En 2009, la ahora doctora en estudios urbanos y planificación, Deborah Kobes, desmenuzó las tendencias, las razones de ser y el impacto de más de un centenar de juntas de control fiscal en municipalidades de Estados Unidos.
En su disertación y tesis doctoral para el Massachussets Institute of Technology (MIT), ‘Out of Control?: local democracy failure and fiscal control boards’ (‘¿Fuera de control?: fracasos de la democracia local y juntas de control fiscal’), Kobes analizó el desenvolvimiento de estas juntas. Con la intención de encontrar un panorama más claro, buscamos a Kobes para que nos explicara cómo entiende que debería fluir la cosa en Puerto Rico, considerando las particularidades políticas del archipiélago borincano que ya rebasa las cinco centurias de coloniaje.
Después de todo, estamos ante uno de los más peculiares desbarajustes fiscales a nivel mundial. De hecho, tal y como explica Kobes, lo que sucede en Puerto Rico es algo sin precedentes en cuanto a juntas de control fiscal se refiere, debido a su calidad de territorio no incorporado, pues anteriormente este tipo de juntas había atendido, en su mayoría, descalabres fiscales de municipalidades, con la excepción de Washington, DC.
Pero mejor que sea la propia doctora Kobes quien lo explique. En esta primera parte de nuestra entrevista, Kobes resalta las particularidades del caso de Puerto Rico y explica cuáles son los tres asuntos con los que han lidiado de frente las juntas fiscales en las distintas municipalidades de Estados Unidos.
Diálogo: Su disertación ‘Out of Control?: local democracy failure and fiscal control boards’ (‘¿Fuera de control?: fracasos de la democracia local y juntas de control fiscal’) se enfocó en más de 100 casos de juntas de control fiscal asignadas por el gobierno estadounidense, todas en municipalidades o ciudades. Sin embargo, Puerto Rico no se considera una municipalidad. Basado en lo que ha visto con respecto a la junta de control fiscal para Puerto Rico, ¿cuál entiende que es aquí la diferencia principal, si alguna, cuando se trata de asignarle una junta de control fiscal a un territorio con muchas otras particularidades distintas a las de una municipalidad?
Deborah Kobes: Esta es una pregunta complicada, pues la posición única de Puerto Rico dentro de los Estados Unidos hace que no exista precedente para predecir qué sería lo más relevante, en contraste a juntas de control fiscal anteriores. Yo anticipo que la diferencia más significativa es que Puerto Rico cuenta con múltiples niveles de gobierno, mientras que otras juntas de control fiscal solo han supervisado los niveles más locales de gobierno. Debido a que la crisis fiscal impacta tanto a los gobiernos locales como al territorio que cubre, la presencia de la junta de control fiscal a nivel del territorio como tal puede mejorar o empeorar la crisis fiscal a nivel de ciudades. Más allá de los múltiples niveles de gobierno, el caso de Puerto Rico se asemeja más a Washington DC. Washington DC es único dentro de los Estados Unidos continentales en términos de sus responsabilidades, porque no es parte del estado donde ubica, pero tiene muchas responsabilidades parecidas a las de un estado. Su junta de control fiscal también fue creada por el Congreso, y al ser una creación federal, con ese tipo de supervisión, ciertamente fue inusual. La junta de control fiscal de DC fue muy rara en cuanto al grado de poder que el Congreso le otorgó. Eso pudiera pasar en Puerto Rico, pero no sería por la condición de Puerto Rico como territorio.
Diálogo: Usted ha mencionado tres factores con los que lidian las juntas de control fiscal. Vayamos uno a uno. Primero, usted menciona algo que bautiza como “tiranía mayoritaria dentro del federalismo”, y señala que tiene que ver con aspectos como los límites jurisdiccionales de los impuestos y las ayudas federales. ¿Puede elaborar al respecto? ¿Cree que de alguna forma Puerto Rico compara con alguno de los casos que usted ha analizado?
Kobes: “Tiranía mayoritaria dentro del federalismo” suena complicado, pero la idea básica es que los niveles altos del gobierno restringen las acciones que están disponibles para los niveles locales de gobierno. Las condiciones puestas por los niveles más altos del gobierno usualmente tienen mayor impacto en la salud fiscal que los de los niveles locales. Por ejemplo, cuando se reducen las ayudas estatales y federales para los centros urbanos, pues hay menos recursos disponibles pero las necesidades de servicio siguen igual, lo que hace que el estrés fiscal aumente. Estas restricciones pueden estar enfocadas directamente en cómo los ingresos son levantados, quién es responsable de pagar por distintos tipos de servicios o qué estrategias de desarrollo económico están disponibles localmente.
No soy una experta en Puerto Rico, pero hay varios ejemplos sustanciales de asuntos que categorizaría de esta forma, que ya han sido parte de una discusión más amplia sobre la crisis fiscal de Puerto Rico. Primero, la proporción del reembolso federal para Medicaid y Medicare impacta directamente cuánto le cuesta a Puerto Rico proveer servicios de salud a sus residentes. Segundo, cambios en el código federal de impuestos para las corporaciones (la sección 936) impactarían potencialmente la base de ingresos de los que Puerto Rico pudiera beneficiarse. Estas no son preguntas de administración local, así que suplantar el control local con una junta de control fiscal no es una solución directa para nuestros problemas. Sin embargo, las justas de control fiscal son útiles si el gobierno federal o estatal confía en ellas al punto de aumentar su inversión en el gobierno local o removerles restricciones de ingresos.
Diálogo: El segundo asunto que usted ha mencionado tiene que ver con la dependencia que el mercado privado tenga con respecto a los servicios del gobierno, e indica que una alta concentración de pobreza se traduce en servicios más caros. Luego de estudiar los casos de las otras juntas fiscales, ¿qué prevé que suceda en Puerto Rico?
Kobes: La dependencia del mercado privado tiene una influencia inmensa en las finanzas de una ciudad. Localidades con dinero tienen una base de impuestos grandes con pocas necesidades, mientras que lugares con altos niveles de pobreza forcejean con una base baja en impuestos pero con altas demandas de servicios. Si un lugar adinerado siente un mayor impacto en sus finanzas, es más fácil encaminarse. Por ejemplo, Orange County, en California, tenía un administrador financiero arriesgado, que extendió demasiado los recursos del condado y quebró la ciudad. Poco después de declararse en quiebra, ese condado logró reponer su estabilidad financiera y su acceso al mercado, porque los inversionistas aún se sentían cómodos invirtiendo en un lugar con una buena estabilidad económica global.
Cómo Puerto Rico deberá enfrentar su dependencia en el mercado privado es una pregunta mucho más amplia de si deben o no tener una junta de control fiscal. Muchas ciudades (incluyendo las grandes, como Detroit, o las más chicas, las que pierden su base económica cuando se va un empleador) han luchado durante décadas con invertir su disminución económica. A menos que triunfen ahí, no hay solución administrativa que les prevenga de continuar enfrentando estrés fiscal, o hasta crisis fiscal. Dicho esto, en un momento de crisis como esta, una junta de control fiscal pudiera ayudar a que el mercado privado esté dispuesto a invertir en Puerto Rico de forma más rápida. O, una junta de control fiscal que traiga más inversión federal pudiera reducir la dependencia en el mercado privado y, por ende, aliviar la causa del estrés fiscal a largo plazo.
Diálogo: El tercer factor que usted menciona con el que lidia una junta de control fiscal es el “fracaso de la democracia local”, lo que sucede debido a un pobre diseño de gobierno, a la carencia de peritaje fiscal o a altos niveles de corrupción. ¿Pudiera elaborar al respecto? ¿Cuáles han sido las tendencias en otras jurisdicciones?
Kobes: Creo que cuando las ciudades entran en una crisis fiscal, al gobierno local le cae en sus hombros casi toda la culpa. Los otros ocasionadores de una crisis fiscal (las restricciones desde esferas de gobierno más altas y la dependencia en el mercado privado) son vistos como un significante menor, si no son ignorados del todo. En vez, hay un sentido popular de un fracaso de la democracia local, así que el gobierno local deja de ser la institución más capaz para navegar en la crisis. Causas para el fracaso de la democracia local incluyen oficiales corruptos, una falta de peritaje dentro del gobierno (particularmente en áreas de presupuesto y recaudación de impuestos), o un pobre diseño de gobierno que no puede políticamente balancear los intereses con los que compiten. Estos son problemas reales y presentes, en cierto grado mayor o menor, en muchas de las ciudades que han entrado en crisis fiscales. Las juntas de control fiscal, por su naturaleza, abordan este fracaso de la democracia local, porque reemplazan temporeramente el gobierno local, y han sido útiles en responder a estos problemas. Los residentes de Miami le dieron la bienvenida a su junta de control fiscal en parte porque la crisis fue ocasionada por una ola de arrestos de sus servidores públicos. Tanto en Miami como en DC, las juntas de control fiscal trajeron mucho peritaje técnico y se ayudó a establecer sistemas internos de gobierno más sofisticados en gobiernos donde se carecía de profesionales calificados. Aunque pienso que estos problemas en general componen solo parte de la crisis fiscal de un gobierno, las juntas de control fiscal pueden ayudar a una municipalidad enfocándose en mejorar la administración y construyendo capacidad técnica.
Mañana, la doctora Kobes analiza la participación de miembros locales en la composición de las juntas fiscales y habla sobre cómo la universidad pública se vería afectada.
A continuación la tesis doctoral de Kobes. Para escuchar un podcast donde Kobes habla del caso de Puerto Rico, pulse aquí.
Deborah Kobes: ‘Out of Control?: local democracy failure and fiscal control boards’