
(Suministrada)
La existencia, compuesta por la vida y por la muerte, por el cambio, la ganancia y la pérdida, incluye también una relación intrínseca de toda criatura con todo lo creado. Esta relación existencial fue más evidente durante el huracán María y continúa viva a través de su secuela.
La manera de vivir de un individuo y de una sociedad circula en la búsqueda constante de la felicidad, la provisión, la estabilidad, el progreso y de una trascendencia en correspondencia al nivel de conciencia y oportunidades de cada uno. Subyace en todo ello, el continuo ejercicio para la evasión o la liberación del sufrimiento.
Nos ejercitamos para enfrentar cambios y pérdidas mayormente en la dimensión del yo, del otro y de la sociedad porque deseamos el mayor bienestar físico, mental, emocional y espiritual que podamos alcanzar. Y cuando pensamos que vamos por un camino estable o rutinario, la naturaleza nos habla por medio de su lenguaje impetuoso y huracanado traducido en vientos, marejadas y derrumbes que nos dan a entender que ella también tiene algo que aportar a nuestro ejercicio existencial. Nos sacude y nos recuerda que, a pesar de la pérdida, somos seres resilientes (capaces de utilizar nuestros recursos internos para sobrepasar las adversidades) y que podemos resurgir de nuestros duelos.
El duelo significa reacción a la pérdida. Si reflexionamos sobre el tiempo que ha pasado desde el huracán María podríamos apreciar que sobre la Isla aún permea el velo de un duelo prolongado y muchas veces complicado por la multiplicidad de pérdidas y muertes de seres queridos (ya sea que estén directamente o no relacionados con ella). La simultaneidad de aquello que acarrea de por sí sufrimiento mas el impacto devastador de un fenómeno natural, cavan agujeros emocionales y espirituales que urgen de atención.
Esta reflexión breve es una exhortación a que independientemente de las ayudas que puedan ser o no sostenidas a un año de María, podamos continuar fortaleciendo el cultivo de la resiliencia. Podrán disminuir oportunidades de atención biosicoespiritual en la medida que se relacione erróneamente el tiempo con el olvido o por el agotamiento de recursos; no obstante, la búsqueda personal del sentido y significado de la vida y de una vida con propósito puede sobrepasar cualquier limitación de servicio o carencia de este. Recordemos a Víctor Frankl (autor de El hombre en la búsqueda del sentido).
Reintegrarnos a una vida nueva a pesar de la pérdida, sí implica renunciar a un mundo antiguo tal y como lo conocíamos, pero no significa el olvido de nuestros seres queridos muertos o de quienes nos hemos tenido que separar. Pensemos en el amor que compartimos con ellos y en nombre de ese amor, continuemos nutriendo el resurgimiento y la restitución personal, nunca como éramos antes, pero con el potencial de ser mejores y prósperos si no tanto en posesiones materiales, sí en fortaleza mental, emocional y espiritual. Esta fortaleza puede cultivarse a través de la lectura, los estudios, las artes, el cuidado físico, la creatividad para reinventarnos y reinvertir en otras dimensiones de nuestro ser que quizás no le prestábamos mucha atención antes.
Hoy les invito a tomar un tiempo para ventilar profundo y determinar que nada negativo les robará el aliento para la continuidad y la reinversión. Si se siente preparado, reflexione sobre los tipos de pérdida que ha experimentado desde el huracán María. Estas pueden ser entre otras, pérdidas tangibles (ejemplos: seres queridos, mascotas, casa, muebles, empleo…) o intangibles (ejemplos: el sentido de comunidad o de pertenencia…) y una muy contundente: el “yo” tal y como usted se concebía como persona.
No piense en los posibles responsables de estas pérdidas ni se sienta culpable por ellas. No reniegue a conciencia. Pregúntese en vez, ¿cómo me he transformado a la luz de cada una de estas experiencias? ¿Estoy dispuesto a permitir la oportunidad de resurgimiento en mi vida? ¿Qué haré o cómo puedo obtener ayuda para restituirme en nombre del amor propio y del que compartí o comparto con mis seres queridos?
Persista en esta restitución (reintegración): busque personas afines a su propósito, personas con quienes pueda crecer mental, emocional y espiritualmente. No permita que su proceso de restitución sea saboteado. Intégrese a las actividades culturales o religiosas de su comunidad o aventúrese a conocer o iniciar otras.
Los duelos identificados como prolongados pueden desembocar en una cronicidad inclusiva de patologías las cuales no aportan a la salud holística del ser humano ni de la sociedad.
La Tanatología como ciencia que incluye en ella el estudio de los cambios, las pérdidas, la muerte y los duelos es una propuesta para todo hospital e institución de salud de Puerto Rico. Puede ser integrada ya sea mediante estudios del propio personal de la agencia o mediante la inclusión de personal capacitado al entorno del servicio.
También puede ser cultivada por cada doliente en búsqueda de un sentido de la experiencia de la pérdida mediante la biblioterapia o su participación en sesiones de consejería o talleres educativos para las comunidades.
No se rinda. El poder de la restitución reside en usted. Según diccionarios etimológicos curiosamente el nombre María está relacionado con la raíz ‘mrh’, que se asocia a la rebeldía, al desacuerdo. Sea rebelde en el buen sentido y a favor de su salud integral, dígale “no” al duelo crónico, a las patologías por causa de este y a la desesperanza que no permite contemplar el resurgimiento ni la trascendencia.
La autora es especialista en Tanatología; tanatóloga del Hospital de Trauma, ASEM; fundadora de la Asociación de Tanatología Integral de Puerto Rico y el Caribe, Inc.® y de la página educativa Organización Espigas. También es profesora del Certificado Profesional en Tanatología Aplicada, en la División de Educación continúa de la UPR Río Piedras. Es autora de Cuando Los Dibujos Hablan – Percepciones Tanatológicas: Un Estudio Contemplativo sobre la Muerte y el Duelo (2018). Para más información pueden escribirle a silva.shirleym@gmail.com.