El Senado Académico del Recinto de Río Piedras se reunió ayer para discutir la política de no confrontación. Se supone que ésta debe promover el diálogo y evitar la intervención de la Policía. Dicha política señala, además, que el cierre del campus debe ser el último recurso de la Administración y, por otro lado, que la Junta Coordinadora de Seguridad –que no está en funciones- debe velar por la continuidad de las investigaciones académicas. El doctor Juan R. Fernández, rector del Recinto de Río Piedras entre los años 1985 y 1992, y creador de la política de no confrontación, pasa balance de la huelga de estudiantes y defiende el valor estratégico del diálogo honesto. ¿Cómo compara los conflictos universitarios de la década de los setenta y la primera parte de los ochenta con la actual huelga de estudiantes? El asunto sustantivo es muy parecido. Tenemos a un estudiantado preocupado por el futuro de la educación pública y los ataques a la estabilidad financiera de la institución. No olvidemos que la Legislatura siempre ha pensado que la UPR tiene dinero de más. Por otro lado, en términos procesales, luego de los conflictos de los setenta y ochenta, la política de no confrontación logró una sana convivencia universitaria. Los rectores González Tejera, Hillyer, Sánchez y Escalona, por ejemplo, siguieron la política de no confrontación. Pero hay que entender que esa no es una política para bregar con las crisis únicamente. Hay que ir creando un ambiente de respeto, confianza y tolerancia en la comunidad universitaria. A la rectora interina, la Dra. Ana Guadalupe, aparentemente no le fue posible ir creando ese clima de confianza mutua y tener un diálogo efectivo con los estudiantes. Antes, cuando iba a ver una huelga nos reuníamos y dialogábamos. Pero dialogar no significa lo mismo para todo el mundo. Para mí significa la búsqueda conflictiva de la verdad. Para dialogar tienen que darse unas condiciones de confianza, respeto, la posibilidad de escuchar al otro; la flexibilidad para moverte de posición. Y ese clima no llega de la noche a la mañana, hay que saber ganárselo. Ahora, para algunos dialogar es: “vamos a hablar… sí, pero me abres los portones. Vamos a hablar, sí, pero ahí está la fuerza de choque”. Entonces, ¿la presencia de la Policía en los alrededores del Recinto de Río Piedras dificulta el espíritu de las negociaciones? Eso limita mucho las posibilidades de diálogo. Tú (dirección universitaria) puedes creer que resolviste, igual que pasó en el 81, que dijeron “aquí se van a abrir los portones”, pero lo hicieron con la Fuerza de Choque dentro. Y se abrió el Recinto, se dieron algunas clases, pero ese era el ambiente más antiuniversitario que podía haber, y en el fondo no abriste la Universidad. Nosotros, del 85 al 92, hablamos con la dirección de la Policía y acordamos que nosotros mismos bregaríamos con los problemas a través de la Oficina de Seguridad del Recinto. Claro, no hay absolutos. Si de pronto ocurre un asesinato en el Recinto, pues mira, la Policía debe intervenir. Pero en el momento en que tú, Presidente o Rector, coges el teléfono y llamas a la Policía en lugar de intentar solucionar el conflicto en un ambiente y con un espíritu universitario, abdicaste a tu responsabilidad. La política de no confrontación establece también que se debe evitar restringir el acceso al Recinto. ¿Acaso los estudiantes pueden haber violentado dicha política al controlar el acceso en los portones, como ha señalado la doctora Guadalupe? En los diálogos que yo tenía con los representantes de la comunidad durante mi incumbencia yo lo decía. “Están jugando con fuego”. Se lo decía a la Hermandad y al Sindicato, que siempre lo utilizan: “cerramos el Recinto para demostrar la fuerza que tenemos”. Está bien… pero yo siempre he creído que la Universidad no es una institución que está orientada al poder porque no tiene los medios. A la Oficina de Seguridad no la puedes armar para que ejerzan el poder contra los estudiantes o los profesores. La guardia universitaria está para proteger la comunidad. Pero sobre el punto que traes sobre la restricción del acceso al campus, hay que entender que las experiencias humanas son complejas. El día 1 de la huelga no es igual al día 19. Por eso fue que como parte del diálogo, y a través de la Junta Coordinadora de Seguridad, se estableció el uso de las listas para que se permitiera el acceso a un personal imprescindible. ¡No tiene que entrar todo el mundo! Te digo eso y recuerdo el caso de un profesor que quería entrar con un bate porque entendía que lo que uno estaba haciendo no estaba bien, que lo que había que hacer era llamar a la Fuerza de choque y ya. También tuve debates con decanos… Pero me parece que esa Junta Coordinadora de Seguridad, conformada por representantes de toda la comunidad, no está en funciones desde hace años, lo que complica los procesos de diálogo. Usted decía al principio que la actual administración universitaria no había creado un clima de confianza. Y en el documento de la política de no confrontación se habla de evitar “la arrogancia”, “la imposición”, “la intimidación” y “el grito”, entre otras cosas, ya que no son herramientas de la cultura de paz que debe imperar en la Universidad. Exacto. Lo que se quiere es mantener un clima de paz y diálogo que fomente la enseñanza y la investigación por el bien del país. Si tú “resuelves” a la fuerza, y crees que “ganaste”, en el fondo no estás cumpliendo con tu función educativa. No olvidemos que luego de la huelga, mañana, esos estudiantes, profesores o docentes serán tus compañeros nuevamente. Ellos son los que van a permitir que la institución funcione adecuadamente. Todo en la Universidad debe tener un fin didáctico. Y si tú crees que los estudiantes están violentando unos derechos, ¡explícaselo! ¡Ellos son los que dirigirán al país en unos años! En la Universidad de Puerto Rico hay un gran talento humano y debemos ser capaces de resolver los conflictos entre nosotros. De lo contrario, lo van a resolver personas que tienen otros criterios que no son académicos. Por eso creo que esto no se debe bregar en los tribunales. Por otro lado, hay quienes dicen que en los últimos años la política de no confrontación ha sido muy “abusada” por los estudiantes porque han intentado parar el Recinto de Río Piedras por “razones triviales” para el estudiantado y el país. Y también se dice que la Administración ha permitido el cierre amparándose en la “no confrontación”. ¿Llegó el momento de revisar la política de no confrontación? Siempre se puede mejorar. Pero creo que los amigos que se han expresado no lo hacen contra la política de no confrontación, sino contra la banalización de la misma. ¡Contra eso estamos todos! La política de no confrontación no es renunciar al diálogo ni someterse a la imposición del otro. Es dialogar con honestidad. Pero es que el lenguaje del documento de la política de no confrontación es bastante ambiguo. Sí, pero es que las cuestiones humanas son muy complejas. Lo humano requiere precisamente esa ambigüedad. Insisto: el diálogo es la búsqueda conflictiva de la verdad, lo que significa que nadie la tiene antes de sentarse a conversar. La política de no confrontación está vigente, lo que pasa es que no se ha implantado como debe ser, porque no se ha entendido. Y esa política, repito, no es sólo para las crisis. Aplica al manejo, por ejemplo, de los ascensos y otros procesos de la academia. Dada su experiencia, ¿qué sugerencias podría brindar para reiniciar las negociaciones y solucionar el conflicto huelgario? Habrá que trabajar, primero, con recuperar la confianza. Y eso no se consigue con expresiones públicas agresivas o manifestaciones como las que hizo el Gobernador en el mensaje ante la Legislatura. Pero la salida podría venir, por ejemplo, si la Junta de Síndicos convoca a un grupo de profesores distinguidos, le presenta el cuadro completo, igual los estudiantes, y que ese comité de académicos tome una determinación. ¿Se podrá lograr eso? ¿Estará dispuesta la Junta de Síndicos? ¿Estarían dispuestos los profesores? Ahora mismo lo dudo.