Hace poco más de un año, un vídeo lanzado por el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés) a través de la Internet estremeció al mundo.
En la grabación, dos periodistas estadounidenses —James Wright Foley y Steven Sotloff— eran decapitados por militantes de ISIS, luego de haber sido secuestrados mientras cumplían con su trabajo periodístico.
A las ejecuciones se sumó una serie de ataques terroristas: el atentado contra el semanario político francés Charlie Hebdo, con 11 muertos y 11 heridos; el avión comercial ruso que estrellaron en territorio egipcio, con 224 pasajeros a bordo; la explosión de dos bombas suicidas en Beirut, capital de Líbano, que dejó 43 muertos y alrededor de 200 heridos; y el más reciente ataque en París, ocurrido el pasado viernes, que dejó 129 muertos y al menos 352 heridos.
“Nosotros sentimos mucho lo que pasó en Francia porque para nosotros es mucho más cercano a nuestra identidad, pero Líbano está pasando por una crisis muy grande, con sobre un millón de refugiados sirios. Estamos hablando de un país pequeño, subdesarrollado y con muchas vulnerabilidades. No es asunto solamente del terrorismo, es un asunto de crisis humanitaria”, expresó a Diálogo la doctora Mayra Vélez Serrano, profesora de política internacional en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Pero los más recientes actos terroristas perpetuados por ISIS tienen una larga trayectoria que se remonta al año 2003, cuando Estados Unidos invadió a Irak como parte de su “guerra contra el terrorismo”.
A finales de ese año Saddam Hussein, expresidente de la nación iraquí, fue capturado por los americanos por alegados vínculos con Al-Qaeda, grupo responsable de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
“El gobierno de Saddam Hussein trataba de mantener la unidad entre las poblaciones dentro de Irak, un país bastante diverso en términos étnicos y religiosos, que había sufrido por muchos años una violencia civil entre estos grupos”, explicó Vélez Serrano.
Con la captura de Hussein se desarticuló todo el ente burocrático, administrativo, político y militar que lideraba el exmandatario, y en 2006 se instaló un nuevo gobierno bajo la bandera de la democracia, apoyado por Estados Unidos. Pero las acciones del recién instalado gobierno pronto comenzarían a contrarrestar el discurso, con políticas que claramente favorecían a la comunidad árabe chiíta sobre la comunidad sunita. Para entonces, la guerra civil en Irak por la lucha del poder ya era inevitable.
Es en ese contexto que nace ISIS, producto de los fuertes ataques a la minoría sunita, que representa un 35% de la población musulmana. Es importante recalcar que aunque ISIS se identifica como un grupo árabe sunita, mantiene una interpretación extremista del Islam que no es compatible con la visión de la mayoría de los sunitas.
Ante la falta de protecciones por parte del gobierno oficial de Irak y la amenaza inminente que representa el grupo, gran parte de la población suní se ha visto obligada a apoyar a ISIS, que busca crear un califato religioso: un estado religioso en el que prevalezca la ley islámica y los preceptos elementales del Islam suní.
“Estados Unidos es sumamente responsable porque deja un gobierno instalado de mayoría chiíta que empieza de manera impune a practicar una política sectaria sobre todo en contra de la minoría sunita, y esa minoría desarraigada va a caer en los brazos de ISIS”, expuso José Rivera, también profesor de política internacional en el recinto riopedrense de la UPR.
Pero otro elemento muy importante en la sucesión de actos terrorista perpetuados por ISIS, indicó Rivera, es la subestimación de este grupo en términos políticos.
“El interés de este grupo ya no es tanto articular un terrorismo a nivel global, sino implementar un ente político, un califato en un territorio presidido por ellos, como el norte de Irak y el norte de Siria, que ya han sido ocupados”, planteó el profesor, añadiendo que una solución estratégica a nivel internacional para acabar con los actos perpetuados por ISIS —como los más recientes en París— debe implicar o incluir negociaciones políticas con ese grupo.
Rivera prevé, de otro lado, una posible coalición de los países que se han visto afectados directa o indirectamente por ISIS para desplazar o eliminar ese grupo, “potencialmente si todos se remolinan alrededor de la tragedia francesa”.
Esa coalición podría estar conformada por Estados Unidos, Francia, Reino Unido, España, Alemania, Turquía y Rusia. El reto se encuentra, en realidad, en lograr que todos esos países dejen a un lado sus diferencias en términos de política exterior, para unirse por una causa común, indicó el experto.
Pero aún con una coalición de países en contra de ISIS y un posible desplazamiento del grupo extremista, para Vélez Serrano, Medio Oriente —y específicamente las zonas de Irak, Siria y Afganistán— están lejos de ver un cese a la violencia.
En un intento por contrarrestar las acciones del Estado Islámico, pequeñas coaliciones de países —como Rusia, España, Francia y Estados Unidos— han apoyado militarmente, proporcionando armas y entrenamiento, a grupos que consideran “moderados” y que luchan en contra de ISIS en la guerra civil en iraquí, señaló la académica.
“El armar estos grupos es una navaja de doble filo porque, una vez termine la guerra civil (en Irak), tendrán esos grupos activados, entrenados y militarizados, sin otro conocimiento o profesión que la violencia”, sumó.
Según Vélez Serrano, en la búsqueda de una solución se ha pensado que el uso de la violencia puede acabar con el terrorismo. Sin embargo, esto no necesariamente es así, pues los actos de violencia para acabar con estos grupos han sido y podrían continuar siendo bastante contraproducentes.
“El terrorismo se alimenta de un proceso psicosocial de crear una identidad de ‘nosotros versus ellos’, es decir, somos nosotros o son ellos. Entonces se amplifican las diferencias de grupos, por ejemplo en el occidente vemos a los musulmanes como ‘los otros’, que no comparten los mismos valores y exageramos las diferencias. Del mismo modo, ellos también exageran las diferencias que tienen con el occidente”, puntualizó la profesora.