En este diminuto país, más de 30.000 personas se manifestaron en febrero en contra del gobierno y fueron reprimidas con brutalidad por la Policía.
Sin embargo, poco se ha sabido de la lucha de estos ciudadanos contra un gobierno corrupto aliado de las principales potencias del mundo.
El pasado 8 de abril se celebraron elecciones presidenciales boicoteadas por la oposición en este pequeño país del Cuerno de África, contagiado por las movilizaciones populares contra los regímenes autócratas del Magreb y Oriente Medio, y que a la vez forma parte de los principales ejes de la lucha contra el terrorismo de EEUU. En consecuencia, la contundente victoria del presidente Ismail Omar Guelleh para gobernar un tercer mandato no fue ninguna sorpresa.
El 18 de febrero diversos partidos de la oposición, grupos de defensa de los derechos humanos y grupos de la sociedad civil lograron reunir a unos 30.000 manifestantes en el centro de la capital, una de las concentraciones más numerosas llevadas a cabo en este diminuto país del Cuerno de África, pero con mucha menos repercusión mediática que sus vecinos magrebíes. La Policía dispersó con brutalidad a los manifestantes, evitando que instalasen un campamento de protesta en el centro de la ciudad, a imagen y semejanza de la egipcia plaza Tahrir, y llevó a cabo la detención de 300 líderes de la oposición y de la sociedad civil. Según fuentes opositoras, se produjeron dos víctimas mortales y decenas resultaron heridas cuando la Policía lanzó disparos y gases lacrimógenos contra los manifestantes.
Desde entonces, una presencia constante y masiva de la Policía en la ciudad, y las noticias sobre torturas y detenciones, moneda corriente por estos lares, han frenado la organización de nuevas protestas contra el Gobierno. Sin embargo, los líderes de la oposición decidieron boicotear el proceso electoral del 8 de abril al no presentar sus candidaturas, además de anunciar que continuarían las movilizaciones.
La oposición, agrupada en torno a la coalición Union pour l’Alternance Démocratique (UAD), está permitida desde 2002, aunque boicoteó las elecciones de 2005 y 2008 por la ausencia de libertad de expresión y las presiones gubernamentales. Incluso una pequeña insurgencia, el Front pour la Restauration de l’Unité et de la Démocratie (FRUD), surgido de la comunidad afar, mayoritaria y marginada en el país, se ha reactivado y ha amenazado con llevar a cabo acciones bélicas para derrocar al Gobierno.
Fuente Periodismo Humano