Estamos profundamente decepcionados con la respuesta contraproducente del gobierno de Donald Trump ante las declaraciones de altos funcionarios saudíes sobre su intento de adquirir armas nucleares en flagrante violación de sus compromisos de no proliferación.
Llamamos a la Casa Blanca a reiterar de inmediato la política bipartidista de Estados Unidos de trabajar contra la propagación de armas nucleares hacia cualquier país, amigo o enemigo.
La decisión imprudente de Trump de violar el Plan de Acción Integral y Conjunto, que impidió que Irán se dotara de armas nucleares y dispuso un sólido sistema de control para detectar y disuadir engaños, no solo abrió la puerta para que la República Islámica expandiera su capacidad de producir material para una bomba atómica, sino que aumentó el riesgo de una creciente carrera armamentística nuclear en Medio Oriente, donde ya hay un estado con esa capacidad bélica.
El canciller de Arabia Saudita, Adel al-Jubeir, declaró a la cadena estadounidense CNN el 9 de este mes que su país, que al igual que Irán forma parte del Tratado de No Proliferación Nuclear (TPN), está preparado para construir una bomba atómica en caso de que la República Islámica relance su programa.
Al Jubeir también elogió la decisión de Trump de abandonar el tratado nuclear con Irán y de buscar la forma de volver a imponer sanciones contra empresas que tengan vínculos comerciales con ese país.
Al ser consultado sobre qué hará su país si Irán relanza su programa nuclear, Al Jubeir dijo al periodista Wolf Blitzer, de CNN: “haremos lo que sea necesario para proteger a nuestro pueblo. Que quede bien claro que si Irán adquiere capacidades nucleares, haremos todo lo posible por hacer lo mismo”.
Ante el pedido de aclaración de si quería decir que el reino trabajaría por adquirir capacidades nucleares, el canciller saudí respondió: “Eso queremos decir”.
Su declaración sigue a las realizadas por el príncipe heredero Mohammed bin Salman, el 15 de marzo, en entrevista con la cadena de noticias CBS respecto de que Arabia Saudita seguiría el mismo camino que Irán, si este se dotaba de armas nucleares.
En cuanto a si Arabia Saudita tendría el apoyo de Washington llegado ese caso, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, declaró: “En este momento, no sé de ningún anuncio específico sobre una política al respecto, pero puedo decirle que estamos muy comprometidos a asegurarnos de que Irán no tenga armas nucleares”.
La falta de respuesta de Washington a la amenaza del príncipe Salman en marzo y la frágil réplica de Sanders el 9 de este mes equivalen a una invitación irresponsable a un mal comportamiento.
Tanta vaguedad implica que el gobierno de Estados Unidos mirará para otro lado si Arabia Saudita rompe sus compromisos en el marco del TPN para dotarse de armas nucleares.
Ya es bastante malo que el gobierno de Trump, al violar el Plan de Acción Integral y Conjunto, ponga en riesgo el régimen del TPN al abrir la puerta a que Irán amplíe su capacidad nuclear.
El presidente Trump y sus asesores no deben agravar ese error al tragarse sus palabras cuando otro miembro del TPN en la región amenaza con tratar de dotarse de la bomba.
Instamos a la Casa Blanca a aclarar de inmediato que es una política de larga data de Estados Unidos, en tanto que miembro tradicional del TPN, “no asistir de ninguna manera, alentar o inducir a cualquier Estado no nuclear a fabricar o a adquirir de otra manera armas nucleares”.
Además “se comprometen de buena fe a iniciar negociaciones para la reducción y la liquidación de sus arsenales nucleares”.
También instamos al Congreso legislativo de Estados Unidos a rechazar todo acuerdo propuesto con Arabia Saudita que habilite la cooperación nuclear de Estados Unidos con ese país si busca enriquecer o adquirir plutonio o uranio enriquecido.