¿Qué valor tienen los logros de la mano en el arte para un mundo donde prima la uniformidad y la perfección de la máquina? La obra de arte como cosa hecha con materiales y técnicas dominadas por la mano en unión a la mente y al ojo revierte a lo humano, a una subjetividad que selecciona, compone, planifica, juzga, busca problemas y soluciones. Sin embargo, contrastados estos aspectos a los criterios de uniformidad y perfección asociados con la máquina, los logros humanos parecieran palidecer.
La pintura contemporánea en países como China, Corea del Sur y Japón respaldada por una tradición milenaria ha visto el resurgir de los realismos pictóricos influidos por los de Occidente de las décadas del 70 y 80. Este arte deslumbra por su contenido y por su evidente factura manual. Kim Dong-Yoo pinta imágenes de estrellas de cine que a primera vista se parecen a las de Andy Warhol, sin embargo, una segunda mirada revela que el interés del coreano es distinto al del artista estadounidense. Dong-Yoo recrea lo grande mediante lo pequeño. El rostro de Marylin Monroe es un conjunto de pequeños pixels que son a su vez rostros en miniatura de la estrella de cine. La mano imita el signo básico de la imagen digitalizada como si fuese un puntillismo mecanizado. No obstante, parece superar a la máquina porque cada uno de sus pixeles tiene más información visual que los del medio digital. Por su parte, Kim Tschang-Yeul, nacido en la China, ha dedicado su vida a pintar gotas de agua. Sus obras recrean la transparencia y le dan corporeidad al diminuto volumen de las gotas haciéndose repetitiva esta iconografía sobre las superficies planas de los lienzos de los que se pueden apreciar el entramado de hilos. Sun-Ming Park, otro artista coreano, pinta frambuesas congeladas dentro de platos de porcelana adornados con dragones y flores. Las fresas congeladas se muestran bajo un velo de hielo y son para el artista metáforas de una vida constreñida. La porcelana pintada es representativa del pasado, objetos que con el tiempo se consideran antigüedades.
Ice capsule del artista Sun-Ming Park
Las pinturas de estos artistas orientales diferentes por su temática, iconografía e intencionalidad tienen en común la recreación de una imagen realista lograda por el virtuosismo de la mano y la ejecución lenta y laboriosa. El virtuosismo se traduce en sugerir con minuciosidad la inmaterialidad del agua contrastada con la materialidad del entramado del lienzo como es el caso de la pintura de Kim Tschang-Yeul, o la similitud de lo pintado con la imagen analógica y virtual de Kim Dong-Yoo: representaciones que no son descripciones de objetos sino representaciones de descripciones. Mediante el modelado, la recepción de la luz y otras estrategias de la representación, la mano distingue texturas, le da corporeidad a los volúmenes y calibra los tonos y los valores cromáticos. Los realismos pictóricos inspirados en la fotografía analógica y digital documentan lo real con un espíritu de distanciamiento, versiones que van de la serialidad al unicum, desde la tecnología industrial a una técnica artesanal. La realidad transcrita con el código de signos de la reproducción analógica y digital se confronta como imagen a la de la pintura. El simulacro introduce la sospecha que las cosas están hechas no como las conocemos sino como aparecen en la página fotográfica o en el monitor.
Otros realismos agrandan lo diminuto, que difícilmente veríamos, si no fuese porque lo vemos pintado. Los trampantojos logrados por Kim Tschang-Yeul y Sun-Ming Park como los de antaño de Leonardo, Bronzino, Vermeer y otros pintores, encubren un proceso que no muestra la huella del pincel. Desconocemos la secuencia de los pasos seguidos del inicio al final del proceso. El deleite que produce el ilusionismo mientras suspendemos nuestra incredulidad no es sólo por el parecido de lo pintado con lo real sino porque sabemos lo que es. Quizás sea éste uno de los mayores atractivos de los distintos tipos de realismos que se han desarrollado a través de la historia del arte. Richard Sennett, sociólogo de la Universidad de Nueva York, en su libro titulado El artesano elabora una gama de argumentos a favor de los beneficios del desarrollo de destrezas manuales y el dominio de técnicas que involucran la mano, el ojo y la mente. Los provechos educativos de la práctica manual son muchos y variados. El sociólogo destaca, contrario a la creencia de algunos educadores que la rutina aburre, las prácticas de los que aprenden a dibujar, a tocar un instrumento o aprenden un deporte en las que el ejercicio repetitivo, la concentración y la corrección cumplen diversas funciones. Sennett argumenta que la repetición puede ser regulada por el estudiante. Según las destrezas manuales mejoran, el contenido de lo que se repite cambia. La repetición ayuda a transitar de los muchos errores a los pocos. El que ejercita la mano orientada por el ojo y la mente se concentra en las metas a lograr. Dicha concentración puede ir a la par con estados anímicos que propenden a la buena salud. La rutina artesanal puede evitar la tensión al propiciar un ritmo de trabajo continuo y ayuda a desarrollar habilidades motrices y visuales y cognitivas. Las gotas que adornan las superficies planas en las pinturas de Kim Tschang-Yeul no son únicamente la representación del agua sino el resultado de una labor lenta y paciente por la cual el artista enfrentó los errores a través de la repetición.
Kim Dong-Yoo no imita la piel, la textura del rostro sino la apariencia de una imagen lumínica de un monitor. El intercambio en la representación de lo real por lo virtual es una clara alusión a la competición entre la mano y la máquina. La obra sugiere la superación de la máquina por el artista al hacer del píxel otra imagen con ínfimos detalles. La miniaturización del rostro impone la pequeñez como ámbito del realismo. No obstante lo anterior, podría decirse que las pinturas de Kim Dong-Yoo no son perfectas ni tampoco uniformes. Las variaciones como las ‘imperfecciones’ de una imagen hecha con las manos son indicios de que el ser humano en su esfuerzo y dedicación por superarse debe renunciar a transgredir los límites de la subjetividad. Lo que es valioso del trabajo hecho a mano es que ni es uniforme ni perfecto. La labor lenta y serena de la mano firme en la antípoda de la velocidad maquinal es el desvelamiento del ser en el tiempo, una saberse humano y una reafirmación de su humanidad. La obra de arte hecha por la mano del hombre es el vehículo idóneo en la sociedad capitalista para mantenerse en estrecho contacto consigo mismo, su trayectoria y su devenir.
Marylin (blau) de Kim Dong Yoo
La escritora es profesora de Historia y Teoría del Arte Contemporáneo y catedrática del Departamento de Bellas Artes de la UPR.