¿Están las bibliotecas en peligro de extinción? Difícil saberlo. Ahora con la llegada de plataformas electrónicas y el precio cada vez más alto de los libros, sumado al difícil tiempo que atraviesa la economía mundial es complicado hacer conjeturas. En nuestro País, la educación promueve pobremente la lectura, las librerías son escasas, pero el panorama no es tan oscuro. Si no hay libros, existen por otro lado y -aunque no se quiera creer-, las ganas de leer. “Una biblioteca es vanidad de vanidades”, escribió la uruguaya Cristina Peri Rossi, y quizá esté en lo cierto. Uno acumula libros y no sabe para qué, tampoco para quiénes. Existen personas que luego de leído un libro, lo regalan. Están los que se quedan con un par de libros: los imprescindibles. Enrique Vila-Matas, en su libro “Historia abreviada de la literatura portátil” parodia en buena medida a partir del libro “Historia portátil de la literatura abreviada” del surrealista rumano Tristan Tzara, a toda la gente que se toma muy en serio la acumulación de datos ligados a la cultura y la literatura. El libro aporta a la incredulidad que se crea a base de acumular datos inútiles, en una ingeniosísima parodia de la investigación doctrinal. Este libro aparecido en el 1985 marcó un hito entre muchos lectores y fue traducido a varios idiomas, en parte por su fuerte sátira y la levedad con que toca temas “importantes” para los asiduos de la cultura. Jorge Luis Borges, en su cuento “La biblioteca de Babel”, ilustra en buena medida la infinitud de la literatura y alumbra en parte a los que quieren abarcarlo todo, y terminan apretando poco. Nuestro tiempo es limitado y es imprescindible saber elegir. Los libros que se tienen, responden a los que faltan. ¿Están los “clásicos” en todas las pequeñas y por qué no, portátiles, bibliotecas caseras? Poco a poco ha habido una tendencia mucho más silvestre a la hora de elegir y armar una biblioteca, mucho más arbitraria. Cada uno edifica su pequeño tesoro según sus gustos y los organiza como mejor le parezca. Habría que re-pensar el rol que tendrá el papel de aquí a varias décadas. Preguntarnos, ¿no es mejor tener una biblioteca portátil, a la que siempre podamos acudir buscando los autores que nos salvan? Y no acumular miles y miles de páginas que ¡vaya uno a saber! para qué las tenemos. ¿Por qué amontonamos miles de páginas, para quién, para quiénes?