El territorio de la muerte
Ubicar la acción de dos de las novelas en Puerto Rico, ¿pondría en riesgo la comercialización de las novelas o respondía, acaso, a una no tan velada estrategia para dar a conocer las bondades y bellezas de la isla? ¿Cuántos lectores de la literatura policial de entreguerras estarían interesados en un oscuro enclave colonial como telón de fondo?
A juzgar por la correspondencia entre Maxwell Perkins, editor de Scribner’s, y A. Mervyn Davies, agente literario de Lee y Guinness, la ambientación tropical y, en el caso de Murder at 28:10, la atmósfera de un temporal en las Antillas añadían una tensión novedosa al sensacionalismo del policial: “Gollancz writes me, ‘I am absolutely delighted with Murder at 28:10. Please convey my congratulations to the author. Even in what is called the serious novel as opposed to a detective story, the hurricane business would have been of absolutely the first order. It gave me an evening of rare delight’ ”. Perkins, en una carta que incluía doscientos cincuenta dólares como adelanto de regalías le respondió: “I am enclosing herewith $250.00 due as an advance on Murder at 28.10. I am sorry it was delayed. The prospects for the book look good. Everyone here has liked it, and we hope it will do better than the last one”.
Sea como fuere, a esta “tierra inadvertida” se traslada la fórmula del policial. La sensualidad de la escritura en las referencias al paisaje se refracta en las alusiones a un pueblo y sus adscripciones raciales.
En Death Follows a Formula uno de los personajes más llamativos del elenco de sospechosos es un revolucionario latinoamericano exiliado, el general Herrera: “There was about him his usual air of vitality and awareness. It always seemed to me something of the air of a panther in the forest, a creature poised and distrustful and superbly muscled. Herrera was sophisticated, but uncivilized, I decided” (96).
La caracterización de los puertorriqueños se sirve de rasgos no menos misteriosos, pero opuestos: se trata de seres inofensivos, de una inocencia casi mística. Aparte de ser conductores entusiastas y descuidados, los puertorriqueños, como los trabajadores domésticos en la fórmula del “golden age”, se excluyen, colectivamente, de la lista de sospechosos. Habla el detective: “Oakley assures me that deliberate murder is totally alien to the Puerto Rican character. There΄s a fair amount of crime of the passionel kind down here, but the local records contain no single case of killing planned in cold blood” (The Sentry Box Murder, 118). Un oscuro pueblo sonriente, pues el tono quemado de las pieles es constante en las caracterizaciones.
Esta exclusión del nativo de los predios del crimen premeditado debe provenir tanto del amor por el territorio elegido para los afectos como de la mirada antropológica que idealiza al “inocente”. Sin embargo, a propósito del estereotipo de la indolencia latina, el detective exime a los puertorriqueños y añade una gota de saber destilada del evangelio liberal: “Robin, we must beware of being misled by generalities” (211).
El rol de la mujer es otro motivo soterrado en las novelas, como si, en un descuido del carcelero, la loca aprisionada en el ático jugara con su camisa de fuerza. La simpática Cay Piper (¿tendrá este personaje algún rasgo de la personalidad de la anfitriona ejemplar, Elizabeth K.?) escribía poesía antes de casarse. El detective, se comenta, “is no feminist” y los chistes a su costa no faltan en la personalidad de Betty en Death Follows a Formula y en la presencia seductora de una estrella de cine que además de ostentar sus encantos es diestra en labores mecánicas en The Sentry Box Murder. En Murder at 28:10 Agnes Patton, un ser torturado que se identifica con la generación perdida “ese grupo perturbado y desarraigado que nació en la primera década de este siglo infeliz”, ha escrito una novela “extraña, inmadura e inolvidable”: “Perhaps the writing of a book was indeed the reason for which she had turned her back on the life which she had lived so intensely, the life in which ugly rumors of suicides, divorces and perversions strove ineffectually with glittering popularity, talent, and the strange magnetism of her personality” (36-37).
En 1936 se publicó Murder at 28:10, quizás la más lograda en ambientación y suspenso de estas novelas escritas en colaboración, con fuertes escenas que marcan la irrupción del gótico tempestuoso en una casona del Condado. El asesinato coincide con la muerte de una utopía política.
En 1939 se publica la última novela de Newton Gayle, que al parecer es, fundamentalmente, de la autoría de Guiness, quien escribió otras novelas. Su prima, Helga Green, fue esposa del hermano de Graham Greene y agente literaria de Raymond Chandler, con quien estuvo a punto de casarse. En la bibliografía sobre Chandler se cita la carta que éste le envió a Guinness a propósito del celibato de Philip Marlowe, personaje que marca un deslinde entre el detective epidérmico de la época de oro y el gran personaje de la novela negra.
Envío
Las figuras de Lee y Guinness merecen la atención de los estudiosos de la historia de este territorio que desde su apropiación por la geopolítica imperial está sumido, para citar a Amy Kaplan, en “a liminal space both inside and outside the boundaries of the Constitution, both ΄belonging to΄ but ΄not a party΄ of the United States… a state of limbo in space and time…”. Es fascinante lo que ambos representan, sobre todo Lee, por su versatilidad de intérprete entre ambos lados de una frontera movediza que con el tiempo y por rutas distintas ha desestabilizado el mapa de las identidades. En 1940, en el foro del Ateneo, Lee pronunció una conferencia que concluía con el deseo de que desapareciera el mar de olvidos que separa a las naciones del hemisferio. Su vida íntima, sus labores de poeta, narradora, investigadora, conferenciante y traductora, se dedicó a cerrar esos espacios de desconocimiento y a elaborar un conocimiento sobre el otro desde la sede del poder. Permanecen inéditos fragmentos de una traducción suya de la novela Los vates, de Tomás Blanco, y posiblemente de una novela inédita que según Cohen se titula Frontier. Murió el 3 de abril de 1965, en San Juan. Su sepultura está en el cementerio de la ciudad vieja, de cara al mar que vislumbró como camino abierto. Sus documentos, trabajos inéditos, correspondencia con familiares y escritores, recortes y notas, así como su biblioteca personal, están al cuidado de su nuera, la Dra. Gloria Arjona. Estos apuntes sólo han intentado seguir la ruta abierta por Jonathan Cohen, Mario Pérez, Aurora Levins-Morales y otros, con el deseo de que nuevos lectores se interesen en el enigma resistente.
Para más detalles sobre esta serie de artículos y para la obteción de las notas al pie de página no dudes en comunicarte con Mariana García Benítez a la siguiente dirección: marianagarciabenitez@gmail.com
Pulsa a quí para leer la primera entrega: https://dialogo-test.upr.edu/en/desafio/2010/06/enigma-resistente-primera-parte
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