A media mañana, en las inmediaciones de la Fundación Luis Muñoz Marín (FLMM), el sopor se disipaba a medida que cientos de simpatizantes llegaban para escuchar de cerca al precandidato a la presidencia estadounidense por el Partido Demócrata, Bernie Sanders. La jornada prometía ser una reafirmación extensa del discurso progresista y social demócrata del veterano congresista.
El senador por el estado de Vermont realizó su visita de campaña en la Isla ayer, en la que participó de tres eventos. El primero en la FLMM, luego en la Escuela Juan Ponce de León de Guaynabo, y por último, en el Aula Magna de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPR-RP).
Los discursos fueron similares en todos los foros. Fueron, como ecos reverberantes, reiteraciones tras reiteraciones. Que gobernaría para la clase media, pobre y trabajadora. Que establecería unas políticas rígidas para las grandes corporaciones e intereses. Que impulsaría una educación superior pública gratuita. Que extendería los servicios de salud como un derecho universal, sin costo alguno. Que quebraría las barreras de la desigualdad por género, raza o preferencia sexual. Que, en fin, trabajaría con un sentido común que, entiende, merma entre la clase política de los Estados Unidos.
Mas, aseguró, Puerto Rico tiene prioridad en su plataforma. Por eso garantizó que todo lo que promete su campaña, tal cual, incluye también a la Isla que, asegura, “está sufriendo”.
“Los bancos de Wall Street son los causantes del sufrimiento de esta Isla”, soltó al ocupar el podio del salón de actividades de la FLMM. Allí, cerca de 300 personas, estadistas, independentistas y estadolibristas vitorearon al candidato. Entre ellos, figuras como el exgobernador Aníbal Acevedo Vilá, el legislador popular Luis Vega Ramos y el candidato a la gobernación por el Partido del Pueblo Trabajador (PPT), Rafael Bernabe.
Que sea un político estadounidense, de ascendencia judía, socialista y de los suburbios de Brooklyn, quien logre confluir a los polarizados políticos del País habría sido utópico uno o dos años atrás.
Sobre las políticas austeras que el Congreso republicano pretende implementar en Puerto Rico con el proyecto de la Cámara 4900, PROMESA, Sanders exclamó que “la austeridad no es necesaria”.
“La situación económica de Puerto Rico no va a mejorar cerrando escuelas y reduciendo pensiones, ni con salarios mínimos injustos”, señaló. Eso, entiende, es catapultar la pobreza y la desigualdad para que los banqueros se sirvan con la cuchara grande y avara.
En su primer discurso del día, no perdió ocasión para arremeter contra la inacción de la Reserva Federal en el caso de la deuda billonaria de la Isla. “Si la reserva pudo salvar a Wall Street –en el 2008- puede salvar también a los 3.5 millones de habitantes de esta Isla”, reclamó generando una de las muchas olas de delirantes aplausos.
Igualmente, respecto al estatus de Puerto Rico, Sanders aclaró que un referéndum en su primer año como presidente sería apremiante. “Puerto Rico no puede recibir ya un trato colonialista –y la redefinición del asunto, sugirió- es una decisión que tiene que tomar el pueblo”.
También abordó el tema de Oscar López Rivera. Mencionar al preso político generó aplausos y gritos. “Espero que el presidente Obama le conceda la libertad antes de abandonar su puesto”, de lo contrario, añadió, “de ser yo electo, sucederá”. La ovación fue espontánea, prolongada, eufórica.
En el tema de la salud, un asunto urgente en su plataforma de campaña y por el que muchos le consideran radical, el senador entiende que el trato desigual de su país a la Isla ha sido figura entorpecedora de los servicios.
“Los puertorriqueños merecen un reembolso igual”, acotó en su mensaje respecto a Medicare, Medicaid y el Seguro Social. Y, refiriéndose a sus detractores, que consideran que tal propuesta es descabellada, indicó que “todos merecemos servicios de salud de alta calidad”.
A sus declaraciones le sumó una exhortación a que “el Medicare se tiene que aplicar igual en todos los estados y territorios”, no como sucede en el caso de Puerto Rico, cuyos fondos están reducidos a la mitad.
Su discurso, empático, solidario y lleno de aspiraciones que antes se habrían visto con extrañeza, se selló con una promesa. “Si soy presidente de los Estados Unidos, tendrán un aliado en la oficina oval”, dijo al momento en que las ovaciones se confundían con la canción “Starman” del fenecido artista británico David Bowie.
La primera actividad concluía, pero el día apenas comenzaba. Afuera, el servicio secreto, apostado en todos los rincones del precinto, tenía lista la caravana con todos los escoltas que llevarían al senador a su próximo destino.
Las paradas sorpresas de Bernie
Avanzando por la avenida 65 de Infantería, la comitiva llegaría al Centro Médico de Río Piedras improvistamente, ante la mirada atónita de la gente. En la sala de emergencias del hospital más grande del País esperaban la llegada los doctores, Irving Jiménez, director de la Administración de Servicios Médicos (ASEM), e Israel Ayala, director de la Sala de Emergencias del hospital.
Tras el breve recorrido por el hospital, el senador saludó a varios enfermeros, médicos y pacientes antes de partir a hacer lo mismo en el cercano, Hospital de Veteranos.
Al filo del mediodía, entonces, la escolta se abriría paso por el expreso Las Américas, a toda prisa, hasta La Placita del Mercado en Santurce, donde el senador y todo el equipo de campaña almorzarían comida criolla.
La Placita, que ha transgredido a un lugar reverencial para la bebelata, tenía a esa hora a la clientela usual –poca. Y las miradas curiosas sobraban bajo el cegador sol de las 12:00 p.m..
El senador, quien se mostró afable, en compañía de su esposa Jane O’Meara Sanders saludó a algunos de los presentes en el restaurante Chicharrón que, de antemano, no esperaba la visita, según confesó uno de sus meseros con la sonrisa bien dibujada.
Finalizado el almuerzo, el equipo partiría a una reunión con voluntarios del patio en Río Piedras, y luego, al hotel donde se hospedaban para un breve descanso y, a eso de las cinco de la tarde partir en dos el tortuoso tapón metropolitano en el expreso 22, y llegar a la escuela pública de filosofía Montessori en Guaynabo, Juan Ponce de León, en 10 minutos.
Los voluntarios, además de expresarle el usual apoyo a su líder, destacaron que hay que acrecentar los esfuerzos en las redes. “El livestream del evento de esta mañana en la FLMM tuvo 17,000 espectadores”, le comentó uno de ellos. “Eso es bueno”, le contestó Sanders, a la vez que consideraba sugerencias como las de trabajar la campaña desde dar a conocerlo más al electorado boricua.
“Entiendo que los Clinton son mucho más conocidos aquí. Veo que el punto que está señalando la gente aquí es: tenemos el mensaje y vamos a conseguir los voluntarios. Y si hacemos eso, creo que nos irá bien”, comentó antes de despedirse.
Bernie en la Nueva Escuela
Más tarde, en la escuela, los niños, padres y maestros esperaban por el candidato, que compartiría sus reflexiones sobre los cierres de las escuelas en la Isla y sobre las políticas austeras a las que se opone para Puerto Rico, entre otros temas.
En el pequeño escenario instalado en la cancha de la institución, Arturo Massol, de Casa Pueblo y Ana García, directora del Instituto Nueva Escuela (INE), junto a otros miembros de la facultad esperaban a que Sanders alcanzara el proscenio junto a Jack Hernández, de 11 años, que le presentó al senador algunos salones y rincones de la escuela.
Los niños, que al unísono exclamaban su nombre, participaron también de la ronda de preguntas y escucharon con atención el mensaje del candidato que elogió a los maestros. “Hay que reconocer la labor de los maestros. Hay que hacerle justicia salarial a los maestros”, puntualizó.
Padres y estudiantes hicieron comentarios y preguntas en relación a la vinculación de políticos con fondos buitres, la abundancia de tiendas multinacionales como Walgreens, CVS y Walmart en la Isla, el estatus, la desigualdad salarial entre hombres y mujeres y la contaminación ambiental en Vieques.
Al despedirse del público, Sanders saludó y sonrió para muchas fotos que se dispararían a través de las redes sociales. De esta forma, con una envidiable energía, llegaría a la UPR en Río Piedras, donde las filas para entrar al conversatorio habían iniciado a media mañana.
La euforia en la Iupi
Dentro del Teatro de la UPR, 1,654 personas, según el equipo de campaña, atestaron el lugar. Afuera, poco más de tres mil personas exclamaban por ver a su ídolo en la pantalla que se instaló en la Plaza Antonia Lagares.
No obstante, para su asombro, y el de los que estaban adentro, el senador, tras unos breves apartes con la prensa local, apareció en un podio, al frente del teatro causando la euforia que acentuaría la jornada de la campaña en la Isla.
Desde allí, le exclamó al público, con más energía que horas antes, a soñar en grande. Que “juntos podemos lograrlo todo”.
Adentro, Guillermo Guasp Pérez, presidente del Consejo General de Estudiantes de la universidad, hacía lectura de su mensaje, con el que presentaría al senador. Y cuando lo hizo, los estudiantes, pasquines en mano, se levantaron de sus asientos y le dieron la más ferviente bienvenida del día al congresista social demócrata.
Allí, repitió su discurso pero se acentuaron las emociones al hablar de la deuda pública y la Junta de Control Fiscal, la educación gratuita, el estatus y Oscar López Rivera.
Sobre la junta, puño al aire, exclamó, “es inaceptable”. Su planteamiento se sostiene con la propuesta de que Puerto Rico cuente con la facultad y autonomía para auditar su deuda e identifique la inconstitucionalidad de esta en algunas instancias y logre reestructurarla.
“Los buitres no pueden pretender que se les pagará el 100% a cuenta de la pobreza de los niños, y eliminando servicios de salud, de educación. Es inaceptable”, reiteró, tras llamarles “descarados”.
El público, muy distinto al de los eventos anteriores, respondía, a la menor provocación, con emoción y una desbordante simpatía que Sanders acogía levantando sus brazos.
Durante el día hizo hincapié en la necesidad de erradicar la dependencia del petróleo para producir energía en Puerto Rico. “Ustedes tienen mucho más sol que en mi estado de Vermont –dijo argumentando lo conveniente que sería la energía solar para el país- y, sin embargo el costo de energía es muy caro. Eso tiene que cambiar”.
El senador, alarmado, no pudo concebir que se gaste tanto dinero en combustible fósil. “Puedo imaginar que alguien hace mucho dinero”, comentó en referencia a los vínculos de los grandes intereses con la industria petrolera y de energía.
Los estudiantes, evidentemente, comparten el mismo hastío con el senador: que los billonarios, el 1%, decidan por todos en el escenario político estadounidense. Por tanto, exhortó a afrontar esa población buscando implementar un sistema de impuestos justos, cuyas retribuciones estarían destinadas a propulsar la educación superior pública gratuita, servicios de salud libres de costo y aumentar el salario mínimo federal a $15.
Repitiendo la promesa de que contarían con un aliado en la oficina oval, Bernie Sanders insistió en que su movimiento “no se trata sobre elegir a Bernie Sanders, se trata sobre cambiar nuestras vidas”.