Encima del tabloncillo había un Dalmau celebrando, pero no era Raymond. Para colmo, su uniforme era de los archienemigos de los Piratas de Quebradillas, los Vaqueros de Bayamón. “Sé que cumplí mi misión con Bayamón, pero no fue nada fácil… es que fue en Quebradillas donde nací y me crié, y sé que allí querían mucho un campeonato”, expresó anoche a la prensa nacional el armador de los Vaqueros, Christian Dalmau, apenas segundos después de guiar a los chicharroneros a su primer título desde 1996. “Me siento aliviado”, agregó el hijo mediano de Raymond Dalmau, aludiendo al hecho de que ya sus hermanos, Richie y Ricardo, habían ganado sortijas de campeonatos con los Cangrejeros de Santurce. Dalmau le robó el balón al centro de los Piratas, Peter John Ramos, en lo momentos finales para asegurar el triunfo vaquero. Bayamón superó a Quebradillas, 25-13 en el último periodo para remontar un déficit de 10 puntos en ese parcial y ganar el partido 84-82, agenciándose el campeonato nacional en seis partidos de serie final. Pero un Dalmau ganando un campeonato con los Vaqueros de Bayamón es apenas una de las muchas historias de la recién finalizada serie final del Baloncesto Superior Nacional (BSN) entre Piratas y Vaqueros. Más que nada, existe una amplia trayectoria entre ambas franquicias que ni siquiera el receso de los Piratas por razones económicas a mediados de la actual década pudo apaciguar. “La rivalidad entre estas dos franquicias marcó la década de los ‘70”, comentó a Diálogo Digital Francisco ‘Paquito’Rodríguez, estadístico del BSN y secretario de la Federación de Baloncesto de Puerto Rico. Para ejemplificarlo mejor, Rodríguez recordó que en nueve de las 10 finales desde 1970 a 1979, los protagonistas fueron o Piratas o Vaqueros, con ambos quintetos chocando en cuatro ocasiones. Así las cosas, al cerrar la década, Quebradillas contaba con cuatro campeonatos nacionales, mientras que los cetros de Bayamón sumaban cinco. En cuanto al feudo entre ellos, Quebradillas, guiado por Dalmau y el copioso anotador Neftalí Rivera, ganaron el campeonato de 1970, mientras que los Vaqueros, liderados por la bestial ofensiva de Rubén Rodríguez se alzaron con los títulos de 1972, 1973 y 1975. Rodríguez, no obstante, fue más lejos a la hora de representar esta melancólica situación deportiva. “Hay que recordar que en aquel tiempo Bayamón representaba a un imperio deportivo grande, con un organigrama gigante, excelente organización, mucha ayuda económica y grandes auspiciadores. Y Quebradillas era este pueblo puequeño, con una estructura humilde y una fanaticada que daba el todo por el todo y por eso se ganó la simpatía de muchos fanáticos alrededor de la Isla. Creo que esa era la gran mística de esta rivalidad y en cierta forma se revivió durante la serie final de este año”, acotó Rodríguez, un veterano de mil campañas en la slides baloncelísticas. Es decir, 34 años después de su último duelo en una serie final, la rivalidad entre Vaqueros y Piratas anda muy viva. Prueba de esto fueron los llenos totales en el coliseo Raymond Dalmau, recinto que este año sustituyó a la legendaria Guarida, la cancha Pedro Hernández, como el nuevo hogar de los Piratas. Bastaba además darse la vuelta por el estacionamiento del coliseo Rubén Rodríguez para ver a los cientos de fanáticos congregados en las afueras viendo el partido pues no lograron conseguir boletos para verlo en persona. “Estos dos equipos han vuelto a hacer historia”, puntualizó Rodríguez. Y existe una nueva generación que lo disfrutará.