Llegó mayo, con su calorcito primaveral que invita a irse al parque más cercano con unas cervecitas y media tortilla. Pero no. Ahora la reunión es en la plaza.
Más de 160 ciudades, pueblos y barrios de España se han sumado al movimiento Democracia Real Ya y han tomado las plazas públicas exigiendo, entre muchas cosas, una democracia más participativa, que se paralicen las ayudas estatales a los bancos, que se revisen los beneficios económicos de los políticos, y que se reviertan los recortes sociales que se hicieron en nombre de la crisis económica.
Todo comenzó en Madrid y el germen se fue regando como la espuma por toda la península. Resulta hasta poético, pues la Guerra Civil se perdió finalmente en la capital española cuando las tropas de Francisco Franco tomaron la ciudad en 1936. ¿Ganarán los buenos esta vez?
Las redes sociales sirvieron de plataforma para unir las voces de miles de españoles e inmigrantes que no aguantaban más. La situación se ha tornado insostenible. La cifra de desempleo alcanzó niveles históricos el pasado mes, cuando se registraron 5 millones de desempleados, y el 50 por ciento de los jóvenes entre 25 y 35 años no cuentan con un empleo. ¿Puede una sociedad sobrevivir cuando la fuerza laboral joven está sin trabajo o aceptando condiciones económicas risibles? El trabajador promedio en España devenga sólo 600 euros mensuales ($850 dólares), muy por debajo de la media europea.
El 15 de mayo se convocó a una manifestación en el centro de Madrid para dejarle saber al Gobierno que no se aguanta más. Pero al terminar a las 9 de la noche, los manifestantes no se fueron a sus casas. Se montó la "Acampada en Sol" y allí permanecen. En su mayoría son jóvenes, de ideologías políticas muy heterogéneas, pero con algo en común: se han declarado "anti-sistema", pues argumentan que ha sido el sistema quien los ha dejado fuera.
Viven la democracia participativa que reclaman del Estado. Tres veces al día celebran asambleas abiertas para determinar el curso a seguir ese día, para escuchar propuestas y planes de acción. Durante el día no superan los mil manifestantes, pero al caer la tarde comienza a inundarse la Puerta del Sol. Miles y miles de personas los abrazan en una concentración diaria que se extiende desde las 8 de la tarde hasta la media noche.
Aquí es cuando más lindo se vuelve todo.
No sólo hay jóvenes en edad universitaria que exigen mejores condiciones de vida, sino que los acompañan abuelos y abuelas que piden les devuelvan sus pensiones de retiro, padres y madres que no aguantan la pesada carga que ha caído sobre los trabajadores en estos tiempos de crisis, inmigrantes que exigen condiciones dignas de trabajo y trato igualitario por parte del Estado.
Las propuestas van surgiendo. Los manifiestos y exigencias están ahí. Pero ningún político se ha dignado a escucharlos. El domingo hay elecciones en las comunidades autonómicas; habrá que ver si el pueblo escucha la petición de voto que los partidos hacen. Mientras tanto, y por si acaso, voy a sacar de la biblioteca de la universidad una copia de Ensayo sobre la lucidez de José Saramago.
*La autora es periodista y estudiante doctoral de Comunicaciones.
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