“Once recintos, una Universidad”. Aunque la afirmación ha servido para denunciar los problemas de la Universidad de Puerto Rico (UPR), para recordarnos que más allá del recinto donde estudiamos vive gente (o estudiantes) y, sobre todo, para reunir el reclamo estudiantil en una sola voz proponente de soluciones, la realidad es que cada unidad del sistema universitario enfrenta dificultades domésticas muy distintas.
En un intento por dar a conocer los esfuerzos de los estudiantes en los once recintos de la UPR, Diálogo realizó una serie de entrevistas a los presidentes de los Consejos Generales de Estudiantes para apalabrar el quehacer estudiantil local que mayormente pasa desapercibido, inclusive por miembros de la comunidad universitaria donde se desarrollan.
Según Dorian González Díaz, estudiante de quinto año en Tecnología de Procesos Químicos-Industriales y presidenta del Consejo General de Estudiantes del Recinto de Arecibo (CGE-A) de la UPR, el hecho de que la mayoría de los integrantes del cuerpo que dirige sean amateurs en la gobernanza estudiantil no ha impedido que los reclamos estudiantiles se dejen en el vacío.
Diálogo conversó con González sobre las propuestas que han presentado para enfrentar los problemas más recurrentes en el recinto, así como el estado de la participación estudiantil y la meta principal trazada para este semestre académico.
Falta de estacionamientos y de salones con acondicionadores de aires
A primera vista, uno de los problemas que González identificó en el recinto arecibeño es que el estacionamiento no es suficiente para el número de estudiantes del recinto.
Por ejemplo, narró que en su caso, viaja diariamente desde Utuado hasta el campus, donde permanece todo el día porque la oferta académica que pudo escoger se extiende a lo largo de la jornada. Por ende, no tiene más remedio que dejar el carro en el estacionamiento desde la mañana hasta la noche, ocupando un espacio que bien podría servir para otro estudiante con una jornada más corta.
De lo anterior también se deriva el que los estudiantes sean penalizados por estacionarse en zonas vedes o no permitidas con tal de poder asistir a sus clases.
Otra situación apremiante que González señaló es el problema con los acondicionadores de aire. La estudiante explicó que como el recinto queda cerca de la costa, el salitre acelera el deterioro de la infraestructura, incluyendo las consolas. Esto ha redundado en que haya salones sin acondicionadores de aire, o con la consola instalada pero inservible.
No obstante, celebró que el decano de administración, Rafael García Taulet, ha sido diligente en atender ambos asuntos. En el caso de los estacionamientos, ha comenzado a flexibilizar las penalidades como medida contingente en lo que se busca una solución a largo plazo.
Agregó que el decano ha sido diligente al acelerar el proceso de compras de consolas, contestando cada petición que le ha realizado el Consejo de manera positiva y rápida.
Un Consejo incipiente
González indicó que en el caso del CGE-A, las labores comenzaron tarde. Su nombramiento fue a finales del mes de septiembre, y desde entonces, todo el cuerpo estudiantil ha estado en el proceso de acoplarse a las funciones, conocer la reglamentación vigente y desarrollar un plan de trabajo, sin descuidar las peticiones que presente la comunidad universitaria.
Aunque la mayoría de los miembros son nuevos, destacó que han dado el énfasis necesario para que los estudiantes reconozcan que el Consejo “está aquí para ellos. Que cualquier cosa, pueden comunicarse con nosotros, estamos en la oficina con las puertas abiertas para el que lo necesite. Estamos a la disposición”.
Las asociaciones estudiantiles como foco de participación estudiantil
Según González, si bien a muchos estudiantes no les interesa o no miran al CGE-A como una alternativa para involucrase con el recinto y la comunidad, sí buscan las asociaciones estudiantiles para amarrarse de ellas y ser productivos.
“Tenemos muchas asociaciones estudiantiles que están siendo productivas a la hora de trabajar tanto en el recinto como afuera de él, con labor comunitaria. Muchos estudiantes crean grupos que se van a limpiar las costas, grupos de reciclaje, muchos van a los centros de ancianos y trabajan con ellos. El estudiantado no considera al CGE-A, quizás por aquello de una mala promoción en el pasado, pero sí ven las asociaciones estudiantiles como algo productivo, y eso ha sido bueno”, apuntó.
En busca de cambiar la percepción entre el estudiantado
Para González, el Consejo persigue este año lograr que el cuerpo tenga una buena imagen entre el estudiantado, y eliminar esa noción de que los concejales no trabajan, no hacen nada de provecho por el recinto ni por la comunidad, y no defienden los derechos ni buscan beneficios para los alumnos.
“Hay que exhortar a aquel estudiante que se sienta parte de su Universidad, parte de su alma mater, a trabajar por ella. No piensen que el Consejo es algo fuerte y negativo, porque muchos tienen la percepción de que es negativo, y que somos manipulados por los profesores o por la administración, porque no es así”, añadió.
González puntualizó que “no solo es un Consejo de 15 o 30 personas. Es un Consejo que se trata de toda la UPR. Somos once recintos, pero una UPR. Somos once consejos, pero todos trabajamos por un mismo fin, que son los estudiantes”.