I have to believe in a world outside my own mind. I have to believe that my actions still have meaning, even if I can't remember them. I have to believe that when my eyes are closed, the world's still there. Do I believe the world's still there? Is it still out there? Yeah. We all need mirrors to remind ourselves who we are. I'm no different.
– Leonard Shelby (Memento)
Christopher Nolan es hijo del mundo posmoderno cinematográfico. El principio de la década del 2000 fue marcado con la llegada de Memento, una de esas rarezas cinematográficas que rompe con toda concepción de narrativa y género. Este filme puede verse como una extensión de los filmes cerebrales y filosóficos que dieron cierre a la década de los noventa: The Matrix y Fight Club. Como estas dos películas, Memento define una generación de cineastas que al ver los límites del cine, deciden buscar nuevas maneras de transmitir un mensaje acorde con el sentir general de la sociedad posmoderna. Por esta razón tenemos lo que son hoy unos filmes de una sustancia filosófica que es igualable a su reinvención formal. El síndrome posmoderno propone un estancamiento en el pasado, la imitación de estilos muertos, como diría Fredric Jameson. El arte que conocíamos ya no funciona, y por esta razón se requiere una nueva realización que demuestra precisamente la incapacidad del arte de transmitir nuestras nuevas necesidades. Christoper Nolan ha estado convenciéndonos durante esta última década de que el cine narrativo tradicional ya no es suficiente para él. Following, su primer filme, y Memento rompen totalmente con la noción del tiempo y la narrativa convencional. Mediante estas estructuras complejas y confusas, Nolan retiene información y capitaliza en el misterio de la “realidad” que nos está siendo expuesta. La misión de Nolan no es ofrecer respuestas, sino construir preguntas más difíciles que las que ya propuso en el inicio. En otras palabras, Nolan tiene el medio cinematográfico a su disposición y lo moldea acorde a su nuevo rompecabezas, o en el caso de su trabajo del 2010, Inception, a su nuevo laberinto.
Pero esto no quiere decir que Nolan no trabaja la narrativa convencional de vez en cuando. Su reconstrucción de la mitología de Batman en Batman Begins y The Dark Knight es igual de complejo que su aventura formal más radical. Con Inception, Nolan perfecciona el balance de originalidad, manipulación formal, exploración filosófica y sicológica, y de puro entretenimiento que había comenzado con Memento. Esta vez, en lugar de experimentar con una producción independiente, su nuevo molde es un “blockbuster” lleno de efectos especiales de primera categoría y un elenco excepcional. En el filme, Leonardo DiCaprio interpreta a Dom Cobb, un llamado “extractor” que navega en los sueños de las personas para robar sus ideas. Cobb y su grupo, entre ellos Arthur (Joseph Gordon-Levitt) y Eames (Tom Hardy), son contratados por empresas privadas para robar las ideas de otros, pero su nuevo empleador, Saito (Ken Watanabe), les ofrece otro trabajo: implantar una idea en la mente de Robert Fischer (Cillian Murphy), el heredero de una compañía industrial rival. Saito le ofrece a Dom la oportunidad de regresar a su país y a sus hijos, razón por la cual éste acepta el trabajo. Pero el trabajo se torna más peligroso debido a que su esposa, Mal (Marion Cotillard), aparece frecuentemente en sus trabajos como parte de su subconsciente. Para realizar este riesgoso trabajo, Dom busca un nuevo “arquitecto”, una persona que construya el mundo de sueños por donde navegarán para implantar la semilla que dará fruta a la idea que Saito desea. El filme en definitivo es complejo, pero nunca es incomprensible. Solo requiere de atención, lo cual muchos “blockbusters” de hoy no requieren.
Nolan ha demostrado ser no solo uno de los directores más imaginativos de nuestra generación, sino también uno de los más dedicados a todo aspecto del arte cinematográfico. Este es uno de los pocos directores que busca la unidad entre todos los elementos del cine. Comenzando con la música, Nolan de nuevo emplea a Hans Zimmer para cargar con emoción la más intensa batalla o la más profunda exploración al interior de un personaje. El director de fotografía Wally Pfister, quien trabajó en Memento y en ambos filmes de Batman, regresa para de nuevo darle vida a la visión oscura y visceral de la realidad de los filmes de Nolan. Añádase a esto el elenco impecable y tenemos uno de los filmes más completos que he visto. Leonardo DiCaprio interpreta a Dom con la calmada intensidad que lo ha caracterizado, pero se puede ver a su vez la vulnerabilidad y la desnudez de un personaje atormentado por sus memorias, un hombre estancado en su pasado. Joseph Gordon-Levitt es perfecto como Arthur, un hombre frío y profesional que no dispone de la imaginación de sus demás compañeros pero que mantiene siempre su control, por lo cual su contraste con Dom es tan importante. Igualmente importante es Ariadne (Ellen Page), la arquitecta de Dom. Su puro talento por crear e imaginar es igualable al de Nolan, por lo que este personaje termina simbolizando esa necesidad de crear en un mundo permeado por el pasado, por memorias nostálgicas y recuerdos. Ken Watanabe y especialmente Tom Hardy brindan actuaciones sólidas, incluso trayendo consigo una buena dosis de humor. Fischer, el pobre hombre cuyo subconsciente se transforma en campo de batalla, físico y emocional, es quizás igualmente vulnerable que Dom, ya que este también es víctima de sus memorias, y Murphy es la perfecta cara de desolación.
El personaje de Mal tiene otras ramificaciones, intensificadas por la brillante interpretación de Marion Cotillard. La actriz es la figura de belleza que se queda implantada en la memoria, que es quizás la razón por la cual Nolan la eligió para el papel. Este personaje, que ronda por el subconsciente de Dom, es a la misma vez su espejo, la memoria que lo hace cuestionar su realidad. Mal tiene la belleza y calculada manipulación de un femme fatale del cine Noir que Nolan ama. Nolan nunca ha estado tan interesado en recrear el estilo expresionista del Noir, sino más bien se enfoca en el detalle más importante de este género: las relaciones entre los personajes. De esta manera, el personaje de Mal es el conflicto principal del filme. El pasado, la memoria reprimida, la culpa, el deseo de algo nuevo que jamás puede llegar a reemplazar lo viejo, el escapar de la realidad y refugiarse en un sueño incompleto, las consecuencias de la creación, todo está envuelto en la compleja y bella piel de Mal. Esto es lo que hace a Nolan un gran director: la habilidad de reunir todas sus influencias y crear algo totalmente nuevo. De igual manera que toma del Noir para el personaje de Mal, Nolan se nutre del ojo cinematográfico de Michael Mann y de Stanley Kubrick. Nolan se ha obsesionado en años recientes por las composiciones de gran escala, los personajes siempre perdidos dentro de la arquitectura de una oscura ciudad, casi como en un laberinto. La arquitectura en los filmes de Nolan juega con el efecto de alienación que se puede encontrar en los filmes de Mann, especialmente Heat. Además, es interesante que el mundo de los sueños de Nolan sea basado en la arquitectura de las grandes ciudades, espacios gigantescos que poseen un carácter amenazante u hostil. Como Kubrick, Nolan asegura que el espacio sea uno en el que los personajes se sientan perdidos y enajenados de la realidad. Aun así, no puedo decir que Nolan imita a Kubrick y a Mann, sino que debe mucha de su visión a ellos. Inception se desarrolla en un “hiperespacio” propio de Nolan, una distorsión de la realidad que a su vez parece ser más real.
En Memento, Nolan manipuló la narrativa para suprimir información y mantener al espectador en una constante confusión. En Inception, la narrativa es también manipulada. Desde que comienza el filme, la narrativa brinca a distintos espacios, distintos momentos de la historia. Esto en definitivo crea la misma sensación de duda, pero la técnica de Nolan se convierte también en suplidora de tensión y suspenso. Inception es un filme de acción, y Nolan claramente no está interesado en repetir los esquemas de acción de otros (aunque tiene su obvia referencia a Heat en una escena de acción en una carretera). Brincando entre distintos niveles del subconsciente, en los cuales el tiempo siempre es un factor, y en los cuales cada personaje tiene una misión, Nolan crea una de las secuencias de acción más impresionante en la historia del cine.
Como ya he dicho, Nolan no le interesa contestar preguntas; su misión es cuestionar la realidad, lo que se ve contra lo que se piensa. Los personajes principales de Nolan por lo general son poco fidedignos. Un hombre con una condición que le causa olvidar su vida en solo momentos (Memento), un hombre lleno de culpa que sufre de insomnio que debe atrapar un asesino (Insomnia), dos magos rivales cuya única misión es sobrepasar al otro (The Prestige) y un superhéroe con una moral grisácea que es forzado a cuestionar su rol (Batman Begins y The Dark Knight). Ahora nos presenta un personaje que no sabe qué realidad está viviendo, que no sabe discernir entre el sueño y la vida real. Ninguno de sus compañeros puede confiar en él, ni siquiera él mismo. Dom no puede tan siquiera confiar en su memoria de su único amor. Entonces, ¿en qué o quién confiamos nosotros? Nolan aparentemente le interesa mucho esta pregunta, ya que el sueño puede ser tan increíble o real como la vida misma. ¿Es mejor vivir en la realidad insegura o en el sueño incompleto? ¿Se prefiere la verdad o la mentira? Quizás en subsiguientes interpretaciones del filme se podrá llegar cerca a lo que Nolan nos quiere decir, a su preocupación principal. Pero por el momento es mejor concluir de la manera en que Nolan lo haría, precisamente porque él quiere que estemos inmersos en este debate. Utilizando las palabras de Michael Caine en The Prestige: “Now you're looking for the secret. But you won't find it because of course, you're not really looking. You don't really want to work it out. You want to be fooled.”