Observadores internacionales pidieron ayer la realización de una segunda vuelta luego de que un grupo de funcionarios, apoyados por la ONU, invalidara decenas de miles de votos que favorecían al presidente Hamid Karzai, en la elección presidencial del pasado agosto. Así se confirmó un fraude electoral que no solo pone en tela de juicio la legitimidad de Karzai, sino la estrategia militar y política de Estados Unidos en el país asiático. Estados Unidos no puede esperar a que se resuelvan los problemas que rodean la legitimidad del Gobierno de Afganistán para tomar una decisión sobre el despliegue de más tropas en ese país, dijo el secretario de Defensa Robert Gates. Gates, hablando a periodistas en vuelo hacia Tokio, describió la situación en Afganistán como un proceso evolutivo que no mejoraría drásticamente de la noche a la mañana, sin importar que curso se tome respecto a las cuestionadas elecciones de agosto.
“Veo esto como un proceso, no como algo que vaya a ocurrir de repente”, declaró Gates. “Creo que (el presidente de Estados Unidos, Barack Obama) deberá tomar sus decisiones en el contexto de ese proceso evolutivo”, agregó el funcionario. La guerra que libran las tropas de ocupación, encabezadas por Estados Unidos y Gran Bretaña, en contra de talibanes ha sido cruenta. No solo ha cobrado la vida de miles de soldados, sino que ha obligado a Barack Obama a decidir pronto si enviará más tropas o no. El domingo, el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, declaró que la estrategia del mandatario en Afganistán y su decisión pendiente sobre el envío adicional de tropas estadounidenses depende de si el gobierno de Kabul está en vigencia. La pregunta primordial no es “cuantos soldados deben enviarse, sino si tenemos un socio afgano creíble”, señaló Emanuel, agregando que era importante que el resultado electoral sea visto como legítimo y creíble. El secretario de prensa del Pentágono, Geoff Morrell, aseguró que Gates creía que el tema de la legitimidad del Gobierno afgano iba más allá de la pregunta de quién sería declarado ganador de la votación, o de una eventual segunda vuelta. El tema dependía de si el Gobierno en Kabul contaba con la fe y la confianza del pueblo afgano, manifestó Morrell. Una nueva elección podría verse complicada por el fortalecimiento de la insurgencia talibán -que ha llevado al despliegue de decenas de miles de efectivos extranjeros y afganos- y por la cercanía del duro invierno afgano que aisla a cientos de localidades cada año. Gates explicó que confía en que las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN podrían proveer seguridad para una segunda vuelta, si esta se lleva a cabo, pero agregó que un intenso clima invernal podría hacer que los afganos no acudan a sufragar. “Creo que la consideración clave frente a nosotros en este punto es en realidad menos (un tema de) seguridad (…) (se trata de) el clima. Así que hacer algo antes de que avance el invierno será muy importante”, declaró Gates. Gates no confirmó cuándo prevé que el presidente Obama decida si incrementará la cantidad de soldados desplegados en Afganistán, una decisión complicada por el aumento de las víctimas y la caída del apoyo público para la estancada guerra que ya lleva ocho años. Pero indicó que hasta que varios miembros del gabinete no regresen de sus viajes al extranjero la próxima semana no se reunirán con el mandatario para llevar adelante nuevas deliberaciones sobre el tema. “Ahora sólo es cuestión de tener el tiempo con el presidente en el que podamos revisar las opciones y entonces exponerlas para que tome una decisión”, dijo Gates.