Es un hombre lleno de alegría y humildad. Aprendió a tocar la guitarra para poder entrar a la Tuna de la Universidad de Puerto Rico (UPR). No importaba el día, ni la hora siempre estaba practicando al punto de que la gente “creía que estaba loco”. A los tres meses de estar practicando, Don Paquito López Cruz lo escuchó, le cogió pena, lo aceptó en la Tuna y “todavía estoy aquí”. Claramente, nos referimos a Gregorio Acevedo, mejor conocido como Don Goyo, quien por décadas es director de la Tuna y profesor de esgrima en el Recinto de Río Piedras.
Don Goyo ingresó a la UPR (1959) admitido por la Facultad de Administración de Empresas porque pensaba que si estudiaba Administración de Empresas podría sacar a su familia de la pobreza.
“La Universidad de Puerto Rico para mí es lo más grande que hay como entidad educativa. La UPR se convirtió en mi casa. Cuando yo paso por la torre siempre me detengo a mirarla. Llevo más de cincuenta años en la Universidad, desde que empecé como estudiante, y para mí la torre siempre es nueva”, expresó Acevedo.
La vida de Don Goyo está basada en la UPR, este fue el lugar que lo formó. Como muchos de los estudiantes, en su estancia universitaria pasó hambres, amanecidas, así como buenos y malos momentos que lo ayudaron a crecer y a ser la persona que es hoy.
“Tal vez otra persona tenga los derechos en papeles, pero yo tengo los derechos para decir que la Universidad es mía”, aseguró.
Ríopedrense y ponceño
Si bien Acevedo nació en Ponce, él siente que pertenece a la UPR de Río Piedras. No obstante, Ponce también tiene un significado muy importante en su vida. Se siente muy orgulloso de haber nacido y crecido en esta ciudad. Este sentimiento se hace visible en el escudo que cuelga de la ventana de su oficina.
Según él, las ganas de triunfar y la perseverancia las adquirió de Ponce. “Nunca he podido soportar llegar último. Mi mamá me dijo ‘hasta penúltimo, pero último jamás’”. De su madre, quien también fue educadora, aprendió a enseñar y a entender a la juventud.
Más allá de enseñar un baile o tocar un instrumento, Don Goyo expresó que su labor con la UPR es enseñarle a la juventud que la vida universitaria es alegre. Es por esto que el estudiante que esté interesado en pertenecer a la Tuna necesita tener alegría, estar dispuesto a sacar esa alegría y creer en el amor. Para él, el amor se expresa a través de la música y lo primero que el alumno debe hacer es aprenderse el himno de la UPR.
La envidia de Don Quijote
Don Goyo es un símbolo muy importante en la UPR. Sin embargo, por su humildad, siente que le dan más importancia de la que merece. Lo cual lo hace sentir extraño.
“Yo solamente soy el director de la Tuna y me dan un sueldo como cualquier empleado de la Universidad”, sostuvo.
El hecho de ser tan reconocido no solo se debe a su labor de tantos años, su parecido físico con Don Quijote lo hace más especial. “Desde que me puse la ropa de la tuna me empezaron a decir Don Quijote. Yo les decía ‘dígame Sancho’”.
Acevedo recordó que el director de la Tuna La Chimba en Chile, escribió el libro de la historia de las Tunas. Para este libro “me pidió que le dijera si a mí me hubiera gustado estar en la época de Don Quijote. Yo le escribí, ‘Aunque con mi ropa de tuno tengo la pinta de Don Quijote, prefiero estar en esta época donde aun Don Quijote envidiaría mis andanzas’. Yo no creo que Don Quijote haya gozado más que yo en su vida”.
Aunque la comparación con Don Quijote no le molesta, Don Goyo se identifica más con el Lazarillo de Tormes, ya que en su época tuvo que robar comida para poder sobrevivir en la universidad.
Recordó que esperaba a que la gente dejara la comida para comer sus sobras. Además, se hacía amigo de los dueños de las panaderías y los restaurantes, que estaban cerca de la Universidad, para que le regalaran comida.
Foto: Ricardo Alcaraz
Muchos sueños alcanzados
En su trayectoria como director de la Tuna ha tenido muchas satisfacciones. La primera de ellas fue visitar la Casa de la Compostela en España, ahí está el museo mundial de las tunas.
Otro de sus mayores deseos era enfrentar a las tunas españolas. No solamente tuvo la oportunidad de competir con ellas, sino que también ganaron todos los premios. Don Goyo se siente satisfecho porque ha podido lograr todo lo que se propuso cuando comenzó a dirigir la Tuna en el 1972. “Lo último que logré fue que grabáramos el disco”, destacó.
Como persona, una de las mejores experiencias que ha vivido fue en el concierto del 50 aniversario de la Tuna en el Teatro de la UPR. De acuerdo con Acevedo, no hay cosa más importante para un tuno, que el hecho de que otro tuno ponga la capa a sus pies.
En ese concierto, fue cuando más de 300 tunos pusieron su capa para que él pasara sobre ellas. En las capas está la historia de cada uno de los tunos, de modo que al caminar sobre las capas Don Goyo estaba pisando la historia de cada uno de ellos. “Ha sido el honor más grande que he tenido”, comentó muy emocionado.
Busca un sucesor
Entre las cosas que le faltan por lograr, Don Goyo busca encontrar a su sucesor. Aunque ha formado a muchos líderes, aún no tiene quien se quede en su lugar.
Así de fuerte es el amor y el compromiso que siente por la Tuna, que ha preferido permanecer en el cargo más de 40 años. Este amor y compromiso van más allá de lo que podamos imaginar, ya que Don Goyo asegura que nunca le ha importando su paga.
Para él la Tuna no tiene ni hora, ni día, ni excusas, donde los necesiten ahí van a estar. Según Acevedo, ama tanto a sus estudiantes que no se marcha a su hogar hasta que se haya ido el último estudiante. “Mientras yo esté nadie se va a quedar solo en la Universidad”, finalizó.
Foto: Ricardo Alcaraz