Según las estadísticas del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su siglas en inglés), en los Estados Unidos se reportan anualmente cerca de siete millones de incidentes de violencia doméstica. De este grupo son las mujeres entre los 20 y 24 años las más afectadas.
La agresión física, el asalto sexual, el aislamiento, el acoso, la intimidación emocional y psicológica, el control económico, las amenazas y la destrucción de bienes personales son algunas de las manifestaciones de la violencia doméstica. Según las estadísticas del CDC, este tipo de conducta coercitiva no discrimina.
La Universidad de Nueva Inglaterra publicó los resultados del estudio que realizó el CDC. En esta publicación se destaca que el 65 por ciento de la población estadounidense ha sido víctima de violencia física, agresión sexual y/o acoso por parte de su pareja. Tanto hombres como mujeres han sufrido empujones, quemaduras intencionales y golpes con objetos o con el puño.
Las víctimas más frecuentes son mujeres entre los 18 y 44 años. El estudio reveló, además, que la violencia doméstica es la causa más común de lesiones en ese grupo poblacional.
El riesgo de vivir bajo un patrón de violencia es aún mayor entre los 20 a los 24 años. De acuerdo a los resultados del estudio, se estima que una de cada cuatro féminas ha sido atacada sexualmente por su pareja en algún momento. Además, una de cada tres mujeres víctimas de homicidio, ha sido asesinada por su pareja.
La violencia doméstica provoca el Síndrome del Trastorno de Estrés Postraumático. Esta condición se presenta luego de haber sufrido una experiencia perturbadora y peligrosa. Según las estadísticas del CDC, una de cada cinco víctimas, lo padece.
El Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos, señala que los síntomas más evidentes de este síndrome son: las pesadillas, los episodios retrospectivos o la sensación de que un acontecimiento aterrador sucede nuevamente, la incapacidad para controlar pensamientos aterradores, el alejamiento de los lugares y de las cosas que le recuerdan lo que sucedió, la sensación de preocupación, de culpa, de tristeza y de soledad, los problemas para dormir, los ataques de furia y los pensamientos autodestructivos. Más allá de todo este panorama, las víctimas de violencia doméstica son altamente propensas a sufrir derrames cerebrales, tener paros cardiacos y padecer de alcoholismo.
La violencia doméstica no solo afecta a la víctima, también tiene efectos negativos en los miembros de la familia. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades estima que más de tres millones de niños estadounidenses son testigos de violencia doméstica en sus hogares. Durante su desarrollo, estos menores intentan escapar de su hogar, se les hace difícil confiar en otras personas, tienen problemas de concentración en la escuela, están más propensos a utilizar drogas y a abusar del alcohol, y ponen en riesgo su vida tratando de defender a sus seres queridos.
Estados Unidos invierte cerca de $8.3 mil millones en tratamientos para contrarrestar los efectos de la violencia doméstica. Este gasto forma parte del presupuesto destinado a la violencia doméstica que a nivel mundial alcanza los $8 trillones de dólares por año.