El cine es, sin duda alguna, un arte mágico. Desde sus inicios ha maravillado y cautivado a millones de espectadores de todas las edades y, por más de cien años, nos ha transportado (al igual que la literatura) a lugares místicos en el que hemos vividos miles de aventuras. El laureado director Martin Scorses decidió rendirle tributo a esta magia, haciendo en Hugo, su más reciente película, un homenaje a la historia del cine y todo lo que para él (y para muchos de nosotros) este invento significa.
Basada en el libro “The Invention of Hugo Cabret” de Brian Selznick, este film narra la historia de Hugo, un niño huérfano que vive entre los mecanismos de los relojes de la estación de trenes de París, en 1930. Este chico está obsesionado con reparar un autómata dañado, que había encontrado su padre antes de morir. La misión nos lleva por una travesía que, entremezclando ficción y realidad, nos muestra la grandeza y la magia de los primeros años del arte de hacer cine.
Los hermanos Lumière, George Méliès, Harold Lloyd, Charlie Chaplin, así como películas de las primeras tres décadas del séptimo arte como La llegada del tren a La Ciotat (considerada la primera película de la historia), El Gran robo del Tren, El Hombre Mosca (Safety First), El gabinete del Doctor Caligari y muchísimos otros filmes, no sólo son homenajeados con tomas que emulan este material filmográfico de antaño o mencionados en el film, sino que fragmentos de estos están colocados por medio de la edición en Hugo.
Aún más, muchos de los datos sobre la vida del genial George Méliès, quien es un personaje central en la historia, son ciertos. Efectivamente, Méliès era un mago que al ver la primera película de los Lumière, supo que no habría magia más increíble que el cine. Por lo que, decidió hacer su cámara cuando los pioneros del cine no quisieron venderle una suya, alegando que la industria del cine no tendría futuro.
De igual modo, Méliès terminó pobre, en la misma profesión que nos muestra el film, así como también era un asiduo constructor de autómatas.
Técnicamente, la película es impresionante. La fotografía de Robert Richardson (Shutter Island, Kill Bill 1 y 2, Natural Born Killers, entre otras) es un deleite visual, con tomas y movimientos de cámara sorprendentes, una iluminación y un colorido majestuoso, y un despliegue visual y técnico impresionante en cuanto al 3D. Normalmente no recomiendo gastar dinero extra en ver una película en 3D, pero con Hugo, cada centavo vale la pena. Asimismo, la actuación de los dos niños (Asa Butterfield y la talentosa y genial Chloë Grace Moretz), así como de Ben Kingsley, Helen McCrory, del divertido Sacha Baron Cohen y de Christopher Lee, aportan cada una a la magia de Hugo, así como la metáfora presente del film, que nos dice que el mundo es una gran maquinaria y que todos somos engranajes de ella. Ninguna pieza está de más, así como en este film.
La música de Howard Shore acompaña perfectamente la belleza que se puede ver en pantalla para constituir el espectáculo audiovisual, que la dirección magistral de Scorsese ha orquestado. La dirección de arte es tan sublime y rica de detalles que es un festín visual. Además, Hugo tiene tantas referencias a cientos de otras fuentes además del cine (arte, música, literatura) que tratar de enumerarlos sería una hazaña. Cosas como que en la estación de tren podemos por ejemplo, ver a Salvador Dalí o a James Joyce, sin que se nos diga que son ellos, sino que tienen elementos que nos hacen reconocerlos, el que el personaje de Isabelle sea fanática de la literatura y la poesía, en fin.
Pero sin duda alguna, el foco central de Hugo es la magia y la historia del cine. Hechos históricos como el que la industria cinematográfica europea dejó de hacer películas durante la guerra mundial porque necesitaban los recursos para el combate o el hecho de que los grandes cineastas y talentos de antaño serán inmortales para siempre gracias al séptimo arte, están presentes en el film. Es más, uno puede sentir (y compartir) el amor que siente Martin Scorsese por su medio viendo esta película (cabe destacar que el director es un gran colaborador y promotor de todo el proceso de restauración y preservación de todo el material cinematográfico de las primeras décadas del cine).
Si usted es un conocedor del séptimo arte, instantáneamente amará este film. Si a usted le gustan las películas bien hechas y con una gran historia, también saldrá contento de la función. Si lo que busca es una película para mantener a sus hijos tranquilos por dos horas, mejor métalos a otra sala, ya que el único detalle que le veo a Hugo es que está muy mal promocionada. Los trailers y la publicidad la venden como una película infantil para estas navidades y Hugo dista mucho de esto. De hecho, creo que es muy posible que los niños se aburran con este film, ya que en realidad, a pesar de las divertidas escenas de Sacha Baron Cohen y su perro dándole caza a Hugo, es un largometraje (bastante largo, de dos horas y 6 minutos) con un ritmo no tan acelerado y más bien asentado en la melancolía y la nostalgia, que en la fantasía. Aun así, considero que es una de las mejores películas del 2011 y ha venido en el broche de oro que se encargará de cerrarlo.