El 2017 ha sido un año positivo para la discusión sobre temas de deporte y sociedad en Puerto Rico. Nuevas miradas de gran valor intelectual han nutrido los debates relacionados al vínculo entre la actividad deportiva y la política en su sentido más amplio. Desde la publicación de numerosas columnas en diversos medios de prensa, hasta las iniciativas de estudiantes graduados en historia y en otras disciplinas de las ciencias sociales que han decidido investigar estas prácticas culturales, el deporte como fenómeno de masas se perfila con un futuro promisorio en la academia y otros espacios de producción de saberes. Además, el estreno del documental Nuyorican Básquet la semana pasada constituyó una valiosa aportación para quienes deseamos continuar con el análisis de los eventos deportivos partiendo de acercamientos interdisciplinarios que integren diversidad de voces.
A pesar del optimismo que existe entre la comunidad de estudiosos y estudiosas del deporte puertorriqueño, de manera simultánea afloran sentimientos de preocupación cuando se piensa en las actitudes de odio y discrimen que aún predominan en el comportamiento de algunos fanáticos y fanáticas que se dan cita a las canchas y estadios donde se llevan a cabo partidos de las ligas deportivas en Puerto Rico. Durante la primera mitad de julio, y como parte de la serie de cuartos de final entre los Vaqueros de Bayamón y los Cariduros de Fajardo en el Baloncesto Superior Nacional (BSN), un nutrido grupo de fanáticos del quinteto bayamonés aprovechó cada partido para gritarle “¡llegó la Barbie!” al jugador fajardeño y exintegrante de la Selección Nacional de Puerto Rico, Carlos Arroyo.
“El tipo es tan chango que parece una Barbie”, sentenció un fanático de Bayamón.
“¡Llegó la Barbie!”, vociferaban repetidamente las huestes vaqueras cada vez que Arroyo iba a cobrar faltas personales en la línea de los suspiros.
Los insultos verbales hacia el jugador eran complementados con representaciones de fanáticos vaqueros que entraban a los coliseos de Fajardo y Bayamón con pelucas rubias y hasta globos gigantes de cumpleaños con imágenes de algún personaje de la colección de muñecas Barbie. Hasta la mascota oficial –“El Caballo”– de los Vaqueros de Bayamón aprovechó un tiempo pedido en el sexto juego de la serie para bailar en el medio del tabloncillo la canción Barbie Girl de la agrupación musical Aqua. Esto sucedía mientras el animador oficial de los partidos de los Vaqueros instaba al público a adivinar quién era la Barbie en el equipo contrario.
Cabe destacar que en otras ligas del mundo, los equipos pueden ser multados cuando sus acciones incitan mensajes de odio como el racismo, la homofobia y el sexismo, entre otras formas de discrimen. Como entidad que promueve eventos deportivos familiares, el BSN debe tomar cartas en el asunto y prohibir que los equipos y sus animadores utilicen el foro de los partidos con el fin de promover ideologías de odio.
¿Y cómo reaccionó Carlos Arroyo ante los cánticos de “¡Llegó la Barbie!” hacia su persona?
Pues sencillo: el veterano y legendario jugador puertorriqueño habló con sus habilidades en cancha y silenció a los miles de fanáticos que se dieron cita en el histórico coliseo Rubén Rodríguez de Bayamón.
Era el sexto partido de la serie entre Cariduros y Vaqueros. El quinteto local de la región metropolitana entró al cuarto parcial con una frágil ventaja de dos puntos. En el tramo final del reñido juego, Mr. FIBA (Arroyo) tomó control de las hostilidades deportivas y con cada canasto silenciaba a esas mismas personas que se burlan y acosan constantemente a quienes no se circunscriben a las masculinidades hegemónicas.
Cada canasto de media distancia aumentaba la ansiedad de quienes manifiestan sus propias inseguridades por medio de la demonización del “otro” que tal vez escoge representarse como una “Barbie” por elección personal.
Cada tiraba libre encestada por Carlos arruinaba los planes de quienes han adoptado comportamientos sexistas y homofóbicos como componentes esenciales en sus formas de relacionarse al resto de la sociedad.
Cada asistencia que facilitaba una güirita o bombazo de sus compañeros de equipo era un intento de demostrar que el trabajo en equipo solidario es más poderoso que cualquier acción grupal dirigida a menoscabar la dignidad de todo ser humano.
Al final, Fajardo obtuvo la victoria esa noche del 10 de julio. Arroyo lideró a su equipo con 23 puntos, siete asistencias y cinco rebotes. Bayamón quedó eliminado del torneo 2017 del BSN. Los cánticos de “¡Llegó el Barbie!” fueron silenciados por el resto del año. ¿Volverá el coro en la temporada 2018? Tristemente, lo más probable es que sí regresarán esta y otras formas de acoso en nuestras canchas y estadios para el próximo año.
Hay mucho trabajo por hacer. En el deporte también hace falta perspectiva de género. BSN, apúntalo.
Nota del editor: en dicho partido también se registró un incidente de racismo ocurrido en el mismo partido, en el que un fanático de los Cariduros llevó un peluche de un mono que portaba el #7, en referencia al refuerzo nigeriano Jeleel Akindele, de los Vaqueros de Bayamón. La dirección del BSN aún no se ha pronunciado al respecto.
El autor es profesor de geografía en la Universidad de Puerto Rico en Humacao. Ha sido un fervoroso seguidor de los Vaqueros de Bayamón en el BSN desde niño.