COLOMBO (Reuters) – El Ejército de Sri Lanka ha atacado el último reducto de los Tigres para la Liberación del Eelam Tamil (TLET), y el éxodo de civiles que huyen de la zona de conflicto ha llegado a los 50.000, según fuentes militares. El operativo comenzó tras cumplirse al mediodía de este martes el plazo dado por el Ejército a los rebeldes TLET para rendirse, sin que estos se pronunciaran, en lo que parece ser el acto final de la guerra más antigua de Asia. El Comité Internacional de la Cruz Roja dijo que la situación era “catastrófica” e instó a ambas partes a evitar más muertes de civiles, afirmando que cientos de personas habían muerto en las últimas 48 horas. La agencia internacional no responsabilizó a ninguna de las partes en conflicto por las muertes. “Hasta ahora han llegado 49.054 civiles y todavía siguen llegando”, declaró el portavoz militar, el general de brigada Udaya Nanayakkara. “Los soldados se están desplegando en el área que está bajo su control”, agregó. Naciones Unidas y gobiernos occidentales han instado a los militares cingaleses a renovar una breve tregua para negociar el éxodo de los civiles, un pedido que el Gobierno ha rechazado luego de que los rebeldes han desestimado todas las súplicas para permitir la huída de las personas. El diario estatal Daily News, citando al comandante del Ejército Sarath Fonseka, dijo que los soldados habían alcanzado la costa y tomado el control de la única instalación médica en zona neutral, un hospital provisional dirigido por la Cruz Roja en Puttumatalan. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) dijo que temía que la operación pudiera elevar drásticamente el número de víctimas. Al menos 50.000 personas están en la zona de no combates, según declaró el portavoz del CICR Simon Schorno en Ginebra. El Ejército señaló que el número de civiles podría ser menor, pero no ha dado cifras. Antes del éxodo había 60.000 personas allí. La huida de los afectados comenzó el lunes, después de que los soldados derribaran un muro de tierra que bloqueaba la vía de acceso principal a la zona sin combates, un territorio de 17 kilómetros cuadrados en la costa noreste del país que es el último reducto controlado por los separatistas rebeldes. La presencia de decenas de miles de civiles ha sido el obstáculo principal para el ejército de Sri Lanka, que ha arrinconado a los separatistas con la intención de poner fin a un conflicto que comenzó en 1983 y lleva al menos 70.000 muertos. Aunque el fin de la guerra parece más cercano, Sri Lanka se enfrentará a los desafíos de superar la división entre la minoría tamil y la mayoría cingalesa, y revivir una economía de 40.000 millones de dólares que sufre desde múltiples frentes. El país pretende conseguir un préstamo de 1.900 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional para mejorar el equilibrio en la crisis de pagos e impulsar unas cada vez más flojas reservas cambiarias extranjeras. La operación militar provocó las protestas de los expatriados tamiles en Londres y París el lunes. En la capital francesa, unas 180 personas fueron arrestadas y cuatro resultaron heridas cuando la manifestación se volvió violenta y los manifestantes bloquearon una intersección y arrojaron objetos contra autobuses y policía. El Ejército de Sri Lanka emitió imágenes de video aéreas que mostraban las colas de gente que se agolpaba para ser revisada por los soldados en el exterior de la zona sin combates, y en una de ellas se veía a personas que salían corriendo del área dirigida por el LTTE. En la madrugada del martes, el Ejército difundió otro vídeo en el que dijo que aparecían varios cientos de personas apiñadas en un grupo y pocos segundos después dos personas apuntan y disparan lo que parece ser un rifle contra la gente que hacía cola varias veces.