Las miradas estrechan las relaciones de los presentes, movilizan un sentir que se expresa desde el arte, la indignación, el activismo y la diversidad. Miles de personas acudieron desde temprano a la zona metropolitana de Puerto Rico, dividida en puntos de concentración convocados por organizaciones magisteriales, feministas, ambientales y trabajadores de los sectores público y privado, entre otros. A través del lente de nuestros fotoperiodistas Kenneth Matos, Paola Vargas y Andrés Santana se logró capturar esos instantes del Paro Nacional.
La mirada de un “clown” se detuvo a sufrirse en plena Milla de Oro. La pintura se derretía con el vapor del mediodía. (Kenneth Matos/Diálogo)
Los ojos que llegaron hasta Hato Rey representaban distintos frentes, feministas, queer, ambientalistas, estudiantiles, gais, entre otras.(Kenneth Matos/Diálogo)
El arte que disfraza, abraza y suelta. Los estudiantes de la Alianza Secundaria Interescolar (ASI) presentaron el entierro de Doña Educación. (Paola Vargas Aymat/Diálogo)
Los maestros retirados también llegaron hasta las manifestaciones. Joaquín Rivera, educador retirado, confía en el sistema publico de enseñanza: “Mi esposa, mis cuatro hijos y yo somos productos de la escuela pública puertorriqueña”, explicó. (Kenneth Matos/Diálogo)
A las diez de la mañana, al Departamento de Educación llegó con un caracol en las manos un puertorriqueño que representa la herencia taína. El sonido del caracol, y la mirada noble de quien lo portaba, aportaba una melodía espiritual a la protesta. (Kenneth Matos/Diálogo)
Los ojos son la guía, no parece haber miedo a mirar y ser mirado. La protesta de las miradas era de intercambio, en los diversos espacios se miraba antes de actuar. (Andrés Santana Miranda/Diálogo)
En la marcha se representó la muerte del retiro de los maestros hasta en rituales que cargaban las flores y el luto. (Andrés Santana Miranda/Diálogo)
Entre las miradas también estuvo representado el futuro que carga el presente. (Andrés Santana Miranda/Diálogo)
Las capuchas que parecían ser parte de la idea de cubrir el rostro, terminó siendo un trapo para aguantar lágrimas y el impacto de los gases lacrimógenos. (Andrés Santana Miranda/Diálogo)
Un hombre se manifestaba con su mirada puesta en la lectura y las palabras. (Andrés Santana Miranda/Diálogo)