En teoría la justicia no tiene sexo, tampoco el crimen. Si aceptamos este postulado como una verdad irrefutable, estaríamos tan vendados como la propia imagen de la justicia ciega con balanza en mano. De los múltiples -pero nunca suficientes- análisis penitenciarios, se sostiene que para la mujer la prisión es doblemente estigmatizadora y dolorosa. Y es que la cárcel es un reflejo de la sociedad, en donde se manifiestan de manera reducida las desigualdades sociales. Según Carmen Chazulle, profesora en el Programa de Maestría en Sistemas de Justicia con especialidad en Derechos Humanos y Procesos Antidiscriminatorios de la Universidad del Sagrado Corazón (USC), la prisión es “un espacio en el cual el quehacer y la conducta femenina quedan interferidos por aspectos maternales y mujeriles de antaño”. La académica se refiere a vetustas teorías biologicistas que todavía rigen los procesos penales y carcelarios. “En general se le da mayor peso al crimen cuando lo comete una mujer”, confirmó Chazulle. Las múltiples voces que se tomaron en consideración para profundizar en el tema expresaron que la educación es tan solo uno de los muchos factores de desigual tratamiento recibido por las confinadas e hicieron hincapié en que el significado que se le adjudica al encierro para las mujeres es distinto al de los hombres. “El Ministerio Público en sí mismo asume un discurso de género, pero lo hace para excusar la conducta del hombre. Se acusa a unas y se excusa a otros”, denunció Chazulle. Se extrae, por tanto, que para resolver estos problemas urge incluir un enfoque de género meticuloso en las diversas etapas de los procesos penales y de rehabilitación. Ciñéndonos al proceso educativo de rehabilitación o de reinserción (como prefieren llamarle los que abogan por un análisis moderno) los modelos que existen son calificados como convencionales y obsoletos. “No van atados necesariamente a un proyecto nacional de educación. Se exige, pero no existe un proyecto que enlace el delito cometido con la rehabilitación adecuada”, capituló Chazulle. Cuando Chazulle expresa que “se exige” se refiere a que uno de los derechos constitucionales de los y las confinadas de Puerto Rico es el derecho a estudiar. Incluso en Puerto Rico existe el derecho estatutario de bonificación por estudio. Sin embargo, son escasos los programas educativos penitenciarios, en particular para las mujeres, y se les denomina educativo a pesar de que, objetivamente, lo que se estila es la oferta de capacitación para realizar tareas del hogar o trabajos industrializados relacionados a los textiles o la cerámica. Para la licenciada Olga Elena Resumil, catedrática de la Escuela de Derecho de la UPR y experta en materia penitenciaria y política criminológica, la ausencia de coordinación intragencial, la falta de compromiso institucional, la carencia de convencimiento y fe en los postulados sobre los que descansa la política y la falta de un sentido de pertenencia institucional de los operadores del sistema penal, propician el fracaso de cualquier política penitenciaria. “De ahí la importancia de inserir al órgano jurisdiccional como elemento nivelador e instrumento de control de las garantías de debido proceso en la gestión penitenciaria”, especificó. Estereotipo intramuros El estigma y el dolor que sufre una mujer confinada es realmente duro si se tiene en cuenta el rol que la sociedad le ha asignado. La mujer encarcelada es calificada de “mala” porque contravino el papel que le corresponde como madre y esposa: sumisa, dependiente y dócil. “Es dramático ver cómo se continúa estereotipando a la reclusa porque además de cometer un delito, cuando se supone que la mujer es pasiva, ella ha violado un regla social que tiene que ver con su género. Se supone que se debía comportar de otra manera”, relativiza Chazulle. De manera similar la socióloga y criminóloga Lina M. Torres advierte sobre las diferencias de trato fundamentadas en prejuicios de género. “Cuando una pregunta respecto al trabajo con la población confinada, todavía gran parte del personal penitenciario sigue esgrimiendo el argumento de que es más difícil trabajar con mujeres confinadas que con hombres confinados. A la mujer confinada se le ve no solamente como una persona que ha trasgredido una norma (legal o penal) sino también la “moral” impuesta a éstas. A los hombres, se les ve como que esa conducta es más “natural” en ellos”, sostuvo Torres. Ana López, Superintendente de la única cárcel de mujeres del país, sostuvo que las confinadas demandan más que los hombres. “Son más apasionadas, más impulsivas, el varón quizás piensa más las cosas, las mujeres son más desafiantes. Imagínate sufren tantos cambios hormonales”, adjudicó. Chazulle, quien también es directora del Centro de Vinculación Comunitaria de la USC, reprochó que la preparación para la reinserción a la libre comunidad que se le ofrece a la mujer dentro de la cárcel responda más a la imposición de disciplina que al apoyo integral. Antes se persigue que “se comporte” como madre, esposa e hija. “Se busca enfatizar una determinada visión de mujer. Pero lo que ocurre intramuros va muy acorde con lo que todavía se observa en la sociedad. El prejuicio continúa. Es como si se les dijera constantemente: has fracasado pero como mujer y eso es peor”, criticó. Por otra parte, las políticas penitenciarias tampoco van dirigidas a mejorar las condiciones de salud de las mujeres. Según Edna Ortiz, sociopenal de la Cárcel de Mujeres de Vega Alta: “Hay particularidades de las mujeres distintas a las de los varones, por tanto no puede ser un mismo modelo para cada sector”. Ortiz recordó que el prejuicio que vive la mujer en la institución quedó reflejado cuando hace unos meses la senadora Evelyn Vázquez fue objeto de burlas por solicitar ropa interior adecuada para las confinadas. “Se le criticó porque ella dijo que era un problema que debía resolver la Legislatura, pero la realidad es que las panties también tienen que ver con la salud de las mujeres y al País debería importarle”, alegó. A pesar de que la Superintendente de la cárcel expresara que los servicios médicos que reciben las reclusas son los adecuados –tanto en materia de salud mental como servicios especializados de medicina interna y ginecología- a Torres, veterana analítica del sistema correccional patrio, le parece que los servicios ginecológicos, de dar a luz y atención durante embarazos todavía no son respetados. Más para la mayoría La Escuela Industrial Para Mujeres de Vega Alta, popularmente conocida como Cárcel de Mujeres, tiene cerca de 335 confinadas. Un cifra que oscila debido a su naturaleza de centro de ingreso primario. Anualmente se estima que unas mil mujeres pasan por los anexos. En los salones de máxima sentencia hay 32 mujeres, 12 en los de salud mental, 6 en medical, lugar donde están las lesionadas o enfermas, y 5 en el área de detox. Las demás están distribuidas en los salones. Aproximadamente 17 por anexo. Las mujeres que allí habitan compiten por los fondos que el Departamento de Corrección asigna a las demás instituciones carcelarias. “No es secreto que los recursos se los llevan los del grupo mayor, o sea los hombres. Aun cuando el grupo es menor, las mujeres tienen muchas más necesidades”, subraya Ortiz y aclara que ellas precisan más materiales de aseo y embellecimiento, “porque aunque estén confinadas ellas se quieren ver y sentir guapas”. Mencionó también que esta población requiere que la institución carcelaria cuente con columpios y áreas verdes habilitadas para el recreo, puesto que el por ciento de madres en la cárcel asciende a 90. La falta de leyes y políticas adecuadas para abordar los distintos problemas de las mujeres trascienden en la visita de los hijos, en las madres lactantes, en la violencia sexual y el hacinamiento producto del aumento de la población penitenciaria femenina. El incremento en el número de presidiarias se debe generalmente a la comisión de delitos relacionados con el microtráfico (o trasiego en pequeñas cantidades) de drogas, según las estadísticas oficiales. “Aquí hay muchas usuarias de drogas, de salud mental, son mujeres pobres porque no tienen preparación académica y tienen retraso cultural”, reconoce Ortiz. “La drogadicción las lleva a cometer delitos contra la propiedad y otras faltas por agresiones físicas porque de algún modo hay que buscar para la cura. Comienzan muchas veces moviendo la droga de un lugar a otro desde muy temprana edad, como si movieran dulces, y se involucran en el trasiego de drogas”, expuso. La mayor parte de la población confinada femenina -coinciden las entrevistadas- es desertora escolar y proviene de familias disfuncionales donde la presencia de los padres es nula. “El Departamento de la Familia ha criado a muchas de ellas”, reveló Ortiz, quien lleva 17 años trabajando en el sistema carcelario. “En Puerto Rico no hay nada estructurado. La mayoría del personal somos trabajadores sociales, pero no existe una educación postgraduada. La política pública la establece el administrador y nosotros tenemos que ajustarla. Como el sistema es uno cambiante, nosotros vamos cambiando de estrategias”, confirmó la sociopenal, quien admitió que no recibe seminarios ni capacitación periódica como parte de sus funciones. Resumil explica que ninguna política criminológica puede ser exitosa sin un plan de acción para el adiestramiento de los actores penitenciarios que esté fundamentado sobre el conocimiento de la población a ser servida. Además de levantar un perfil demográfico, psicosocial y jurídico (clase y tiempo de la condena) es indispensable conocer el perfil “moral” (ética y valores) de la población penal. “Un cambio en la política criminológica tendrá como efecto necesario un cambio en la política institucional. Esto conduce necesariamente a un cambio de posturas en el ambiente interno que a la vez requiere modificar las actitudes de toda la comunidad penitenciaria”, recomendó la letrada en el Foro Consultivo de Expertos y Primer Seminario Internacional de Reforma Penitenciaria para Latinoamérica y el Caribe, celebrado en Santo Domingo, en junio de 2006 bajo el auspicio de la ONU. Educar es reformar Uno de los mayores inconvenientes que dimana de la desigualdad de género en prisión es que a pesar de que el componente académico es obligatorio, la educación a las féminas es exclusivamente de tipo vocacional. Si bien es cierto que la instrucción es compulsoria, en la actualidad la Cárcel de Mujeres cuenta con una sola maestra y sus cursos son de nivel elemental. “Como no hay recursos económicos, las mujeres tienen menos oportunidades educativas”, admite Ortiz, y agrega que en cuanto a laboratorios de trabajo y capacitación vocacional la situación es igualmente precaria. Asimismo Chazulle confirmó que las mujeres reciben menos cursos y que carecen de bibliotecas adecuadas. También que se les restringen las actividades culturales, recreativas y educativas a las que tienen derecho. El 80 por ciento de las encarceladas se acoge a lo que hay: talleres de costura industrial, cerámica, artesanía y cosmetología. También hay un curso especializado en reparación de computadoras. Otras de las alternativas dentro de Vega Alta son programas de impacto psicológico, como Aprendiendo a vivir sin violencia y Canvivir, un proyecto traído de Estados Unidos que asigna a las reclusas un perro por una breve temporada para enseñarlas a desarrollar paciencia a través de la mascota. Se ofrecen reuniones de Alcohólicos y Narcóticos Anónimos. Hasta ahora el más atractivo de los programas institucionales –tiene 100 mujeres matriculadas– proviene del área de Corporación de Empresas Adiestramiento y Trabajo, apéndice del Departamento de Corrección, en el cual se emula la actividad empresarial de un fábrica en la libre comunidad. Ellas realizan trabajos remunerados de costura y tapizado. “Hay disposición en ellas para mejorarse. Habría que estructurar un buen sistema que establezca horas de estudio y horas de trabajo. Porque la gran mayoría prefiere programas con remuneración económica, aunque sea una peseta. Porque son pobres y quieren comprarle cosas a sus hijos”, relató. De otra parte, la Fundación Felisa Rincón de Gautier imparte unos tratamientos de sicodanza y Calidad de Vida. Tú Decides, es otro de los programas triunfadores. A través de ejercicios teatrales se reeduca a las confinadas. Impartido por la actriz Elia Enid Cadilla, las participantes salen a la libre comunidad a poner en escena sus obras con fines sociales. Hacia las particularidades El delito no es de naturaleza homogénea y, por lo tanto, su estudio no debe hacerse sólo desde una perspectiva etiológica (la causa de las cosas) o desde un enfoque crítico. Es necesario analizar en conjunto las relaciones y las reglas del poder en la sociedad. A juicio de Chazulle, el análisis del proceso penal en el país “está bastante crudo” en relación a género. “Creo que tiene que ver precisamente con que no se quiere reconocer que están violando los derechos constitucionales de las personas y que finalmente esa violación redunda en el confinamiento y que en ese caso no se está haciendo justicia”. A iniciativa de la Fundación Internacional Penal y Penitenciaria (FIPP), organización originada en 1951 con el apoyo de la Asamblea General de la ONU, se constituyó el Comité Permanente de América Latina para la Revisión y Actualización de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, adoptadas por la ONU en 1955. Recientemente en la Isla se realizó una revisión con el propósito de poner al día estas reglas acorde con el estado de las discusiones en torno a la problemática carcelaria en contemporáneas y con el avance de los derechos humanos en el plano global. A tales efectos, Torres detalló sobre las reuniones que se produjeron en abril de 2008 en la USC, en donde se celebró el Seminario Imaginando lo posible: Hacia una nueva ética penitenciaria. Cabe destacar que esta encomienda tiene alta significación histórica, considerando que fue la propia FIPP la que elaboró el pre-proyecto de las Reglas Mínimas aprobadas en el Primer Congreso de las Naciones Unidas para la Prevención del Crimen y el Tratamiento de los Delincuentes y que el próximo abril de 2010 se celebrará en Congreso donde se someterá a la consideración de la ONU la propuesta de revisión y actualización de las Reglas Mínimas que desde la Isla se han contemplado. ¿Qué implicaciones tiene esto para nuestro País? Hasta ahora Puerto Rico no había tenido la oportunidad de exponer su situación internacionalmente. “Hemos contribuido a la redacción del documento y se nos ha reconocido la participación. Se plantearon además, nuestras particularidades y necesidades en materia penitenciaria. Dicho de otra manera: se ha visibilizado nuestro sistema correccional, el trabajo realizado y las aportaciones de especialistas en la materia del país”, relató Torres. El enfoque de género es uno de los encauzamientos dentro de las nuevas reglas. Tanto Chazulle como Torres utilizaron el adjetivo transversal para referirse al nuevo andamiaje que trabajará los derechos humanos y las transformaciones de conflictos que ocurren en las cárceles. “Los programas de reinserción social deben contar con la participación activa de las confinadas y no ofrecerle aquellos que la administración entiende son los que encajan dentro de los roles estereotipados de las mujeres y que muchas veces constituyen extensiones de sus roles domésticos. Es importante proveerle la oportunidad de desarrollarse académica, ocupacional y profesionalmente en áreas reconocidas”, defendió. _________________________________________________________ “Me quiero sentir útil” La experiencia de Andrea Torres Colón ¿Recibes algún tipo de rehabilitación? Sí ¿De qué tipo? Estuve rehabilitándome en el área de Salud Mental. Pero en estos momentos estoy cogiendo un curso cristiano. He pasado por varios cursos. Soy la cocinera, preparo las dietas. ¿Te sientes respetada dentro de la institución? Sí ¿Cuál es tu mayor dificultad adentro? No enfrento dificultad. Extraño a mi familia pero he asumido la cárcel como algo mío. Ya llevo tres años aquí. ¿Cómo calificas la conducta en general de tus compañeras? No todas son iguales. Pero me siento muy respetada dentro de la institución. Hay compañeras que tienen problemas con drogas y se mantienen en un estado… rechazadas. Pero nosotras -las que nunca hemos usado drogas- tenemos que atraerlas. Cuando necesitan ayuda se la ofrezco. ¿Cómo calificas tu comportamiento? Me voy a dar mi puntuación. Es de 101. Respeto y me respetan…los superintendentes, los sociopenales, las compañeras. Háblame de tu horario. Me despierto a las tres de la mañana y si la cocina está abierta hasta las 7 de la noche a esa hora estoy allí todavía. ¿Por qué tantas horas? Porque me quiero sentir útil. ¿Para cuándo está pautada tu reinserción en la libre comunidad? Para octubre de 2011, pero por fe creo que me voy ya mismo. – Y por primera vez en la entrevista esboza una sonrisa. ¿Qué tipo de trabajo te gustaría tener cuando salgas de la cárcel? Yo trabajaba en un restaurancito pequeño. Cuando salga quiero luchar para tener mi propio negocio. Pero a lo más que voy encaminada es a que la mujer no se quede callada si está siendo maltratada. Hubo varios segundos de silencio. Andrea mira sus manos entralazadas y siente la necesidad de explicar su situación. Añade: Porque yo fui maltratada y me callé. Vuelve a permanecer en silencio mirando fijamente a los ojos. Sus labios se entreabren pero se autocensura. Después de ordenar sus pensamientos retoma la palabra: Estuve 35 años con el padre de mis hijos y fui maltratada. Pero no quería que ni mi familia ni mis hijos supieran por lo que yo estaba pasando. Por eso estoy aquí, por maltrato. ¿Recibes visitas? Sí. ¿Quiénes vienen? Mi familia: mi hermana, mi sobrino, mi cuñada…Mis hijos los tengo aparte… Tengo tres hijos, pero respeto su opinión. En un momento dado ellos me visitaron pero hay veces que este error lo tiene que pagar uno, no ellos. Y estoy aquí para demostrarles que mamá en un momento falló pero que estoy rehabilitada y que cuando salga a la calle estaré bien. ¿Sientes que desde aquí te ayudan a capacitarte para cuando salgas poder trabajar? En la cocina me desempeño muy bien. ¿Lees los periódicos? Leo los periódicos cuando los puedo conseguir. ¿Cada cuánto es eso? Dos veces por semana. ¿Sientes que te puedes expresar con libertad? Sí. ¿Practicas alguna religión? Sí practico. Soy católica, pero voy a todas: a la cristiana, adventista, testigos de Jehová…La que más frecuento es la católica. ¿Qué relación tienes con tus abogados? Fue Asistencia Legal quien me brindó los servicios. En estos momentos no tengo ninguna relación con mi abogado, porque él se fue a la práctica privada. Mi abogado me apoyó: trabajó mi caso al cien. Ni aún pagándole a alguien privado creo que hubiese podido lograr lo que logré a través de él. ¿Sientes que tienes intimidad aquí? Sí tengo intimidad. Cada persona hace su espacio. ¿Votaste en las últimas elecciones? Sí, voté. ¿Cómo ves los sucesos que están ocurriendo en el país? Hay muchas opiniones… La mía como tal es que cada partido que se monta en su momento pasa por lo que ahora está pasando el Primer Mandatario. Entiendo que él está haciendo su trabajo. ¿Cuál es tu comida favorita aquí? Me gustan las viandas. También la zanahoria y las papas. ¿Cuántas veces al día comes? Honestamente como una vez al día. –Ríe y mira a la sociopenal. ¿Y eso? No sé, estoy todo el día en la cocina. Nov-Dic Low Res