muchos puertorriqueños se fundían en abrazos solidarios al saludarse. Otros, se sonreían con complicidad.
En tiempos de incertidumbre, en momentos que el País caminaba a paso lento, como silente, a la espera de que otro tomara las decisiones contundentes, algunos ciudadanos detenían el aeropuerto Luis Muñoz Marín y otros paralizaban el tránsito del expreso Luis A Ferré y la avenida Jesús T. Piñero.
A la protesta, convocada por la clase obrera y estudiantil, llegó todo tipo de personas: niños, jóvenes, adultos y ancianos; trabajadores y desempleados; cristianos, musulmanes y ateos; padres, madres, abuelos, estudiantes y profesores; síndicos, activistas y una marea feminista.
Gritaron: “¡Basta!”. igual que lo hicieron unos 350,000 obreros en la huelga de la fábrica de Chicago en 1886 para exigir una jornada laboral de ocho horas; o como lo hicieron los campesinos obreros rusos en 1905 pidiendo mejores condiciones laborales; o como las realizadas en Brasil durante la década de 1970 para exigir un salario justo; o como lo hicieron los polacos en 1980, cuando lograron que el gobierno comunista le otorgara el derecho a la libre asociación y a la huelga.
El Paro Nacional fue la catarsis de pequeñas luchas dispersas que se han dado por décadas en el país. En 2017, Puerto Rico gritó por una auditoría ciudadana de la deuda pública; por los aumentos en el agua y la luz; por una educación pública y accesible; por una vida digna para los jubilados; por un sistema de salud justo para todos; y en repudio a un ente federal impuesto por el Congreso de Estados Unidos .
A eso de las 12:30 de la tarde, la fuerza de choque se movió frente al edificio de UBS violando los acuerdos establecidos con los comités de seguridad de los movimientos sindicales. La Policía alegaba que los manifestantes habían tirado piedras, pero, de primera instancia, no arrestaron a nadie.
– “Están provocando. La Policía está provocando. No se dejen provocar”, clamaban desde la tarima principal.
Pero el llamado fue en vano. Gases lacrimógenos lanzados por la Policía caldearon los ánimos. La Uniformada se retiró del lugar dando paso a que un grupo de manifestantes comenzara a vandalizar, luego de que culminaran los actos oficiales. Una confrontación violenta sacudió el lugar.
Algo raro sucedió. Nadie brindó una explicación coherente de cómo cientos de policías no pudieron contener los actos de vandalismo que allí se suscitaron. Posteriormente, Rosselló exclamó, como si hubiera predicho el futuro: Yo les dije que esto iba a pasar.
IV. Libertad
“Borinquén hermosa, isla de los mares
por eso en la plena traigo mis cantares.
Y vengo cantando con mucha alegría
yo le traigo flores a la patria mía”
– Una noche se oyó en Borinquén
Muchos puertorriqueños esperaban la fecha. Los de mayor edad llevaban más de 30 años aguardándola. El resto que seguía el suceso, nació con la esperanza de que el día llegaría más pronto de lo esperado.
El 17 de mayo Oscar López Rivera fue puesto en libertad luego de poco más de 35 años en el sistema penitenciario federal, 12 de ellos en confinamiento solitario.
Su primera aparición tras la liberación fue en la playa El Escambrón, delante del océano Atlántico, el mismo paisaje que tanto añoró durante sus años en prisión. Las olas agitaban con fuerza, como si saludaran a un viejo amigo.
“Durante los años que pasé preso, siempre viví esperanzado que algún día regresaría a mi amada patria. Hoy es ese día”, fueron las primeras palabras del exprisionero político.
López Rivera fue condenado a 70 años de prisión, principalmente, por conspiración sediciosa contra el gobierno de Estados Unidos.
Si bien algunos boricuas lo consideran a como un “héroe nacional”, lo cierto es que otra gran parte de los puertorriqueños lo tilda de “terrorista” por haber sido miembro de la Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), grupo militante a favor de la independencia de Puerto Rico.
Y es que muchos piensan que López Rivera estuvo ligado al atentado del Fraunces Tavern donde murieron Alejandro Berger, Frank Connor, James Gezork y Harold H. Sherburne, pero ninguna autoridad estadounidense pudo evidenciarlo.
“Acusarme a mí de ser terrorista es un fallo. Yo fui sentenciado por una conspiración sediciosa. Después de tantos años de ser investigado ningún agente del FBI, ningún agente policíaco, pudo decir que Oscar López tiene sangre en sus manos. Yo no tengo sangre en mis manos y por eso yo no puedo ser terrorista”, aseguró en su primer mensaje.
En enero de 2017, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, conmutó su sentencia y le dio un plazo de 120 días en estrictas restricciones de confinamiento domiciliario.
A las tres de la tarde del día de su liberación, Río Piedras fue el escenario para una fiesta de pueblo en celebración de la excarcelación. En la Plaza de la Convalecencia centenares de ciudadanos se dieron cita para ver al expresionero político oriundo de San Sebastián.
A pesar de los años privados de libertad por sus ideales políticos en torno al estatus colonial de Puerto Rico, Oscar mantiene incólume sus posturas.
“Necesitamos hoy más que nunca antes, llegar a un momento de despertar, despertar amor, despertar la patria, despertar para descolonizar nuestras mentes, descolonizar la patria”, pronunció en tarima.
V. Renacer
“Temporal, temporal, allá viene el temporal
¿Qué será de mi Borinquen cuando llegue el temporal?”
– Temporal
El 20 de septiembre quedará en la memoria de todos aquellos que vivieron más de ocho horas de espanto, de consternación, escuchando el horroroso silbido del viento o aguantando las puertas y las ventanas en un intento de supervivencia. Ese fue el día en que el huracán María azotó sin misericordia al País con vientos sostenidos de 155 millas por hora.
A eso de las seis de la mañana tocó el suelo borincano, en Yabucoa, aunque sus efectos ya se venían sintiendo horas antes. Era un monstruo categoría cuatro en la escala Saffir-Simpson. Con ráfagas de 200 millas por hora y cuarenta pulgadas de lluvia, atravesó el archipiélago.
Arrancó árboles milenarios y los redujo a escombros. Desmembró casas. Cercenó postes eléctricos y antenas de transmisión. Ahogó barrios enteros. Sumergió zonas que no eran inundables. Detonó vidrios. Movió las aguas a su antojo, las sacó de cauce, elevó el nivel del mar, socavó la arena. No quedó área en Puerto Rico donde María no posara sus garras.
El 100% del país quedó a oscuras, pero era difícil saberlo porque las telecomunicaciones habían colapsado. Los celulares no funcionaban, ni la televisión, la Internet tampoco. Sobre el 60% de los puertorriqueños quedó sin el servicio de agua potable. La gasolina escaseaba. Los alimentos no llegaban a las góndolas del supermercado.
Dejó 64 muertos y cientos de difuntos que no cuentan para las cifras oficiales. Es el segundo huracán más mortífero de la historia boricua. Los daños se estiman en $100 mil millones que se suman a una economía en recesión desde hace una década y una deuda pública que sobrepasa los $70 mil millones.
María vapuleó a Puerto Rico. Sin dudar. Catorce días antes el huracán Irma –categoría 5– había rozado también el archipiélago. La isla, ya amainada, quedó en ruinas. Cuando pasó el temporal y los puertorriqueños salieron de sus guaridas, se encontraron con un país distinto.
La naturaleza había cambiado. Había desaparecido el verdor de los árboles. Todas las cosechas se perdieron y los pescadores no podían zarpar; naufragó la pesca boricua.
En fin, el huracán develó la fragilidad de la Isla y dejó a oscuras a 3.5 millones de personas.
El dolor se redujo a papel toalla cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitó el país y le lanzó los rollos a los damnificados por María. Mientras un sector muy reducido lo aplaudió, otro lo repudió.
Después de María el caos en el país es tal que miles de puertorriqueños han migrado para sobrevivir. Florida estimó, a mediado de octubre, que más de 58,000 boricuas han llegado a su estado. El Centro de Estudios Puertorriqueños del Colegio Hunter de la Universidad de la Ciudad de Nueva York ha asegurado que Puerto Rico perderá sobre 470,000 residentes en los próximos dos años.
Mientras, en el país, unas 15,000 personas militan como novatos en las filas del desempleo.
“Yo tenía una luz que a mí me alumbraba
y venía la brisa y fuá y me la apagaba
– La Luz
Aún la electricidad no ha llegado a muchos hogares, ni llegará por buen tiempo en parte, por una mala jugada de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) al contratar –por un máximo de $300 millones– a la empresa Whitefish Energy Holdings, del estado de Montana. La compañía solo contaba con dos empleados a tiempo completo y nunca había tenido ante sí la responsabilidad de restablecer el servicio eléctrico de un país cuya infraestructura estaba destruida casi en su totalidad.
La contratación estuvo llena de nebulosidades, de sombras y de explicaciones insatisfactorias. Las telecomunicaciones colapsaron en Puerto Rico, pero a seis días del paso de María la AEE firmó el contrato con la empresa sin consultarle a su Junta de Gobierno. El gobernador tampoco declaró que tampoco conocía del acuerdo, lo que, según expertos, reveló grietas en su liderato, y hasta al Congreso llegó el escándalo.
Rosselló prometió a finales de octubre que la luz le llegaría al 95% de los abonados –unos 1,425,000– el 15 de diciembre, pero el Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos le dijo que su meta era ilusa. Entonces, cambió el lenguaje de su pacto, ahora sería el 95% de generación. Aún así, no se cumplió con ninguna de las dos metas anunciadas.
Entre los inconvenientes que han retrasado la reconstrucción del sistema eléctrico se encuentran: la falta de materiales; la contratación de Whitefish; que no fue hasta el 31 de octubre que la AEE contactó a la Asociación Americana de Utilidades Eléctricas (APPA, por sus siglas en inglés); y, posteriormente, la salida del director de la autoridad, Ricardo Ramos.
El gobierno dice que Puerto Rico se levanta, pero quizás lo está haciendo como sonámbulo, a paso lento, con tropiezos. A tres meses del funesto 20 de septiembre, se impone un falso estado de normalidad.
Que la alegría boricua no se apague y aunque no haya fuerzas –ni luz– para celebrar, que la Navidad nos de esperanzas para enfrentarnos a un 2018 que llegará lleno de grandes retos fiscales, económicos, políticos y sociales.
Diálogo continuará con ustedes en el nuevo año para llevarles información de calidad y fiscalizar.
¡Felices Fiestas!