Entre decenas de árboles caídos y ventanas quebrantadas, la Torre del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico conservó su majestuosidad luego del paso del huracán María.
En un recorrido por los predios del campus de los gallitos y jerezanas, Diálogo pudo constatar los daños ocasionados tras el paso del huracán categoría cinco que tocó a Puerto Rico el pasado miércoles 20 de septiembre.
La travesía comenzó cerca de los edificios de Estudios Generales, donde numerosos árboles yacían en el suelo ocupando todos los caminos y veredas por donde usualmente los estudiantes transitan para ir a sus clases. Luego de varios días de tratar de rehabilitar el campus, ayer los empleados de limpieza recesaron sus faenas hasta el lunes 2 de octubre.
El recogido será titánico y el impacto aún incalculable. Llegando a la biblioteca de la Escuela de Derecho —diseñada por el insigne arquitecto Henry Klumb— impresiona ver en el suelo varios cristales de su entrada quebrantados por los vientos ciclónicos que superaron las 120 millas por hora. Si bien una brigada de voluntarios acudió el jueves a comenzar con los trabajos de limpieza, en el pasillo que da paso a las aulas del instituto jurídico todavía varios plafones del techo se encontraban en el suelo y había que tener precaución para no resbalar en la alfombra aún llena de agua.
A la salida, doblar a la derecha fue encontrarse con un panorama desgarrador al ver devastada casi en totalidad la flora del centenario recinto. A la altura de los edificios que albergan las Facultades de Administración de Empresas y Ciencias Sociales, las ramas en el suelo y una consola de aire amenazando caer del techo de una de las estructuras, pintaban un panorama desolador.
Más arriba, la mirada choca con unas láminas de zinc que trataron de escapar del techo de los icónicos merenderos de Sociales aunque dentro de las estructura no se palpan efectos mayores a causa de María. Esa suerte no corrió para una de las antenas de Radio Universidad, que si bien estaba fuera del uso regular de la emisora, terminó aplastada cual pedazo de cartón.
La ruta continuó esta vez de camino al Museo de Historia, Antropología y Arte del recinto, donde aún las esculturas en los exteriores permanecían cubiertas. De un salto la ruta exigió moverse al Anexo Facundo Bueso que a la distancia mostraba los amplios daños que tuvo debido al temporal. Sin duda fue la estructura más afectada en todo el campus, al perder gran parte del techo y toda la parte delantera incluyendo paredes.
Una vez culminada la vista, el trayecto inevitable es llegar hasta la Plaza Antonia en el cuadrángulo interior de la Facultad de Humanidades. Recibidos por más de una decena de gatos que tratan de sobrevivir en el lugar, el espacio sobrecoge al ver todas las palmas sin una sola penca y todos los árboles centenarios heridos. De inmediato la mirada se tira para arriba en busca de ver el estado de la icónica torre; símbolo de la universidad. A simple vista, se mostró intacta aunque algunas de las paredes del edificio base sufrieron algunas fisuras.
Aunque el viento estremeció a la flora y algunas ventanas del recinto, el agua también hizo su paso en algunos edificios. Diálogo supo que la Escuela de Comunicaciones y el Teatro sufrieron inundaciones en sus instalaciones. En ambos casos, se pueden ver que el techo perdió una especie de cubierta que podría haber provocado las filtraciones. Desde las puertas de COPU, el pasillo aún mostraba algo de agua aposada en el suelo.
A pesar de que el recorrido sumaba más imágenes de devastación, ya hay áreas de la Universidad que han comenzado a restaurarse. En la Escuela de Arquitectura, Ciencias Naturales —donde María arrancó del cemento a los grandes árboles de su patio interior—y el Centro de Estudiantes ya algunos escombros habían sido recogidos.
Las manos amigas de estudiantes voluntarios y empleados de Ornato como Jonathan Fernández salieron a socorrer a la centenaria institución. Jonathan, residente de Toa Baja —uno de los municipios que María vapuleó— lo perdió todo. “El miércoles dormí en un refugio, me levanté el jueves y pedí pon al frente de la escuela y me llevaron a casa de mi mai’, y el viernes estuve aquí trabajando”, confesó el joven trabajador.
De vuelta a Estudios Generales, solo queda la fe de que los daños ocasionados por el huracán María necesitarán una labor titánica para abrir caminos y poco a poco devolverle el destello natural que alberga este histórico espacio educativo.
Mira el resto del recorrido en imágenes.