Durante mis años de estudio he dedicado esfuerzos para defender a la Universidad de Puerto Rico y atender las inquietudes de mis compañeros estudiantes. Miro hacia atrás y pienso en todo lo que ha pasado desde el 2010. Sin embargo, a pesar de haber cumplido con varias de las metas trazadas, hace falta mucho por hacer.
Uno de los objetivos que hemos impulsado los estudiantes trata sobre la evaluación docente por parte del estudiantado. Este tema ha sido el eje de controversia durante los últimos semestres en los diferentes cuerpos de gobernanza. Este año, la Junta de Gobierno aprobó una certificación dirigida a que se divulgaran los resultados de evaluaciones de los estudiantes a los profesores. Por otra parte, en los senados académicos de los recintos de Mayagüez y Río Piedras también se han elaborado propuestas hacia esos efectos.
Varios representantes docentes se han expresado en contra de estas medidas y tratan de despachar el tema sin atender las inquietudes de quienes representamos a los estudiantes. Algunos tildan el reclamo como un atento hacia la libertad de cátedra y otros señalan que interfiere con aspectos laborales del claustro. Dichas aseveraciones tienen el fin de obstruir la meta trazada por el estudiantado.
La insistencia de los estudiantes de problematizar la falta de evaluación al claustro no puede ser visto como un ataque sectorial. De hecho, es cuestión de replicar lo que se hace en otras instituciones de educación superior. En muchas universidades se ha tenido este debate y los estudiantes pueden acceder a los portales institucionales para ver los resultados de las evaluaciones estudiantiles a los profesores. Incluso, esta práctica ha resultado ser más efectiva y confiable que algunas páginas como “ElProfeShop” o lo que se conocía como “Kypo”.
Por otro lado, los resultados de dichas evaluaciones deben tener un peso real – en todo el sistema universitario – cuando los comités de personal examinen al claustro. Actualmente, esto no es así. En ocasiones se miran las evaluaciones estudiantiles sin que tengan efectos reales o simplemente se ignoran. En ese sentido, la gerencia universitaria tiene el deber de dar pasos afirmativos para atender este asunto. Esto no solamente recae en la administración central, los Decanatos de Asuntos Académicos también tienen el deber de atender esta situación en sus respectivas unidades.
El hacer esto en la Universidad de Puerto Rico es adaptarse a lo que ya es una tendencia a nivel global. Se trata de evaluar un servicio que se ofrece y que el estudiantado pueda brindar un insumo al respecto. Mi llamado a las autoridades universitarias (incluyendo a los claustrales) es que abran paso a establecer una política sistémica que fomente las evaluaciones estudiantiles a los profesores y que los resultados estén disponibles para ser vistos por el estudiantado.
Esto se habrá quedado sobre la mesa este año académico, pero espero que los estudiantes y los profesores puedan encontrar un punto de convergencia para adelantar esta encomienda inconclusa. El sector estudiantil tiene el deseo de continuar trabajando hacia esa dirección. Ojalá los representantes claustrales sirvan de apoyo a esta gestión.
El autor es Miembro de la Junta de Directores de Mentes Puertorriqueñas en Acción y es representante estudiantil graduado de la Junta de Gobierno de la Universidad de Puerto Rico.