Entonces dejamos el carro a la orilla de la isleta, en fila tras otros dos, estacionados por el hombre del valet frente a un restaurante en la avenida, y echamos a correr tras los guardias. Estos, a su vez, corrían tras una mujer negra en mini falda. Eran las tres de la tarde del sábado. Los alcanzamos en el estacionamiento de un shopping. Uno de los policías apuntaba a la mujer con un taser. Su compañera se había quedado atrás. No sé por qué me cuesta tanto hablar/escribir de los guardias en lenguaje inclusivo.
La mujer se cansó de correr. Los guardias intentaron arrestarla. Mi compañera y yo sacamos nuestras tarjetitas de abogado. Veníamos de comprar cómics, café. El guardia seguía apuntando a la mujer con el taser. Ella alegaba que la habían golpeado en el trayecto. Dijo que estaba sangrando. Que estaba embarazada, además. La guardia alegaba mordiscos, amenazas. Nos amenazó con presentarnos cargos en caso de no poder efectuar el arresto. Mi compañera le dijo a la mujer que no estaba sola. ¿Quién rayos corre tras la policía?
Al final “la dejaron ir” con el sinfín de advertencias relacionadas a su estilo de vida (era usuaria), a sus malos hábitos (disque robaba), a su intimidad (tenía hijos). Tuvo que pedir perdón y prometer que “cambiaría”, que no volvería a pasar/pasearse por el área. Aún estaba esposada.
Sobre el embarazo no se dijo más. Es decir, la guardia dijo que era mentira. Y ya. Sobre por qué rayos una persona se echaría a correr tras la policía para intervenir con ellos mientras intervenían con una mujer a pie y en mini falda a las tres de la tarde un sábado, mi compañera lo dijo todo cuando le dijo a la mujer que no estaba sola. Sobre la Policía de Puerto Rico, no sé por qué me cuesta tanto hablar/escribir de los guardias sin desearles que nadie nunca corra tras ellos a su auxilio.
Quizá porque yo sí le creí a la mujer lo del embarazo. Como también le creí lo de los golpes y la sangre. O quizá porque no importa que fueran mentiras, puesto que la maña no la hacía menos vulnerable ante ellos. Me refiero a ser una mujer negra, usuaria, en mini falda, a pie en la calle a cualquier hora. Las estadísticas demuestran que quien único correría tras ella es un guardia. O peor.
Eran dos.