A semanas de iniciar un nuevo año escolar sigue la incertidumbre sobre cómo va a correr este semestre luego del cierre de 167 escuelas por el Departamento de Educación, en particular, aquellas que atendían a estudiantes de educación especial.
Alrededor de 2,600 maestros y 27,000 niños —8,847 de ellos están registrados bajo el programa de Educación Especial—serán reubicados en escuelas receptoras, según información brindada por el Departamento de Educación. Según el calendario oficial del Departamento, el 7 de agosto comienzan las labores docentes y administrativas en las escuelas, mientras que el 14 de agosto comienzan las clases.
“El cierre de escuelas es una estocada hacia los estudiantes del Programa de Educación Especial y máxime en las condiciones en las que la educación se le ofrecerá para este próximo semestre que no será solo duro para el magisterio, sino bien difícil para los que poseen aprendizaje diferenciado”, expresó María Cristina García Rodríguez, maestra en Asistencia Tecnológica en el Centro de Servicios de Educación Especial de San Germán.
Padres y maestros de los niños de educación especial se muestran inquietos por la planificación, los recursos que se tendrán disponibles al comenzar el año escolar y, principalmente, por el proceso de adaptación de los niños y niñas en el nuevo ambiente.
En febrero de este año comenzó un proceso de evaluación para la consolidación de escuelas. Diversos sectores tuvieron la oportunidad de presentar propuestas en las que expusieron sus razones en contra del cierre de las escuelas e ideas para que el proceso de consolidación fuera más llevadero.
De hecho, maestros de diversas regiones de la Isla consultados por Diálogo consideran que la población de estudiantes de educación especial no se tomó en cuenta a la hora de determinar la decisión de cerrar ciertas escuelas del País. Consideran que el cierre de escuelas fue basado por factores de baja matrícula y pobre infraestructura y no por las necesidades específicas que pueda tener un estudiante.
Incluso, en mayo y junio de este año acontecieron varias protestas de padres y maestros que no estaban de acuerdo con el cierre de los planteles escolares a los que asistían sus hijos. Alegaron que no iban a poder tener los mismos recursos en las escuelas receptoras y que no se les aseguraba que los menores fuesen a tener la misma maestra que comprendía sus diversidades funcionales y que no contaba con la planificación necesaria para el aprendizaje de estos alumnos.
Con esas expresiones no coincidió la secretaria de Educación, Julia Keleher, quien explicó que para el cierre de escuelas se realizó un análisis para ver cuáles eran las necesidades de cada niño y cómo podían ser atendidas en las planteles receptores.
Empero, Teresa Vélez, maestra de educación especial en la escuela elemental San Vicente en Vega Baja, comentó que “los estudiantes de educación especial son niños que requieren ciertos acomodos y tienen unas necesidades distintas a los demás, tienen rutinas y están acostumbrados a una estructura ya establecida. La planificación es un papel, hay que hacerlo, pero hay cosas que no se pueden planificar del todo y hay que considerar el impedimento de cada niño”.
Vélez añadió que, al cambiar su patrón, se puede causar “un retroceso en los logros obtenidos en el aprendizaje y comportamiento del estudiante”.
“Si el niño tiene autismo, ya él tiene unos patrones a seguir y sacarlo de esa rutina es algo que se debe manejar poco a poco y quizás eso no lo tuvieron en consideración en el Departamento de Educación”, precisó la educadora.
Según la doctora Neishma Ruiz, psicóloga clínica con certificado graduado en Autismo, los estudiantes con este diagnóstico “presentan dificultad en la comunicación social y las interacciones en diferentes contextos. Estos pueden presentar poca tolerancia al cambio, por lo que necesitan seguir una rutina”.
Aun así, Keleher se aferró a su gestión al sostener que la agencia velará “por hacer todo lo posible para que el niño esté bien” y que el proceso de adaptación para estos sea trabajado en equipo entre el Departamento de Educación y la familia de cada estudiante.
Atentos a la infraestructura
Además de la movilidad, diversos padres y educadores han mostrado preocupación respecto a cómo van a estar habilitados los salones de clases para los estudiantes de educación especial.
“Los salones de educación especial tienen ciertas modificaciones para poder adaptarse a las necesidades específicas de los niños y el no saber si los salones de otras escuelas receptoras van a estar en óptimas condiciones cuando comience el semestre, es algo alarmante. Aunque todavía faltan varias semanas para el comienzo de clases, habrá que ver qué pasa en agosto,” expresó Laura Alverio, maestra de educación especial de la Escuela Intermedia Wilfredo Lafuente en Maunabo que está en la lista como escuela receptora.
Según García, los salones deben tener ciertas características que ayuden al niño en el proceso de aprendizaje como: materiales audiovisuales y tecnológicos que ayude al estímulo sensorial del alumno, que el salón tenga pocos estudiantes, libros con letras agrandas, entre otras ayudas individualizadas que requiera cada menor.
Ante esta nueva realidad, la presidenta de la Asociación de Maestros, Aida Díaz, recalcó que “todavía no hemos podido ir a ver las facilidades y ver si están bien preparadas hasta que no muevan los equipos y acomoden los salones. En las primeras semanas de agosto esperamos poder ver cómo están equipados los salones de educación especial. Hay que esperar”.
Para Liz Damaris Morales Cruz, madre de un niño de educación especial, ese es uno de sus grandes miedos con las escuelas receptoras: no saber si el salón va a estar acondicionado para las necesidades de su pequeño.
De acuerdo con Morales Cruz, su hijo no se le hace fácil adaptarse a otros estudiantes, por lo que teme el impacto que tendrá al comenzar el semestre. El niño cursaba estudios en la Escuela Francisco Vázquez Pueyo en Sabana Grande y este nuevo semestre comenzará en la Escuela Luis Negrón López de el mismo pueblo.
“Él me ha dicho que no quiere ir a las primeras semanas de clase. De estar en una escuela que tenía niños más pequeños, va a pasar a una de nivel superior y él tiene miedo de que le hagan algo los primeros días en la escuela. He tratado de hablar con él y explicarle, pero está bien ansioso y ni si quiera sabemos cómo va a estar habilitado el salón ni si su antigua maestra va a ser la que lo que lo va a atender en la escuela receptora”, relató. Morales tiene un hijo con problemas específicos de aprendizaje.
Empero, la secretaria de Educación recalcó que las ayudas que reciben los niños es algo que les pertenece, “a donde el padre mueva el niño los servicios irán con él, si el niño necesita terapias del habla en la escuela receptora que se matricule recibirá esas terapias”, dijo.
Por esta razón, Keleher pidió a los padres que terminen el proceso de matrícula para que, al comenzar el semestre, los niños tengan los servicios que necesitan disponibles y el Departamento de Educación pueda saber en qué escuela estará ubicado el estudiante que los requiera.
Expresó, además, que durante las próximas semanas comenzará un programa junto a la secretaría de Educación Especial en las escuelas receptoras para que los padres vayan a conocer los maestros, los salones y expresar sus dudas e inquietudes.
“Lo que queremos es que se cree un canal de comunicación durante este proceso por si pasa algo, ese problema se pueda atender y que los padres puedan expresar sus inquietudes ya que es una población bastante grande y es difícil para nosotros conocer las necesidades de cada uno de estos estudiantes,” indicó Keleher.
La decisión de cerrar ciertas escuelas a cargo del sistema educativo del país forma parte de un proceso para rediseño de la agencia con la intención de hacer un mejor uso de los recursos y tener un ahorro de $7.7 millones anuales.