Hablar de la Revolución cubana es referirse no sólo a un acontecimiento histórico sino también, y tal vez con mayor énfasis, a un evento casi mítico. Y es que el ya cincuentenario triunfo de “los barbudos” -como se les conoció a Castro, Cienfuegos, el “Che” y los demás comandantes del ejército rebelde- parece haber estado marcado desde sus inicios por hechos cargados de simbolismo. La mera fecha del derrocamiento del régimen, 1 de enero de 1959, constituye uno de esos primeros signos; “año nuevo, vida nueva”, parecía ser la promesa tácita. En la segunda parte de su célebre saga fílmica, “El Padrino”, Francis Ford Coppola universalizó el momento de la huida del dictador Fulgencio Batista del Palacio Presidencial de La Habana. Y aunque la película sólo se ocupa por unos minutos de los hechos de aquella primera madrugada del 59 en Cuba, la inclusión de la gesta de Fidel y compañía en una de las cintas más reconocidas en la historia del cine, sin duda alguna ha sido uno de las múltiple referencias que han aumentado el carácter legendario de la Revolución y de su Comandante en jefe; Fidel Castro. En el filme vemos cómo, minutos antes de la medianoche, Batista reúne a un grupo de allegados para anunciar el nombramiento de un gobierno provisional, ya que él debe abandonar inmediatamente la Isla. Sin embargo, Castro no supo lo que ocurría en las calles de La Habana hasta bien entrado ese primer día de enero. La llegada del nuevo año encontró al Estado Mayor del ejército rebelde en plena Sierra Maestra. José Pardo Llada, un periodista que pocos meses atrás se había incorporado a las filas de la Revolución, relata cómo para el Comandante en jefe esas primeras horas de 1959 estaban plagadas de incertidumbre sobre el futuro de la lucha revolucionaria: En uno de sus movimientos característicos -con los hombros algo encorvados, las manos cogidas atrás, el rostro abstraído- se topó con el capitán Raposo, oficial del Ejército incorporado a las fuerzas Rebeldes. Este le felicitó por el Año Nuevo, y contestó Fidel: -¿Usted cree que será en verdad feliz, Capitán? Alguien apuntó: -Este será el año de la Victoria. Sonrió Fidel y descansando una mano sobre nuestro hombro -otro de sus gestos típicos, como si se excusara de su gigantescos seis pies dos pulgadas de estatura -comentó despaciosamente: -De lo que sí estoy seguro es que este año será el de las preocupaciones. A mayores victorias, mayores responsabilidades . (Tomado del periódico “El Tiempo” en su edición digital del 1 de enero de 2009: http://www.eltiempo.com/mundo/latinoamerica/revolucincubana/ARTICULO-WEB-PLANTILLA_NOTA_INTERIOR-4740381.html) Una semana después, el 8 de enero, Fidel entró a La Habana y se posicionó como Primer Ministro y jefe de gobierno; cargo que ocuparía ininterrumpida e insospechadamente durante los siguientes 49 años y 55 días. Para muchos la perpetuación de Castro en el poder ha sido un retorno al Estado contra el cual él se emancipó; medio siglo después, la Revolución se habría tornado “reaccionaria”. De allí que, paradójicamente, su conmemoración evoque uno de los capítulos más románticos del siglo XX, la llegada del pueblo cubano al poder, mientras señala el inicio de uno de los regimenes políticos más extensos, y a la larga extenuantes, de la historia moderna. Desde hace ya mucho tiempo la Revolución se confundió con el Castrismo, polarizando así las opiniones que sobre su conveniencia, su legado y su porvenir, se tienen tanto al interior como fuera de la Isla. La gran mayoría de artículos y columnas periodísticas que por estos días han sido publicados en los diferentes medios, exponen ese carácter al extremo opuesto que desde hace ya varias décadas domina el tono del debate. A las notables estadísticas sobre beneficios para la población, educación y salud las más sobresalientes, que esgrimen los defensores del gobierno de Fidel; se les pueden oponer las alarmantes cifras sobre coartación de libertades fundamentales, denunciadas por una creciente oposición. De esta misma manera todos los otros reglones de la vida cubana son evaluados bajo este irreconciliable y sectario patrón. Pareciera que las transformaciones que han tenido lugar en el mundo en los últimos 50 años, no hubieran enriquecido sino atizado la discusión. Sin embargo el 2009 surge como un año lleno de retos y expectativas para la semi-centenaria Revolución. La próxima posesión de Barack Obama, quién no ha sido ajeno al tema, promete traer el tema del embargo y de Guantánamo a primer nivel. De otro lado el retorno de la intervención estatal en economías cada vez más globales-nacionales, podría ofrecer alternativas de diversificación y apertura al modelo de la Isla. Mientras que el surgimiento de nuevos grupos de presión política y económica en Asia y Latinoamérica, así como la renovación de los lazos con Europa a partir de la consolidación de la Unión Europea, parecieran oxigenar política e internacionalmente a Cuba.
Diálogo ofrecerá en su edición del mes de Febrero, un especial sobre el aniversario 50 de “La Revolución”.