Ya lleva más de 40 minutos recordando sin parar las gestas y peripecias artísticas de David Ortiz Angleró, a quien consideraba un hermano, “los grandes servicios que le hizo a la patria”, sus aportaciones en radio, televisión y cine, “su forma de ser, muy serio, muy digno”.
Y justo cuando es hora de colgar el teléfono, Quique Ayoroa Santaliz dispara un “espérate, espérate, me acordé de otra cosa”.
“Te digo esto, porque es que ahora es que yo estoy aprendiendo a cacharrear con todo esto de las computadoras, de la Internet, de Google y todo eso”, le dice Ayoroa Santaliz a Diálogo, como si fuese necesario dar una explicación antes de contar otra anécdota de uno de los entes más polifacéticos que la cultura y la sociedad política puertorriqueña ha visto, Ortiz Angleró, quien hoy cumple un año de haber fallecido, su espíritu aún impregnado en cuanta arte perspira la nación a la que le sirvió durante toda su vida.
“Trata sobre un poema que a mí me gusta de una manera muy particular. Ese poema lo he leído 50 veces y 50 veces he llorado. Se titula ‘Sultán’, del licenciado Francisco Hernández Vargas, compositor y poeta, y quien fuese el abogado de don Pedro Albizu Campos. Ese poema cuenta la historia de un jovencito que tiene que abandonar su campo hacia la ciudad. Es bien emotivo, bien triste. Pues te cuento que algunos años antes de morir David yo le envié ese poema, pero nunca supe que él había hecho algo con él. Entonces, como ahora estoy aprendiendo en esto de la Internet, me topé con un vídeo en el que David sale declamando ese poema durante una bohemia que hicieron en la Fundación Para la Cultura Popular, en el Viejo San Juan. ¡Me dio mucha emoción!”, relató Aroyoa Santaliz, un abogado de profesión y activista independentista de vocación, a quién acudimos en esta ocasión con la intención de rememorar a Ortiz Angleró, pues fueron amigos del alma, “hermanos entrañables”.
Fue inmensa la figura de Ortiz Angleró. Si por casualidad usted no sabe quién es, simplemente escriba su nombre en el buscador de Google y verá de quién estamos hablando. Sí, fue uno de los fundadores de Diálogo hace tres décadas, acá lo hemos contado hasta la saciedad. Sí, su prodigiosa voz estuvo al servicio de la poesía latinoamericana, declamando poemas de los más grandes del planeta, desde Miguel Hernández y Pablo Neruda hasta Julia de Burgos y Juan Antonio Corretjer. Sí, se le conoce como gestor de la radio, del cine, de cuánta cosa tenía que ver con arte y la cultura nacional. Así que, ¿cómo podemos hacer para profundizar aún más sobre una figura de tal magnitud?
Adelante, Aroyoa Santaliz. Después de todo, es una de las personas que mejor lo conoció, uno de sus mejores amigos, quien despidiese su duelo incluso. Aroyoa Santaliz, recordó junto a Diálogo cuando conoció a Ortiz Angleró en 1968, “en el centenario del Grito de Lares”, y desde ahí “nos hicimos grandes amigos”.
“Déjame ver por donde empiezo. Una de las características de David es que era muy polifacético. Hacía y dominaba muchas cosas”, fue lo primero que Aroyoa Santaliz no dijo tras responder el teléfono.
“Te doy este ejemplo. Él era de Mayagüez, pero para finales de la década de los ochenta y principios de los noventa manejó una estación de radio en Aguadilla (WNOZ), que él mismo pudo comprar, y la convirtió en todo un centro cultural en ese pueblo de Aguadilla. Recuerdo que un evento que realizó que impactó mucho fue cuando publicó un libro en el que recogía muchos escritos que ya se habían hecho sobre el compositor Rafael Hernández y esas historias también la narró por radio”, prosiguió.
“Eso fue para el centenario del nacimiento de Rafael Hernández, el cual fue en 1991. Pero David quiso atar eso con el centenario también de don Pedro Albizu Campos. Una porción de los puertorriqueños celebraron el centenario de don Pedro en 1991, pues entienden que nació el 12 de septiembre de 1891, mientras que otros lo celebraron en 1993, pues creen que nació el 29 de junio de 1893. Lo importante es que Albizu nació. Pero te cuento esto, porque, tomando en cuenta ambos centenarios, David me pidió que escribiera un artículo sobre la conexión entre Rafael Hernández y Albizu Campos. Él sabía todas las tangencias que había entre ambas figuras y me dio esa encomienda. Encontré muchas cosas, como que ambos regresaron a Puerto Rico en 1947. Recogí testimonios incluso de gente en México y de periodistas cubanos de la época prerrevolucionaria que afirmaban la gran admiración que Rafael Hernández tenía por Albizu. El que tenga ese libro tiene una joya. Te cito este ejemplo, pues creo importante resaltar el acercamiento patriótico que Ortiz Angleró siempre usaba para todo trabajo cultural y social que realizaba”, dijo Aroyoa Santaliz.
El letrado explicó de dónde es que venía esa convicción patriótica de su gran amigo. Recordó que Ortiz Angleró siempre tuvo gran estima por las causas nacionalistas, ya que el compromiso político independentista corría por su sangre.
“Puede que la gente sepa de Ortiz Angleró el poeta, pero que no se crean que era que él se sentaba a escribir poesía un día que otro, como tú y como yo. Él publicó tres poemarios, sí. Ahora, hay que ver bien por dónde es que él iba con su poesía”, recalcó Aroyoa Santaliz.
“Hay un poemario que trata sobre el mensaje del tambor. Y ahí hay un poema que luego musicalizó Tony Croato y fue interpretado por Lucecita Benítez, ‘Soy de una raza pura y rebelde’, uno de sus más grandes éxitos. Pero, ¿por qué es que David escribe que él era de una raza pura, de una raza rebelde? Todo esto tiene que ver con su convicción, con su herencia”, resaltó Aroyoa Santaliz.
Según explicó, David viene de una familia de apellido Angleró, del barrio Maricao de San Germán, que fueron a combatir cuando el Grito de Lares en 1868.
“Ellos formaban parte de un componente revolucionario de entonces llamado el Capa Prieto, y por eso es que él le da el nombre de Capa Prieto a las corporaciones, a las empresas que establece para hacer sus proyectos artísticos, sus proyectos fílmicos, sus discos. Su compromiso con la patria iba muy profundo, en la sangre, al punto que al morir su abuelo, don Pedro Angleró, quien vivió 116 años, éste recibió una proclama de Albizu por su colaboración activa en el Partido Nacionalista. David conoció bien desde siempre lo que significaba la patria puertorriqueña”, manifestó.
Las anécdotas y memorias son muchas y con cada palabra Aroyoa Santaliz se emociona más y más.
“Déjame hablarte ahora de David el cineasta”, interpuso en algún momento de nuestra charla.
Aroyoa Santaliz recordó varios episodios de “David el cineasta”, como cuando documentó una serie de conciertos del cantautor argentino Alberto Cortés, pues “ese era su gran amigo, al punto que cuando David iba a Madrid siempre se quedaba en su casa. Cuando Alberto Cortés estaba en Puerto Rico, David realizó varias grabaciones fílmicas con él”. También, recordó, grabó conciertos de Lucecita Benítez, “su gran, gran amiga”, y de otros cantantes boricuas como Lissette, Danny Rivera y Sophy.
Sin embargo, hay dos proyectos que hiciese su gran amigo, que aún vibran en la mente de Aroyoa Santaliz: el poema fílmico ‘La sombra de una huella’ y el especial documental ‘Un abajito y queriendo’, junto al grupo de nueva trova Haciendo Punto en Otro Son.
“En ‘La sombra de una huella’, David consiguió a un camarógrafo brasileño que en ese momento había ganado gran fama mundial, cuyo nombre no recuerdo bien ahora, y se fue con él por todo el Viejo San Juan. Recopiló extractos de poesía y extractos de prosa de los más grandes escritores puertorriqueños, los combinó con trabajos suyos, y los narraba mientras el camarógrafo grababa distintas imágenes en el Viejo San Juan. Iba con su cámara, se detenía y filmaba una cerradura, por ejemplo, o una puerta, algo que hiciera que se palpara la poesía que interpretaba David”, dijo Aroyoa Santaliz.
“En ‘Un abajito y queriendo’, se llevó a Haciendo Punto en Otro Son a un punto entre el pueblo de Villalba y el de Juana Díaz. Puro campo. Y subió hasta allá la mejor tecnología de la época. Estamos hablando de principios de la década de los ochenta, o finales de los setenta. Allí llevó una cámara con unos rieles, llevo el mejor equipo que consiguió y lo que salió fue una joya”, recordó, señalando que “el nombre de ‘Un abajito y queriendo’ viene de una frase que siempre usaba don Juan Antonio Corretjer, para referirse a alguna confraternización de amistad digna”.
Y así, Aroyoa Santaliz prosiguió recordando a su gran amigo. Rememoró sobre su faceta de actor en largometrajes como ‘The Machos’, “que se filmó en Utuado en la década de los setenta”, y la comedia ‘Bananas’, que en 1970 dirigió Woody Allen en Puerto Rico.
Claro, que la figura de Ortiz Angleró es tan poética que siempre Aroyoa Santaliz regresaba a la poesía, para poder recordarlo meritoriamente. De manera indómita y repentina, Aroyoa Santaliz hablaba ahora de Ortiz Angleró enmarcado en el trabajo del poeta español Miguel Hernández. Para el centenario del nacimiento de Hernandez (1910-1942), recordó Aroyoa Santaliz, hubo una gran celebración en la localidad valenciana de Orihuela, y un grupo un grupo de artistas hizo un junte que presentaron en varios puntos de la Isla para sacar fondos y viajar a tierra española a conmemorar la vida y obra del reconocido letrista opositor del régimen fascista de Franco.
“David realizó una compilación de poemas de Miguel Hernández y escribió un libreto que sirvió de hilo conductor para atarlos, como si fuese un mosaico sonoro. Eso lo hizo un disco. Entonces, para ese disco, me pidió que escribiera un texto y lo titulé ‘La guerra de Miguel Hernández’, donde yo hablo de la participación de puertorriqueños en la Guerra Civil Española”, expresó Aroyoa Santaliz, aludiendo nuevamente a la necesidad que su amigo siempre sintió por narrar la historia de la nación puertorriqueña.
Las palabras nunca serán suficientes para plasmar la conversación entera entre Aroyoa Santaliz y Diálogo, con respecto al trabajo y legado de su amigo.
“Todo esto que te digo es apenas la punta de un gran glaciar de quién en vida fuese David Ortiz Angleró”, exaltó Aroyoa Santaliz en la conversación telefónica que aquí hemos presentado.
“Hay mucho, mucho más”, apuntó.
Está bien. A un año de su partida, ni siquiera el mejor amigo de Ortiz Angleró puede atinar a resumir la intensidad y extensión de su trabajo. Es que es mucho. A un año de su partida, la voz de Ortiz Angleró todavía sigue pura y rebelde, cual la raza que siempre se empeñó en darle honra.