El pasado viernes fuimos testigos de un histórico desfile de modas: los diseñadores puertorriqueños Stella Nolasco y Luis Antonio presentaron sus más recientes colecciones por primera vez en el Mercedes Benz Fashion Week durante la Semana de la Moda de Nueva York.
Dicho evento se caracteriza, entre algunas cosas, por la exposición internacional que ofrece a diseñadores que no provienen de mecas de la moda. Al igual que la ciudad donde toma lugar, New York Fashion Week es una actividad que reúne diversas culturas, repercutiendo en un rico ofrecimiento de diseño de moda.
Diseñadores como Carolina Herrera, Oscar de la Renta e Isabel Toledo son algunos de los latinos que se han unido a este intercambio cultural. Sin duda, Stella y Luis están en gran compañía.
El hecho de los diseñadores radicados en el País lleguen al New York Fashion Week abre espacio a una nueva conversación en torno a lo que representa sus participaciones para la industria de la moda local.
El circuito de la moda es muy selectivo; solo un reducido grupo entra, lo que convierte a la industria en una de poca diversidad étnica y social. No obstante, la globalización y el crecimiento de Internet ha hecho que la industria se democratice hasta cierto punto, permitiendo que diseñadores como Stella Nolasco y Luis Antonio se expongan en escenarios internacionales como el New York Fashion Week.
Tengamos en cuenta que quién produjo estos desfiles fue Kelly Cutrone, una publicista reconocida a nivel mundial caracterizada por su honestidad, con la que pretende sacudir la exclusividad de la industria. Cutrone es creyente de la democratización de la moda y de los beneficios que implica dicha fusión cultural. Stella Nolasco y Luis Antonio entran en esta ecuación poniendo sus diseños y la industria local en la palestra internacional.
Otro aspecto a analizar es la composición de la colección. En Puerto Rico, muchos diseñadores se dedican a la confección de vestidos de gala para concursos de belleza, bailes de graduación y mujeres de alta sociedad. Es una industria de poca producción, por lo que los diseñadores trabajan con una clientela fija y particular. En Nueva York, todo cambia. Las colecciones deben estar dirigidas a una audiencia que aspira vestir de diseñador en el diario vivir. De igual modo, deben estar pensadas en editores que quieren publicar looks adaptados a la vida real y en cadenas de tiendas que buscan vender los diseños a la mayor cantidad posible de clientes.
¿Cuáles son las implicaciones de participar en las pasarelas de Nueva Yorkpara los diseñadores boricuas? Un cambio significativo no solo en el mercadeo de la marca sino también en la confección de sus colecciones. Ya no solo deben complacer a su clientela de damas cívicas, reinas de belleza y senior proms, sino que deben producir piezas que se puedan fabricar en masa. Es decir, lo artístico se debe traducir a lo rentable, tanto para el diseñador como para las tiendas que potencialmente venderán sus colecciones.
Es un momento oportuno para que la industria de la moda local tome ejemplo y transforme su modelo de negocios de boutique a uno de producción en masa pensada en un público internacional. En un periodo de prolongada recesión económica y crisis laboral, la moda puede ser uno de nuestros aliados si apostamos al arte y al desarrollo de una industria rentable de vestir a las masas. Stella Nolasco y Luis Antonio ya dieron un paso adelante.