Dicen “que seremos lo que fuimos, actuamos y consumimos”, ¿usted lo cree así? Pues, no está muy lejos de la realidad esta aseveración. Cuando éramos niños nuestros padres siempre nos decían: “aliméntate bien para que crezcas grande y fuerte” y “caminar es saludable para el corazón”.
Nuestros padres nunca se equivocan, una buena alimentación es pieza clave desde la infancia hasta que seamos viejos; sí viejos, esa es la palabra correcta cuando nos referimos a un adulto mayor de edad avanzada. Los viejos necesitan los mismos nutrientes y actividad física que un joven, claro está, en distinta cantidad. Mientras envejecemos nos encaminamos a disminuir la actividad física, dejando pasar por alto que al hacer esto también se tiene que disminuir la ingesta calórica.
¿Que quiero decir? Que no movemos un dedo pero comemos igual o más que siempre y es ahí donde comienzan las enfermedades, que todos nombramos como “achaques”. “Que me duele aquí, allá, mis huesos ya no aguantan, tengo el colesterol alto, me diagnosticaron diabetes Tipo 2, hipertensión”, así nos escuchamos. Entiendo que hay enfermedades que corren en nuestra sangre por la genética, pero otras son por el inadecuado comportamiento tanto alimenticio como físico que adquirimos.
Pero porqué seguir quejándose si todo tiene remedio o por lo menos alternativas para vivir más y mejor. ¡Qué mejor que añadir a tu rutina algunas estrategias para que te sientas con vitalidad! Esto nos ayudará a prevenir distintas enfermedades y a controlar las mismas y tratar de evitar que se compliquen, especialmente a aquellas personas que ya se acercan o se encuentran en la etapa de la vejez. No lo digo yo por decir si no que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda ejercicio físico al igual que actividad física a todos los viejos, al menos 30 minutos de ejercicio leve a moderado por los menos cinco veces a la semana.
Y ustedes se preguntaran pero ¿cuál es la diferencia de actividad y ejercicio? pues, mientras la actividad física es cualquier movimiento como caminar, trabajar, bailar y limpiar entre otros, los cuales dan como resultado un gasto energético; el ejercicio físico es planeado, estructurado y repetitivo para conseguir un cuerpo sano y una vida saludable. Con esto se podrá mejorar la fuerza, el equilibrio, el control motor y reducir el riesgo de caídas que tan común es en nuestros viejos. Asimismo, se logra una mayor independencia y mejor calidad de vida.
Los programas de ejercicios (terapéuticos) junto con los programas de alimentación están diseñados para cada necesidad. Se establecen a base de la enfermedad y tratamiento del individuo con el fin de lograr un resultado particular en su vida. Primero, es importante analizar tu salud mental ya que va muy relacionada a tu estado cognitivo, si no te sientes bien mentalmente no tendrás ánimos para nada. Realizar este tipo de actividad crea un ambiente amistoso entre las personas, un momento de comunicar, combatiendo la soledad que muchos hemos de sentir. Este es el primer paso, después que tengamos ánimos para realizar las cosas lo demás es pan comido, ¿o no?
Y luego de varias pruebas de fuerza, signos vitales y resistencia busca algo que te guste y sea adecuado o que quieras hacer con regularidad para así no perder el ánimo. Es importante ser constante y comenzar poco a poco para así lograr los objetivos. Una rutina básica y sencilla que todos podemos realizar en una semana es la siguiente: ¡primero! realizar 15 a 20 minutos de ejercicios de estiramiento por cada grupo muscular, luego 30 minutos de caminata para fortalecer el sistema cardiovascular en un parque o área segura tres días a la semana. El resto de la semana la podemos complementar con una rutina de 25 a 30 minutos de baile, Zumba, Pilates y Yoga (en algún centro acogedor de tu pueblo) una vez a la semana y 20 minutos realizando acaeróbicos dos veces a la semana.
Está demostrado que no realizar alguna actividad física es el peor enemigo del individuo y contribuye al desarrollo de enfermedades, decreciendo nuestra calidad de vida. Intercalar la alimentación con el ejercicio es la manera más saludable de controlar y prevenir muchas enfermedades que hoy día abundan en nuestra sociedad.
El ser viejo se asocia con enfermedades y discapacidades que parecen inevitables pero no: ¡Tú puedes hacer la diferencia!
El autor es Educador en Adiestramiento de la Maestría de Educación en Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.