El mundo se encuentra en conflicto consigo mismo, alertó recientemente el director general de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), William Swing, al describir el estado crítico de los desplazamientos de personas entre países y continentes.
“Debo decir que no solo vivimos tiempos de turbulencia y desazón, jamás he conocido un mundo como este que hoy tenemos”, enfatizó el veterano diplomático estadounidense que este año concluye su segundo mandato cuatrienal al frente de la OIM.
Swing expuso sus preocupaciones este lunes 25 en esta ciudad suiza, al intervenir en una primera conferencia mundial de líderes religiosos, políticos y académicos, convocada por el Centro Ginebra por el Progreso de los Derechos Humanos y el Diálogo Global (Gchragd, en inglés).
Las advertencias de Swing llegan mientras la Unión Europea procura, hasta ahora en vano, fijar una política común ante el arribo de millares de migrantes cada semana, y en que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no acaba con la separación forzosa de más de 2,000 niños de sus padres migrantes, en un gesto juzgado como de extrema crueldad por personalidades internacionales.
“No tengo noticias de que se lleve a cabo alguna negociación significativa ni tampoco de ningún proceso político en marcha”, refirió durante el encuentro. “Lo que sí hay es una reacción anticíclica de la comunidad mundial, que se manifiesta en el temor al otro, en sentimientos antimigrantes y antirefugiados”, agregó.
“Observamos que una tormenta perfecta se desencadena actualmente, con una docena de conflictos armados que se extienden entre el occidente de África y los Montes Himalayas, sin ninguna esperanza de resolver a corto o mediano plazo alguno de esos enfrentamientos”, dijo.
El máximo funcionario de la OIM destacó que “a eso se suma que el número de personas en movimiento supera ahora los registros históricos, todo a causa de que la población mundial se ha cuadruplicado a lo largo del último siglo”.
Aunque gran parte de este fenómeno se desarrolla de manera regular, ordenada y segura, “aún nos quedan por lo menos 65 millones de personas que se ven forzadas a desplazarse”, explicó.
También influyen “el efecto de violaciones del derecho internacional humanitario por todos los bandos, una declinación del derecho internacional de responsabilidad civil… y una ausencia de todo liderazgo en las cuestiones más importantes”, lamentó Swing.
La Gchragd, donde el diplomático estadounidense hizo estos planteamientos, es una institución promovida por el príncipe El Hassan bin Talal, del reino de Jordania.
Bin Talal fue el responsable de inaugurar la Conferencia Mundial sobre religiones, credos y sistemas de valores, convocada bajo el llamado de “Unir fuerzas para mejorar la igualdad de derechos de la ciudadanía” y en la que participaron cerca de medio centenar de líderes religiosos de las diferentes confesiones existentes, además de especialistas internacionales en el tema.
El príncipe hachemita aseguró que “juntos podemos compartir la responsabilidad de desafiar al pensamiento convencional acerca de las causas subyacentes de la perdida de la dignidad humana, de la marginalización y de la opresión”.
La conferencia, celebrada en el Palacio de las Naciones de Ginebra y que tuvo entre sus objetivos conmemorar el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobó un plan estratégico global de diez puntos para alcanzar sus objetivos de fortalecimiento de los derechos ciudadanos.
Uno de los puntos estratégicos del plan, que será elevado a diferentes instancias de las Naciones Unidas, propone “preservar las herencias étnicas, culturales y religiosas de los países de tránsito y acogida, mientras, al mismo tiempo, se ofrezcan oportunidades de integración a refugiados y migrantes que arriben”.
El objetivo de esa iniciativa es “promover las contribuciones mutuas y las respectivas resiliencias” con el fin de “evitar la asimilación forzada de migrantes, refugiados y personas desplazadas”, tal como se plantea en el 16 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que integran la Agenda 2030.
El director general de la OIM aprobó la incorporación de ese planteamiento en el plan estratégico de la conferencia. “El texto subraya la importancia de respetar la diversidad y de promover las contribuciones que los migrantes y los refugiados siempre han hecho”, resaltó Swing a IPS.
“Me complace ver que el párrafo trata la cuestión de la integración, que está en el núcleo del tema. Con frecuencia, la gente que llega no es integrada de manera apropiada. Por eso es importante”, reflexionó.
Durante la conferencia, Swing criticó a quienes desechan las contribuciones que los migrantes aportan a las sociedades de acogida.
Por ejemplo, un estudio de la OIM y del estadounidense Instituto Global Mckinsey aunque solo 3.9% de la población mundial son migrantes, ese sector produce nueve por ciento de la riqueza mundial, medida en términos del producto interno bruto (PIB).
“Cuando estamos en medio de la tormenta necesitamos alcanzar las tierras altas y eso se consigue siguiendo la enseñanza de todas las creencias de que hombres, mujeres y niños son todos hijos de Dios y miembros de la familia universal”, reconoció Swing ante el encuentro de religiosos convocado por el Gchragd.
“Si queremos prevenir tormentas futuras habrá que hacer algunos cambios. El primer desafío es modificar la actual versión, que es tóxica. Nos hemos acostumbrado a levantar muros en lugar de puentes. Hasta que esa visión cambie la gente seguirá siendo explotada y sus derechos violados”, explicó.
Otra preocupación de la OIM es el desafío demográfico.
Con el rápido descenso de su población, los países del Norte industrial necesitan personas que hagan los trabajos y con mayor formación técnica. Al mismo tiempo e igualmente a gran velocidad se expande el desempleo entre la población joven de los países del Sur.
Para encarar ese reto “hacen falta programas de educación pública y también información pública”, recomendó Swing.
Por último, “tendremos que aprender a encarar el desafío del inexorable aumento de la diversidad étnica, cultural, religiosa y lingüística”, analizó la máxima autoridad multilateral sobre migraciones.
A su juicio, concluyó, el movimiento de personas, la movilidad humana no es “algo que deba ser resuelto”, sino que es una “realidad humana”, tan vieja como la misma humanidad y que debe ser manejada.