El enigma resistente
En 1915 Muna Lee le escribió a H.L. Mencken, el editor de la revista Smart Set, agradeciéndole el elogio de unos versos: “It seems wonderful to me that my verses have given you pleasure –that they could give pleasure to anyone”. En cuanto a las preguntas del editor sobre su persona, nada había, según ella, que valiera la pena contar. Lee vivía en Oklahoma, un “Far West” cuya representación caricaturesca se proponía como el epítome de un pintoresquismo salvaje, objeto de menosprecio en las sedes metropolitanas donde se acumulaba y acreditaba el capital literario. No obstante, aunque su destino tomaría un giro que ella no podía anticipar, sus relaciones con Mencken y otras figuras del establishment intelectual se prolongarían en el tiempo.
Mencken, editor, crítico y periodista, alentó el desplome de una tradición literaria anquilosada y preparó el terreno para los autores de la “generación perdida” de los años 20. Era muy joven cuando, mientras se iniciaba como reportero y editor del Baltimore Sun, escribió uno de los primeros libros publicados en Estados Unidos sobre Nietzsche (The Philosophy of Friedrich Nietzsche) subsanando la carencia de una educación formal con su germanofilia, culto al “hombre superior” y un beligerante desprecio a la estética de las masas. Para la época de su primera comunicación con Lee coeditaba Smart Set, “the aristocrat of magazines”. Madre intelectual de revistas como The New Yorker, Smart Set fijó modelos de gusto para un nicho de lectores. La colosal energía de Mencken, su vasta correspondencia con numerosos autores regionales, como quien se empeña en romper la primacía jerárquica de los centros editoriales –él mismo residió siempre en un barrio de Baltimore, en la casa que había sido de sus padres– le ganó, a juicio de Edmund Wilson, el sitial del periodista más importante en su época.
Para subsidiar Smart Set y aprovechar la cantidad de colaboraciones que recibía Mencken fundó las revistas Black Mask y Le Parisienne, en colaboración con George Jean Nathan. Ambas publicaciones difundían el tipo de literatura que el editor destrozaba en las reseñas de libros de Smart Set. Sobre Black Mask afirmaba con desfachatez que era “a magazine for the morons”. Los primeros números de Black Mask eran un dechado de escrituras sensacionalistas en los subgéneros al uso: policiales, de ocultismo, de aventuras e incluso románticas. Con el tiempo se fue imponiendo el género detectivesco. En Black Mask publicaron sus primeros relatos Dashiel Hammett y Raymond Chandler. Así como en el Newgate Calendar (crónicas de las vidas y fechorías de criminales), las “Newgate novels” y la prensa sensacionalista inglesa del siglo 19 se habían formado escritores canónicos (v.g. Dickens y Wilkie Collins, autor este último de la primera novela detectivesca, aunque los antecedentes son tantos que la primogenitura es dudosa ) en Black Mask, con las colaboraciones de Hammet y Chandler y, más tarde, en la década de los treinta, de Cornell Woolrich, el policial rebasó la escritura de formula y entretenimiento. Un fenómeno comparable ocurría en Buenos Aires, donde de la “literatura de kiosko” y revistas como La Novela Semanal, emergería “la matriz formal” del relato de enigma en la época de oro del género (Arlt, Borges, Bioy, y otros).
Según Jonathan Cohen, biógrafo de Muna Lee, la poeta cultivó el género detectivesco con el mismo propósito que llevó a Mencken a fundar Black Mask: “for fun and profit”. Lee nació en el “Deep South”, en Mississippi en 1895. Su familia se mudó a Oklahoma en 1902, cuando todavía la región formaba parte del llamado “Indian Territory”. Lee volvió a Mississippi para estudiar en el Blue Mountain College en 1906 y allí escribió versos primerizos. En 1913 completó un grado de bachiller en Ciencias en la Universidad de Mississippi y regresó a Oklahoma. Fue maestra de escuela pública en un pueblito del territorio. Más tarde tomó cursos graduados en literatura inglesa en la universidad pública. En 1918 obtuvo una plaza de “traductora confidencial” en la División de Censura Postal de la ciudad de Nueva York, donde conoció a Luis Muñoz Marín. Se casó en 1919 con Muñoz, de quien tuvo dos hijos. En 1923 publicó el poemario Sea Change. A partir de entonces repartió residencias entre Washington, Nueva York, y Puerto Rico. Al parecer las fronteras eran el hábitat de esta mujer culta que a diferencia de Mencken sí cursó estudios universitarios y que fue traductora al inglés de Sor Juana Inés de la Cruz, César Vallejo, Tomás Blanco, José Asunción Silva, Mariano Picón Salas, César Moro, Jorge Carrera Andrade y una larguísima nómina de otros poetas, además de traducir Historia de España, de Rafael Altamira.
En la Universidad de Puerto Rico trabajó como publicista a cargo del Departamento de Relaciones Internacionales. Fue propagandista ardiente del panamericanismo, feminista militante y una de las dirigentes del National Woman΄s Party y miembro de la junta directiva del World Woman΄s Party. En 1932, tras una temporada de intensa actividad como conferenciante en Europa y Estados Unidos, regresó a Puerto Rico y estableció residencia con Muñoz, sus hijos y doña Amalia Marín de Muñoz Rivera en una casona del Condado. Después de su separación de Muñoz, desde los años de la Segunda Guerra Mundial y hasta poco antes de su muerte en 1965, fue funcionaria en el Departamento de Estado de Estados Unidos, donde ocupó el cargo de Coordinadora de Asuntos Culturales del Buró de Asuntos Interamericanos.
Lee parece haber trabajado siempre a la sombra de sus obras, con modestia y discreción de intérprete o “agente secreto”, capaz de cambiar de registros culturales y lingüísticos sin que su ego dejara huellas. Su obra, fascinante como su persona, apenas empieza a difundirse. La mujer comparte con los territorios fronterizos que tanto la cautivaron cierta calidad inaprehensible, una trágica invitación al olvido.
Las dos manos de la escritura
Entre 1935 y 1939 se publicaron varias novelas policiales de la autoría de Newton Gayle, seudónimo adoptado por Muna Lee y Maurice Guinness. Newton era uno de los apellidos de la familia materna de Guinness; Gayle, el apellido de soltera de la abuela materna de Lee. Ambos autores residieron en Puerto Rico en años determinantes para la historia de la sociedad isleña. Eran cosmopolitas; estaban al tanto del acontecer mundial en una década en que el futuro se debatía entre visiones utópicas de izquierda y derecha y premoniciones apocalípticas. En la isla escribieron en colaboración cuatro novelas de una serie de cinco. Todas se publicaron bajo dos sellos editoriales: en Nueva York por Charles Scribner΄s Sons, en Londres, por Victor Gollancz Ltd. Las ediciones consultadas corresponden a las que publicó Scribner΄s: Death Follows a Formula (1935), The Sentry Box Murder (1935), Murder at 28:10, (1936), Death in the Glass (1937), y Sinister Crag (1939). Esta última, escrita por Guinness sin la colaboración de Lee, se publicó cuando Maurice residía con su familia en Inglaterra. Cabe añadir que antes de radicarse en Londres, Guinness pasó una temporada en Kingston, Jamaica, donde recibió, en 1937, los primeros ejemplares de Death in the Glass.
Maurice Guinness nació en la ciudad isleña de Limerick, Irlanda, en 1898. Su padre, un coronel del Irish Regiment, combatió en la Guerra de los Boer. La familia carecía de medios y Guinness no pudo cursar estudios universitarios. Tampoco combatió en la Primera Guerra Mundial, debido a .una lesión en una pierna, pero llegó a distinguirse como alpinista y hombre de negocios. Fue vicepresidente de Shell Oil en Puerto Rico, donde se estableció entre 1927 y 1928. Se casó con Gloria María Ashford, una hija del Dr. Bailey Ashford y María López Nussa. La familia Guinness-Ashford tuvo lazos de amistad con los Muñoz-Lee, vecinos a su vez de la familia Ashford-López Nussa. Formaban un grupo de amigos y conocidos cercanos, al que también pertenecían la familia del comerciante Henry W. Dooley y su esposa Elizabeth, la familia del funcionario Charles H. Terry y otros angloestadounidenses que en tiempos del colonialismo más crudo laboraban en el servicio público, en la universidad del estado y en las empresas.
Las novelas policiales de Newton Gayle proponen más de un enigma: la difícil colaboración entre dos autores en una fórmula tan centrada en la cohesión de la trama; la marca del género, más pertinente en vista del feminismo militante de Lee; el hecho de que son estas las únicas ficciones en prosa publicadas de la poeta; el que casi toda la serie se escribiera en Puerto Rico y que en la isla se ambientaran dos de las novelas en años de profunda agitación política y que las ficciones mismas estén habitadas por temas políticos; el hecho de que acaso estas sean las primeras novelas policiales escritas en la isla.
¿Dónde ubicarlas? En cuanto al lugar de enunciación entendido como geografía física y cultural, ¿caben en algún apartado del corpus de la literatura puertorriqueña, o de sus claves familiares, por ejemplo el de las ficciones escritas en inglés en Puerto Rico o escritas en inglés fuera de la isla, pero relacionadas con la isla como espacio literario? ¿Forman parte del incalculable corpus de novelas detectivescas escritas en inglés?
El enigma de la ubicación incita.
En el próximo artículo: Antecedentes criminales en Borinquen y Highball de crimen con espionaje: la novela policial política
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