Esta es la segunda parte del reportaje: La moda del dominó. Para leer la primera parte pulse aquí.
“RIP. Mueren los derechos de todos los que fraternalmente nos reuníamos en esta esquina”, leía un cartapacio que fue pegado en el espacio donde se jugaba dominó en el Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico. Sucedió en el 1985. Pasaba que los abogados de este centro estaban protestando porque su Junta de Gobierno les había prohibido jugar dominó en el restaurante del gremio.
Los licenciados estaban furiosos.
“Es importante que en el Colegio se destine un lugar para jugar dominó”, argumentó el licenciado Francisco Guzmán Rivera.
La Junta no podía aceptar el dominó.
“[El dominó] ha lastimado la reputación del Colegio y no refleja la preocupación de los colegiados”, sentenció Abraham Díaz González, entonces presidente de la Junta de Gobierno.
Fue una conmoción en aquellos días. Y no es para menos, ya que en Puerto Rico el dominó es un asunto serio.
Por mucho tiempo –quizás todavía– el dominó tuvo una imagen asociada al alcohol, al chinchorro y a la vagancia. Esa reputación de alguna manera se vio mitigada cuando en el 2010 se oficializó el dominó como un deporte en Puerto Rico. Tras las gestiones de la Federación de Dominó de Puerto Rico, se había aprobado la Ley 168 la cual además de reconocer al dominó como deporte señala que:
“No hay duda que el deporte del dominó promueve valores de solidaridad y hermandad. Desarrolla destrezas matemáticas, la concentración y promueve la capacidad analítica. Es evidente que el dominó ha sido el deporte de más auge durante los pasados cuarenta años.[…] No hay duda que el dominó se ha convertido en nuestro deporte nacional”.
A finales de los 60’s se intentó oficializar el dominó. En aquel entonces ya se había creado, en el 1961, la primera entidad del dominó en Puerto Rico, la Asociación de Clubes de Dominó. Esta organización –relata José Torres en su libro, El secreto del dominó– quería convertir a Puerto Rico en un laboratorio de dominó para desarrollar técnicas de juego complejas y sofisticadas. La Asociación le presentó el proyecto al Departamento de Recreación y Deportes de Puerto Rico, pero esa agencia gubernamental los ignoró. En esos días aún no se entendía lo complejo que podía ser este juego de 28 fichas.
Aunque no se llegó a oficializar el dominó, la Asociación se desarrolló y se estructuró en todas las zonas municipales convirtiendo a Puerto Rico en el primer país del mundo en organizar el dominó a nivel nacional. Crearon un sistema para dividir a los jugadores según sus habilidades, llevaron a cabo torneos y hasta formaron una sub-entidad, la Academia de Dominadores. Este último grupo se trataba de una sociedad honoraria. Allí solo pertenecían los mejores de los mejores. Se dedicaban a estudiar y a debatir con seriedad sobre las formas y reglas apropiadas para el dominó.
Pertenecer a la Academia de dominadores era todo un prestigio. Todos los miembros tenían una bandera que los identificaba y la ponían en sus casas. Y si alguno de los integrantes se veía envuelto en actividades reprochables, la Academia los expulsaba y les prohibía airear la bandera en sus casas.
En el 1965 fue cuando se creó la Federación de Dominó de Puerto Rico. Para entonces ya había más de 20 clubes de dominó en toda la Isla. El sonido de estas fichas blancas empezaban reinar en todos los rincones. El dominó estaba en boga, empezó a imponer su moda.
Para los años 70’s, Puerto Rico fue la sede de la Segunda Serie Mundial del Dominó, y como si fuera poco, el gran ganador fue el equipo de Bayamón, hoy, uno de los equipos de dominó más galardonados en el mundo.
Sabiendo todo lo anterior, no nos debe sorprender que para el 1990 en Hispanoamérica y España se habían publicado 20 libros sobre el dominó y de ellos siete eran de autores puertorriqueños.
En abril del 2013, luego de tres años de haberse oficializado el dominó como deporte, Ramón Orta, secretario del Departamento de Recreación y Deportes, validó una propuesta para utilizar el dominó como una herramienta académica y deportiva en las escuelas públicas del País. Subsiguiente a eso se organizaron torneos y se ofrecieron talleres de dominó a maestros y estudiantes.
Mientras tanto, hoy, la Federación de Dominó celebra la oficialización del dominó como deporte en Puerto Rico y se ocupan de organizar torneos, dar clases de dominó y participar de competencias y eventos deportivos en y fuera de Puerto Rico. Actualmente, trabajan en la organización del Cuarto Campeonato Mundial del Dominó que se llevará a cabo aquí en Puerto Rico, del 24 a 27 de septiembre de este año.
Entre otras cosas, Mayra Rodríguez, presidenta de la federación, le comentó a Diálogo que en estos momentos se encuentran organizando una liga universitaria de dominó. Es posible, si todo les sale bien y como planean, que en las Justas de la Liga Atlética Universitaria se incluya el dominó como una de las competencias deportivas.
El Recinto Metropolitano de la Universidad Interamericana de Puerto Rico es uno de los centros docentes donde más presente están los juegos de dominó. Allí Diálogo conoció a Alvin Batista, un estudiante de maestría que ama con compromiso al dominó. Alvin tiene 28 años y preside la Asociación de Deportes de su universidad. Desde el 2010 organiza torneos de dominó entre los estudiantes de su recinto. Cada competencia tiene una participación de entre 20 a 40 alumnos. Él decidió invertir tiempo en la organización de estos eventos “porque el dominó es un movimiento, un deporte para distraerse y pasarla bien”, según dijo.
Fuera de su campus, también se envuelve entre las fichas. En el pasado mes de marzo, por ejemplo, organizó un torneo de dominó en el Club Rotario El Isla Verde en Carolina. El año que viene piensa volver a organizarlo y espera mayor participación.
Así como le dedica tiempo a la organización de competencias, Batista, por supuesto, también juega, especialmente en el Centro de Estudiantes de la Inter. Allí, en el Centro, siempre hay entre 10 y 15 estudiantes jugando. Casi siempre que puede, él pasa y se echa una que otra partida, en especial si luego tiene un examen, ya que jugar le quita los nervios.
De China al Caribe
El dominó tiene su origen en China. Es familia de los dados. De ahí la similitud del diseño de la posición de los tantos –puntos en las fichas– con el diseño de los dados. El juego de las 28 fichas llegó a Europa en el siglo 18 cuando los comerciantes de Venecia lo introdujeron. Luego pasó al resto de Europa, siendo España uno de los países donde más acogida tuvo.
De España llegó a Hispanoamérica, siendo el Caribe la región que más lo acogió. Como herencia española está el término capicú, que es una evolución de las palabras catalanas cap y cúa que significan cabeza y cola respectivamente.
Cuba, República Dominicana, Colombia y Venezuela son de los países donde más se practica este juego en todo el mundo. Cabe destacar que en el Caribe el dominó también se popularizó en las Islas anglosajonas. En Jamaica, por ejemplo, es muy popular. De hecho, en Londres hay comunidades de jamaiquinos que se reúnen para jugar dominó, tal y como se reúnen aquí en Puerto Rico en las plazas públicas.
De igual forma sucedió en el Bronx, Nueva York. Allí, el dominó no era común hasta que en la década de los 80’s un grupo de puertorriqueños junto a uno que otro cubano empezó a jugar en el Distrito 18. Hoy, en las esquinas de ese distrito siempre se escuchan a las 28 fichas chocando entre ellas mientras grupos de hispano-caribeños las barajan y las juegan.
Sin embargo, no todos corren la suerte de encontrarse con paisanos o vecinos caribeños para poder jugar dominó. Así es el caso de Juan Ramos, de 62 años. El hombre, original de Río Grande, solía jugar todos los días. Cuando salía del trabajo se quitaba la camisa y se quedaba jugando a veces hasta las 3:00 de la madrugada. Pero ya no es así. Juan se mudó de Puerto Rico y ahora vive en Jacksonville, Florida. Allí no tiene con quien jugar. “No hay muchos latinos”, dijo.
Penosamente, para aplacar sus ganas de jugar, se sienta en una mesa, saca su set de dominó, pone las fichas en la mesa y, en silencio, juega solo. Hace poco vino a Puerto Rico para hacer unas diligencias y no perdió la oportunidad de ir a una plaza pública para presentarse y jugar dominó.
Juan tenía que aprovechar su corta estadía en la Isla para mover sus fichas sobre la mesa de alguna placita boricua, donde contrario a otros lares, parece que el dominó siempre estará de moda.