Todos coincidimos en la importancia de la educación como elemento clave en nuestra formación personal, profesional y como ciudadanos responsables. Hay también, un sentir bastante generalizado de que nuestro sistema educativo está fallando en lograr estos objetivos.
Por ejemplo, para el año escolar 2011-2012, el 85% de nuestras escuelas no cumplían con los requisitos de aprovechamiento académico, según medido por las pruebas requeridas por la ley federal, No Child Left Behind, del 8 de enero de 2002. La deserción escolar, a su vez, es muy alta. Los datos del censo muestran que el 21% de las personas entre 18 y 24 años que no están matriculadas en escuela superior no tiene un diploma de cuarto año. Esta tasa aumenta a 48.2% en los estudiantes de bajos ingresos. En otras palabras 1 de cada 2 estudiantes de bajos ingresos que inicia la escuela no termina su cuarto año. Esto limita sus posibilidades de integrarse a la economía formal.
Es evidente que las estrategias actuales no están dando resultados. En Estados Unidos se han convencido de esta realidad y han permitido que los estados revisen y propongan sus propios planes para cumplir con los objetivos de la Ley No Child Left Behind. Esta apertura del gobierno federal ofrece una oportunidad de repensar nuestros objetivos y estrategias educativas.
Para comenzar, debemos analizar si estamos enfocando la enseñanza en lo esencial. En las últimas décadas nuestro sistema educativo se ha preocupado mucho en definir criterios formales de excelencia en el desarrollo cognoscitivo, expresados a través de estándares, y en el cumplimiento de éstos, medidos a través de la ejecución enlaspruebasdeaprovechamiento académico;yhemosdescuidadoel apoyar al estudiante a descubrir sus talentos y su vocación. El descubrir sus talentos a la par que le brinda dignidad, lo motiva a buscar las herramientas, entre ellas las académicas, para desarrollarlos. Esto lo hemos visto en Nuestra Escuela, dirigida a apoyar a jóvenes desertores a terminar su escuela superior; una vez el joven descubre su talento y vocación toma un interés, antes no manifestado, en la labor académica. El descubrir y aplicar sus talentos también los motiva a desarrollarse como ciudadanos responsables.
Es también necesario estar conscientes que el proceso educativo va más allá de lo que ocurre en la escuela. El ser humano está aprendiendo desde que nace y en múltiples contextos: la familia, la comunidad, los medios de comunicación, por mencionar algunos. De hecho, hay estudios que demuestran que los padres son la mayor influencia en el desarrollo educativo de sus hijos. Por tanto, es necesario concientizar y apoyar a los padres en esta tarea. La escuela, a su vez, tiene que tender puentes con la educación que se da fuera de la escuela.
El currículo tiene que partir de los temas que le interesan al estudiante e integrar las herramientas con que éste cuenta para adquirir conocimientos: la televisión, la Internet, las redes electrónicas, entre otras. Uno de los grandes retos para los educadores hoy es buscar formas de tender puentes entre la cultura en la que viven los jóvenes y la cultura del estudio, el análisis y la reflexión.
Finalmente es necesario avivar el ánimo del personal que trabaja en el sistema, sobre todo, el maestro. La práctica y la investigación es consistente en señalar al maestro como el actor principal en mejorar el aprendizaje y la retención. Los estudiantes reconocen que son los maestros, principalmente, quienes los motivan a aprender. Son también los maestros su mayor apoyo emocional para seguir en la escuela cuando los problemas los abruman y se inclinan por abandonar la escuela. Es preciso crear ambientes escolares que afloren lo mejor del maestro.
Para esto, es necesario reconocer su labor, aumentar sus sueldos, y convertirlos en ejes del mejoramiento escolar. Por ejemplo, existen en el sistema prácticas exitosas, identifiquémoslas y a través del aprendizaje entre pares utilicémoslas como semillas de un nuevo jardín educativo.
Así, partiendo de lo positivo, a la vez que apoya la recuperación de la esperanza, presenta alternativas que inspiran y dan ideas a otros. El camino no es fácil, pero tenemos escuelas y proyectos de excelencias que pueden apoyar la construcción de un sistema educativo de calidad que propenda el desarrollo social, cultural y económico de nuestro pueblo.
La autora es profesora de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.