When the prison gates slam behind an inmate, he does not lose his human quality; his mind does not become closed to ideas; his intellect does not cease to feed on a free and open interchange of opinions; his yearning for self-respect does not end; nor is his quest for self-realization concluded. If anything, the needs for identity and self-respect are more compelling in the dehumanizing prison environment… It is the role of the First Amendment and this Court to protect those precious personal rights by which we satisfy such basic yearnings of the human spirit. Juez Marshall, Tribunal Supremo EU, Procunier v. Martinez, 416 U.S. 396 (1974) El muchacho siempre llevaba dos pistolas en su cintura small, aunque por aquello de combinar moda y funcionalidad, usaba mahones extralarge. Era ambidiestro, disparaba con las dos manos, a la vez. Tenía buena puntería y aún paga por ello. Se encuentra preso y no acaricia un arma desde hace más de diez años, pero sus manos no están vacías. La historia de este muchacho me acuerda a Silvio Rodríguez cuando nos daba una canción y lo hacía con sus dos manos, con las mismas de matar… porque hoy en día este joven quiere usar sus manos para escribir, y también para eso tiene habilidad. En la literatura existen ejemplos memorables de escritos inspirados o producidos en espacios de confinamiento. Donde en las circunstancias más adversas para la dignidad humana y la vida misma, algunos seres han encontrado el estímulo o la necesidad de recurrir a las palabras, a la escritura, para aferrarse a la vida, para no perder su humanidad. Las cárceles de la España inquisitorial, los campos de concentración de la Alemania nazi, los gulags rusos, son ejemplos de épocas y espacios infames que en algunos casos generaron grandes obras, entre ellas: Don Quijote de la Mancha, no olvidemos que Cervantes padeció los rigores del cautiverio, El Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, los versos de Fray Luis de León. Ya en el siglo XX, encontramos clásicos como: El hombre en busca de sentido, escrito por el psiquiatra austriaco Viktor Frankl y publicado en Alemania en 1946; El Archipiélago Gulag, Un día en la vida de Iván Denisovich de Aleksandr Solzhenitsyn, entre otros. Desde la redacción de una carta hasta la escritura de una novela, la necesidad de expresión es la misma, la afirmación, el empoderamiento y la liberación mediante la palabra escrita. Esto es cónsono a la experiencia de todo ser humano, pero para las personas privadas de libertad, la condición del encierro lo hace más patente, más urgente. Por mi experiencia como profesora de literatura y abogada, me atrevo a afirmar que no existe una institución penal en Puerto Rico donde no haya entre sus paredes algún artista o escritor en potencia, donde no exista la necesidad de la comunicación, de la escritura ya sea a través de cartas, grafitis, testimonios, canciones, poemas o novelas. Los temas, pues tan variados como la naturaleza humana y en algunos casos se trata de un tipo de narrativa personal, intransferible y necesaria. Desde 1971, en los Estados Unidos existe una iniciativa auspiciada por el PEN American Center, asociación de escritores en defensa de la libertad de expresión, llamada Prison Writing Program. El objetivo de este programa es ofrecer talleres de creación literaria a los confinados en las diversas instituciones penales del país. Un grupo de escritores, profesores y/o voluntarios organizan los talleres de escritura, a su vez, establecen un sistema de mentorías individualizadas para los talentos más desarrollados, auspician un concurso literario anual entre todos los escritores participantes, generan publicaciones y lecturas de las creaciones de los escritores/confinados. En otras palabras, una vez concluyen los talleres, buscan una audiencia para difundir el fruto de este esfuerzo y a su vez motivar a los participantes. Su filosofía se resume en esta cita: The program seeks to provide a place for inmates to express themselves freely with paper and pen and to encourage the use of the written word as a legitimate form of power. [http://www.pen.org/index.php] En nuestro sistema correccional, lamentablemente, hoy día no existe una política de rehabilitación que integre un esfuerzo de esta índole de manera orgánica y no aislada o fragmentada donde se conciba la escritura, dentro de un programa educativo, como una herramienta esencial para el crecimiento en el plano intelectual y emocional de las personas privadas de libertad. Y desde luego, como un medio efectivo para lograr el objetivo último de toda institución penal: la rehabilitación del confinado y su reinserción en la libre comunidad. Es por esto que busco maestros o mejor dicho, ministros, de esos que todavía tenemos fe en que la educación transforma vidas y por ende, sociedades, para que se unan conmigo en este esfuerzo. Para que junto a ese muchacho escritor que no se encuentra en ninguna torre de marfil, ni posee una habitación propia, ayudemos a articular la posibilidad de un Puerto Rico mejor y ver si a través de la palabra se logra recuperar el sentido de reverencia a la vida. Que intentemos lograr que a nuestros jóvenes los seduzca más el sonido de las palabras que el de un disparo a quemarropa con una .40. Edna Margarita Benítez Laborde Profesora universitaria y abogada ednabeni@yahoo.com
[iframe title=”YouTube video player” width=”480″ height=”390″ src=”http://www.youtube.com/embed/rNOVDgokn3s” frameborder=”0″ allowfullscreen]