Mientras la situación política y económica de Puerto Rico se erosiona con la insostenibilidad de una deuda pública de $72 mil millones, la situación agrícola nacional disfruta uno de sus momentos más fértiles.
Según datos de la Oficina de Estadísticas Agrícolas del Departamento de Agricultura (DA) publicados en marzo de 2015, el Ingreso Bruto Agrícola (IBA) rondaba en $919.7 millones para el año fiscal 2013-2014, $138.2 millones más que para el año fiscal anterior y el más alto desde el 2009.
Ese 17.7% de incremento responde, en gran medida, a lo que ha sido la política pública de la agencia desde el 2013, el Plan de Seguridad Alimentaria para Puerto Rico, que busca reducir la dependencia en la importación de alimentos mediante el incentivo de la producción agrícola local.
“En términos de sustitución de importaciones, el aumentar la bandeja de comedores escolares de 25% a 60% [de productos locales] representa una inyección a la economía anual de más de $30 millones. Ese dinero que iba para Estados Unidos ahora se queda aquí moviéndose en la economía”, celebró Myrna Comas Pagán, secretaria de la agencia.
Que más de la mitad de los alimentos en las bandejas de los estudiantes sean producidos en suelo borincano es motivo de alegría. Que hoy estemos más cerca de la seguridad alimentaria, es un hecho mayúsculo.
Los números de la situación agrícola
¿Qué debería comer un puertorriqueño para cubrir sus necesidades nutricionales?
De los farináceos: arroz, batata, plátanos, yuca, panes, galletas de soda, avena. De los granos y verduras: habichuelas, calabaza, lechuga, tomate, repollo. De las frutas: chinas, mandarinas, toronjas, limones, guineo, mangó, papaya, melón. Incluyamos leche y queso en los lácteos, y huevos, pollo, res, pescado y cerdo en las carnes.
Así lo propone la Canasta Básica Alimentaria Recomendada (CBAR), elaborada en el 2009 por un Comité Interagencial de expertos en alimentos, economía agrícola, salud y nutrición liderado por el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) de la Universidad de Puerto Rico. El CBAR es el punto de partida del Plan de Seguridad Alimentaria para Puerto Rico y reúne el conjunto de alimentos que la población puertorriqueña consume –y debe seguir consumiendo– para cubrir sus necesidades nutricionales.
Ahora bien, ¿cuánto de lo que debería comer ese puertorriqueño se produce aquí?
Solo un 16.3%. Para el 2013, un 83.7% de los alimentos disponibles para consumo en la Isla eran importados, de acuerdo a la División de Estadísticas de la Secretaría Auxiliar de Innovación y Comercialización Agrícola del DA. Como toda estadística, el dato es una mera aproximación, por lo que en la discusión pública se menciona comúnmente un 85% de importación.
Pero la importación en sí misma tiene otras facetas. Por ejemplo, aunque un 76% de los alimentos que se importaron en la Isla para el 2007 provenían de Estados Unidos, hasta nuestros puertos llegan alimentos que han pasado entre 29 y 47 días de travesía, con tres y cuatro paradas que comienzan en Shanghái, lo siguen por el Canal de Panamá o por California –y de California a Florida–, y terminan en San Juan.
El Plan de Seguridad Alimentaria de Puerto Rico estima que, en promedio, los alimentos importados desde Estados Unidos recorren unas 2,810 millas náuticas. Los que se importan desde China –nuestro segundo suplidor de alimentos como pescado, mariscos y cereales– llegan a alcanzar las 10,000 millas náuticas.
Habría que preguntarse, en primer lugar, por qué mantener una dependencia en cadenas globales de suministros de alimentos que podrían producirse en Puerto Rico. Y en segundo lugar, si es posible reducir dicha dependencia.
La apuesta de Comas Pagán es que sí.
La elaboración del plan
“Cuando hablamos de que el 85% de los alimentos son importados, tenemos un 85% de probabilidad de desarrollo agrícola. Y en ese 85% de probabilidades, tenemos que verlo todo”, afirmó la secretaria de Agricultura en entrevista con Diálogo.
Con una disertación doctoral en el 2009 sobre las cadenas de suministros de alimentos de Puerto Rico, la secretaria conocía en detalle las vulnerabilidades del País con respecto a la situación alimentaria al momento de ser nombrada al puesto: la alta dependencia de alimentos importados, la disminución continua de la producción agrícola local, el almacenamiento de alimentos en Estados Unidos y las millas que recorrían antes de llegar a suelo boricua, los monopolios y oligopolios de importadores, navieros y puertos.
Más aún, la ausencia de una estrategia agravaba estas vulnerabilidades. De ahí que, una vez en funciones, Comas Pagán elaborara el documento que hoy guía los esfuerzos de la agencia.
“Cuando entramos nos preguntamos qué íbamos a incentivar, qué íbamos a promover en términos de productos agrícolas. Para eso identificamos las tierras propiedad del gobierno, las tierras que estaban en reservas agrícolas, y las fincas de agricultores. Usando de base el Censo Agrícola [hecho en el 2012 y publicado en el 2014], que me daba 584,988 cuerdas, dijimos: ‘De aquí, estas están cultivadas, y me quedan estas otras. Pues de estas que me quedan, ¿qué voy a producir?’”, explicó la funcionaria.
Pues precisamente esos alimentos que forman parte de la CBAR. Tras un análisis de los tipos de suelos, los cultivos que podrían adaptarse a estos, la disponibilidad de agua y el estado de producción de las empresas agrícolas del País, el DA se ha enfocado desde el 2013 en priorizar la producción local de alimentos que, en promedio, están en el plato de cada boricua. Para lograrlo, se ha dado incentivos tanto a huertos comunitarios como a fincas y proyectos a gran escala.
Cosechar sin prisa pero sin pausa
De los 35 productos ennumerados en las proyecciones del Plan de Seguridad Alimentaria de Puerto Rico del DA, 24 lograron sobrepasar las expectativas para el 2015, destacándose la producción de res, tomates y piñas, que han sido promovidos dentro de la canasta básica
“En el sector de ganado de carnes, cuando entré en el 2013, solo se producía el 6% [88,000 cuerdas] de lo que nosotros comemos”, señaló Comas Pagán. La idea en el 2013 era aumentar en un 20% esa producción.
Así las cosas, el año pasado 5,000 cuerdas fueron propuestas para la producción de res y 150 cuerdas para la producción de novillas. Al final, se lograron 5,034 cuerdas de res y 370 cuerdas de novillas.
“Pero ese becerrito que va a nacer, va a tardar dos años en estar listo para el mercado. El impacto de eso no lo vamos a ver con esta administración. Lo vamos a ver de aquí a tres años”, apuntó la también profesora del RUM.
“Muchas personas que me precedieron no metieron chavos en esto porque no generaba dinero rápido, no se veía en el IBA rápido” agregó.
Pero rapidez aparte, para Comas Pagán la producción agrícola del País debe contemplar en estos momentos cualquier tipo de alimentos.
“Ahora mismo mi pena es que no tenemos suficientes tierras. Nos quedan tierras en la montaña, pero la gente todavía no ha agarrado con la misma emoción la producción allí porque los terrenos son inclinados y es mucho más difícil labrar la tierra. Pero si nos vamos a los llanos, a la Autoridad de Tierras le quedan menos de 2,000 cuerdas estatales para alquilar de las 82,000 cuerdas disponibles”, indicó.
“Para mí lo importante es que se haga”, dice Comas Pagán al repetir el dato del aumento de productos locales en las bandejas de los comedores escolares como uno de los logros paradigmáticos de su administración: que es posible reducir la dependencia de las importaciones y aumentar la confianza en la producción local.