Si le preguntas a un grupo de bailarines profesionales puertorriqueños quiénes figuran entre sus maestros más influyentes, entre ellos estará presente, sin duda, Carlota Carrera.
Y es que la trayectoria de esta destacada educadora de ballet es admirable.
Siempre recuerdo sus anécdotas de cómo sus ambiciones y su deseo por llegar a ser una bailarina profesional no tenían límites. Entró a audiciones sin ser invitada y se puso en primera fila; decía “¡yo!” cuando preguntaban para hacer una de las cargadas más difíciles, a pesar de nunca haberlo intentado; se aprendía roles que no le asignaban y logró debutarlos… En fin, su afán por insertarse en el mundo del ballet la llevó a recorrer más de 29 países no sólo como bailarina, sino como maestra y conferenciante.
En búsqueda de respuestas
Un viernes por la tarde, luego de salir de una clase en la Universidad de Puerto Rico, recogí a Carlota en su casa. Tenía toda la intención de realizar esta entrevista en su hogar, pero tan pronto hablé con ella me dijo: “no tengo luz, aquí en casa no puede ser”. Y a Carlota no se le lleva la contraria, así que le dije, “no se preocupe, la recojo, vamos a algún sitio a comer y charlamos”.
La conocí cuando ingresé en el Conservatorio de Ballet Concierto, a mis diez años. Caminaba por el edificio con suma elegancia y un cierto sentido de poder, una figura a la que muchos temían, pues siempre se ha reconocido por su firmeza, seriedad y fuerte disciplina. Sin embargo, llegué a conocer una Carlota con un gran corazón, no solo para la danza, sino para todos sus estudiantes, a los que dedicó gran parte de su vida.
Puntual como siempre, al llegar a su casa, Carlota estaba afuera esperándome, lista para conversar conmigo. Su cara de felicidad era evidente, no sé si era por salir de su casa (estuvo cinco meses sin luz después del huracán María), o era la emoción de verme. Prefiero pensar que era un poco de las dos.
Le pregunto si necesita ayuda para montarse en el carro, rápido me contesta: “tengo 74 años, pero todavía puedo hacer esto”. Con gran seguridad se montó en el carro mientras sonreía. “Se ve muy bien usted, Carlota”, le comento.
Se ha dejado el pelo largo y anda con dos moñitos y una sonrisa constante en la cara, que no era muy usual de ella en los tiempos que la conocí. Me llenó de alegría… se veía feliz. Rápido nos pusimos a hablar, llevaba mucho tiempo sin verla. Me preguntó cómo estaba, qué estaba haciendo… nos pusimos al día. Llegamos a mi casa, pues es mucho más cómodo para hablar que cualquier lugar afuera. Primero nos sentamos a comer, salí de la clase con mucha hambre, como siempre, aunque Carlota me ganó comiendo, cualquiera diría que en ese cuerpo tan delicado no cabe tanta comida. Pero estaba a gusto, estaba contenta y complacida. “¡Qué bueno está esto!”, repetía.
La conversación que tuvimos previo a la entrevista fue genial. A pesar de no vernos en mucho tiempo y no haber hablado, Carlota todavía me sabe leer. Hablando de mi vida y de mis planes, me dice: “tú estás buscando en mí una respuesta, qué solo tú te las puedes dar”. Quién sabe, quizás algún día la cuente, pero hoy no. Así que luego de un café, nos movimos de la cocina a la sala. Al sentarse miró a su alrededor y dijo: “estoy encantada con la casa”. Por una razón u otra, Carlota nunca había llegado, finalmente, años después, la traigo.
Carlota como educadora
Carlota trabajó 27 años en Ballet Concierto, como directora asociada del Conservatorio. Le dedicaba seis días a la semana y rara, muy rara vez ella faltaba, mayormente, por alguna situación de salud.
Ahora está menos activa. “Muy poco estoy haciendo. Solo doy una clase a la semana en Mauro (escuela y compañía juvenil de ballet clásico en Puerto Rico). Antes daba cuatro allí, hasta una metodología (sistema o escuela que define un estilo y una técnica que se utiliza para organizar y guiar una clase) para los bailarines. Pero luego de los huracanes, no me atrevo a guiar de noche y pedí solo dar una clase. Los sábados, que es de día. Así que me encuentro haciendo muy poco”, comenta.
“En Ballet Concierto fue muchísimo más abarcador, porque tenía una posición de poder, yo era la directora asociada. Literalmente creé el Conservatorio de Ballet Concierto. En Mauro yo no hago nada de eso, ni tengo relación alguna con la compañía. Yo meramente soy maestra y eso es una diferencia enorme”, añade.
Cuenta cómo, cuando ella empezó en el Conservatorio, solo tenía 17 estudiantes, pero al dejar de ser directora asociada, la escuela contaba con 310 estudiantes. Ese título le daba la oportunidad y el deber de cumplir con el crecimiento de la escuela.
Pero el acercamiento de Mauro hacia ella fue el de meramente ir a dar clases como maestra. Dice que tiene muy buena relación con los directores de Mauro y que se siente muy bien con la acogida que los estudiantes le han dado.
Carlota estudió dos maestrías en enseñanza de la metodología: la cubana, que la estudió cuando bailaba en México en lo que se conocía como el Ballet Clásico de México y la británica en el Royal Academy of Dance. Comentó que la utilización que ella le ha dado como maestra a esas metodologías y a la metodología de la enseñanza en general, han cambiado muchísimo.
“Para mí la clave de ser buen maestro estriba en poder seguir usando los estudios que uno ha hecho, pero no estancarse en esos estudios, porque la utilización de los estudios tiene que ser dinámica, no muerta. Eso uno lo aprende a través de los años, con la experiencia”, revela.
“Ser buen maestro, es seguir incorporando los elementos que surgen a nivel de danza, de coreografía, de música o de la visión que tienen los diferentes estudiantes que le llegan a uno. El estudiante que me llega a mí ahora, no es el mismo que el que me llegó hace 27 años y eso hay que tenerlo en cuenta”, observa.
Evolución del ballet en Puerto Rico
La sociedad de hace unos años no es la misma que la de hoy, por ende, la cultura también ha evolucionado, y el ballet no es la excepción.
“Yo creo que en términos generales [el ballet] ha tenido unos cambios positivos. Yo estuve fuera 23 años, porque para poder bailar profesionalmente tuve que salir de Puerto Rico. Ya llevo más de 27 años enseñando aquí y si preguntan qué edad yo tengo, bueno, es que yo empecé profesionalmente a bailar a los 14 años”, dice y ríe.
“Pero sí, ha habido un cambio muy positivo, cuando yo me fui a bailar profesionalmente en Puerto Rico existía una compañía: Ballet de San Juan. Cuando regreso existían varias compañías y existían escuelas por toda la Isla. Así que todo eso ha sido un desarrollo muy positivo para el ballet en Puerto Rico”, afirma.
“Sin embargo, Puerto Rico sigue sin una compañía nacional, sin una escuela que unifique a todo el mundo. Sin ser un país que le pueda ofrecer una profesión remunerada a los bailarines y a los maestros para que ellos puedan vivir de ella. Seguimos teniendo que tener dos y tres trabajos y en ese aspecto sigue siendo muy negativo, a pesar de todo el desarrollo positivo que ha habido”, lamenta.
El ballet tras el Huracán María
Luego del paso del huracán María por Puerto Rico, muchas compañías, organizaciones y negocios se vieron afectados. Aún muchos no han logrado reanudar operaciones o se les ha hecho muy cuesta arriba. Sin embargo, días después del temporal, la compañía de Mauro abrió sus puertas, no solo ofreciendo ayuda de distintas formas a los bailarines, sino ofreciendo clases gratuitas a todos los bailarines de nivel avanzado y profesional que allí se presentaran.
A pesar de no haber colaborado con esta iniciativa, Carlota dice estar sumamente orgullosa de los directores de Mauro: Marena Pérez y Aureo Andino.
“A mi entender fue la única entidad dancística que hizo eso, por lo cual los admiro todavía más. A pesar de que ellos, personalmente, lo perdieron todo ante los huracanes, decidieron y entendieron que el ballet era lo suficientemente importante para Puerto Rico y se dijeron: ‘yo sentado no me quedo, vamos a bailar’ y eso lo encuentro admirable”.
A semanas de haber pasado el huracán, en la escuela de ballet clásico Mauro Youth Ballet Company, se daban cita profesionales de distintas compañías para tomar clase. La iniciativa no solo se quedó en retomar las clases, sino que logró hacer una gran presentación gratuita para el público: Somos. En un mismo escenario se pudo presenciar la participación de distintas compañías con grandes figuras del baile en Puerto Rico.
Una gran compañía nacional
Uno pensaría que esfuerzos como este podrían ser un primer paso para lograr alguna unión entre las compañías. Siempre se ha comentado de la posibilidad y la necesidad de crear una sola compañía, pero Carlota no está muy convencida de ello.
“Desafortunadamente no creo que resulte en eso. Yo creo que se va a volver a la misma división que ha existido por años de años. Están dispuestos a unirse para una función como lo fue Somos, pero a largo plazo, no creo que ocurra ahora mismo”, argumenta.
Carlota afirma que los bailarines tienen ganas de bailar, se ha percatado de esto cuando habla con ellos. Asegura que no están interesados en los grandes egos de los directores, ni están en una compañía por el nombre que pueda tener, los bailarines lo que buscan es un espacio donde puedan dar a conocer su pasión. Por ello, considera que los bailarines son los primeros que apoyarían el que exista una sola compañía de baile.
También comenta que esa responsabilidad está en los directores y lo que hace falta es que venga un ente que no sea, en la actualidad, director de ninguna compañía, que formule el cómo se puede dar una organización que termine desembocando en una Compañía Nacional. No obstante, añade con certeza: “Y no creo, de todo corazón, que ningún director actual lo pueda hacer”.
“Veo esto pasar, sí… pero no lo veo cercano… no lo veo”, declara pensativa y con algo de decepción.
Antes de comenzar la entrevista conversábamos sobre este tema. Ahora le pregunto qué le diría a los directores al respecto. Se queda callada. “Deja ver… que pueden continuar teniendo sus compañías separadamente, pero deben recordar que las luchas de poder nunca se deben de ejercer sin compasión… Que cada cual puede continuar separadamente si así lo desean, pero que la cooperación entre ellos está en sus manos. Esa cooperación es la que va a permitir que el ballet sobreviva en Puerto Rico. Eso es lo que yo les diría”, asegura.
“¡Ah! Tal vez le añadiría, a los directores, que nunca se olviden de la historia del desarrollo del ballet en Puerto Rico, que ha sido tan larga y tan ardua. Que no se olviden de eso, porque el no olvidarse los va a ayudar a ellos”.