En este semestre, han salido a relucir problemas con el Programa de Educación Especial del Departamento de Educación, entre ellos el aumento en la cantidad de estudiantes. Gran parte de este incremento se debe a la forma en que se les diagnostica, ya que muchos niños con rezago o problemas de conducta se identifican como de educación especial.
Es necesario revisar estos diagnósticos, pero más importante aún es repensar la forma en que enseñamos, la cual lleva a que estudiantes que se pueden atender en la corriente regular se clasifiquen como de educación especial. La forma actual de enseñar también dificulta la inclusión de los estudiantes con necesidades especiales en la sala de clases.
Si cambiamos la forma que enseñamos a una educación personalizada, la mayor parte de los niños que actualmente están en educación especial se integrarían a ser parte de la comunidad escolar. La educación personalizada parte del nivel de cada estudiante y utiliza sus talentos e intereses como base para desarrollar las competencias necesarias en cada materia.
Existen diversos modelos de educación personalizada. Todos comparten varios componentes, como un proceso de evaluación continua que permite dar seguimiento al desarrollo de cada estudiante. Así se puede identificar quiénes necesitan un apoyo especial y ofrecérselo a tiempo, de forma que no sufran atrasos.
Por ejemplo, en Finlandia, todo estudiante con problemas de aprendizaje o de conducta se les da atención especial en el salón o paralelo a sus clases regulares. Los estudiantes que obtienen una nota de 4 o menos (en un sistema del 1 al 10) tienen la oportunidad de resolver las dificultades en el verano. Si vuelve a tener una mala nota, posiblemente tiene que retomar el curso. Esto último no es común ni automático. Así, la mayor parte de la población se atiende en el programa educativo regular.
Un segundo elemento que comparten los modelos de educación personalizada es contar con material educativo que permita a los estudiantes trabajar en diversos niveles. En este aspecto, la integración de las tecnologías de la información y la comunicación pueden ser de gran apoyo.
Estas tecnologías se han utilizado principalmente para apoyar la forma tradicional de enseñanza, pero no se han aprovechado las posibilidades de comunicación, intercambio y diversificación que ofrecen.
Por ejemplo, al permitir que cada estudiante vaya a su ritmo, esto permite que quien tenga dificultad en el aprendizaje no tema en repetir una lección varias veces por miedo a las burlas de sus compañeros. Mientras tanto, otro estudiante de mayor capacidad puede avanzar y tratar problemas retantes. La tecnología también ofrece sistemas de apoyos a estudiantes con necesidades especiales, facilitando así la inclusión.
Finalmente, quizás el componente más importante de la educación personalizada, es apoyar al estudiante para que descubra sus talentos e intereses, y relacionar el alcanzar las competencias en cada materia al desarrollo de este talento. Como aprendí al visitar el Centro Espibi en Mayagüez, “no partir del impedimento sino de la posibilidad”. Este Centro tiene la filosofía que necesitamos: partir de lo que el estudiante tiene y no de lo que le falta.
La Escuela Superior Vocacional Antonio Lucchetti en Arecibo, en cierto sentido, aplica este principio en la corriente regular. En esta escuela, cada estudiante ingresa a un taller de acuerdo a su interés, como robótica, enfermería, agricultura, electricidad, etcétera. Alrededor de la enseñanza en el taller, se integran las materias académicas.
Esto le da sentido al aprendizaje. Según Ida González, maestra de Física y Principios Tecnológicos en la Escuela, “mientras yo doy un principio en la clase se está aplicando en el taller; o en los proyectos de integración. Así el estudiante ve coherencia. Ve la interrelación de las clases académicas y los talleres vocacionales, le da pertinencia a las áreas académicas”.
Es interesante mencionar que la escuela Antonio Lucchetti de Arecibo tiene el número más alto de estudiantes que ingresa a una de las concentraciones de ingeniería en la Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez, una de las instituciones con los más altos índices de ingreso en Puerto Rico.
Una versión de este esquema en el programa de educación regular partiría de que cada estudiante ingresaría a un taller de acuerdo a sus intereses y talentos, sea en ciencias, historia, arte o deportes. A través de proyectos relacionados a las áreas de talento del estudiante, se integrarían las materias básicas, dándoles sentido y diversificando la enseñanza de acuerdo al estudiante. Por ejemplo, en el taller de ciencias, la matemática trabajaría con la factorización de polinomios, no así en el taller de arte, donde se enfatizaría la perspectiva y las razones.
Debemos crear ambientes que apoyen la diversidad, y así la mayor parte de los estudiantes que actualmente se identifican como de educación especial serán parte de la comunidad escolar.
La autora es profesora de matemáticas en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y trabaja proyectos de investigación de desarollo educativo.