“Arizona sembró la semilla del odio… y esa necesita poca agua”, comentaba recientemente un emigrante latinoamericano al periódico The New York Times al ser abordado en una de las decenas de manifestaciones que se han desarrollado en Estados Unidos tras la aprobación de una cuestionable ley migratoria en aquel estado. La misma permite a la Policía interrogar a todos aquellos que parezcan sospechosos de ser extranjeros ilegales. Se trata, como ha dicho el sociólogo Zigmunt Bauman, de la aplicación de la “poda”, “segregación”, “separación” o “extirpación” de aquellas partes de “la materia humana” que no son apropiadas para el orden social. En Arizona el extranjero es “culpable hasta que se pruebe lo contrario y su presencia “agudiza la crisis económica”, parece que piensan muchos en ese país. Los “expulsados de la sociedad contemporánea El lamentable caso del estado sureño viene como anillo al dedo para interpretar las reflexiones de la Dra. Saskia Sassen, profesora en el Departamento de Sociología de la Universidad de Columbia en Nueva York. Sassen, de origen holándes y acento argentino mientras diserta en castellano, tuvo a su cargo la conferencia magistral Emergentes geografías y espacios del trabajo. Este evento académico, que formó parte del Encuentro de las ciencias sociales en torno al trabajo, auspiciado por la Facultad de Ciencias Sociales del Recinto de Río Piedras, se llevó a cabo en las instalaciones del Centro para Puerto Rico la semana pasada. El objetivo del mismo era considerar el estado de situación del concepto trabajo en la sociedad contemporánea. “Desde hace más de 30 años se está manifestando en el mundo una lógica de exclusión social”, afirmó Sassen. Una situación que es perceptible en la incapacidad de millones de personas para acceder al mundo del trabajo asalariado –muchos trabajan pero no necesariamente reciben un sueldo por ello- y en el modo en que los países desarrollados atienden el asunto migratorio: en los últimos años ha aumentado dramáticamente la cantidad de dinero que se invierte en la seguridad de las fronteras. Por otro lado, en Estados Unidos cobró forma, luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001, la Patriot Act, “una ley que permite violaciones de otras leyes”, y que ha marcado el tema migratorio y de libre circulación de ciudadanos dramáticamente, según explicó Sassen. Los ricos se vuelven más ricos Un aspecto fundamental de esta “geografía emergente”, según demostró Sassen, es que desde el año 2009 los “ricos se han vuelto más ricos y la clase media, cuya riqueza provenía del valor de su patrimonio inmobiliario, se ha empobrecido”. Además, sostuvo que desde la década del noventa ha habido un descenso en los puestos de trabajo de calidad y la “educación ya no es un pasaporte al trabajo asalariado”. Sassin propuso el concepto de “expulsados” para referirse a aquellos que por diversas razones quedan fuera del mundo del trabajo y la sociedad de consumo. Los emigrantes en “mercados exhaustos” por la crisis económica, los presos o los pobres son ejemplos de esos “expulsados”. Pero también se refiere a aquellos, como los africanos, que ahora son desplazados de sus tierras como consecuencia del nuevo valor de la tierra y agua para producir alimentos para los países del primer mundo. A construir, aun sin el poder El panorama que pintó Sassin invita a todo, menos a la esperanza. Sin embargo, la intelectual holandesa escapa de los modelos binarios y apuesta por la capacidad de “construir” historias positivas, aun sin tener el poder político o económico en las manos. Sassin maneja el concepto de “powerlessness” para describir la posibilidad de desarrollar propuestas alternativas sin necesariamente contar con el “poder” para hacerlo. Dejó entrever que se refiere a las “pequeñas batallas”, a aquellas que pasan por la autogestión, las iniciativas independientes y el trabajo en redes, es decir, a esfuerzos que podrían convertirse en las “semillas” que produzcan geografías de vida y trabajo más dignas. El autor es profesor en la Escuela de Comunicación de la UPR y periodista.