Los niveles de estrés ocasionados por la carga académica universitaria se relacionan, según estudios científicos, con la manera en que los estudiantes se alimentan. Inclusive, algunas investigaciones aseguran que la tensión puede llegar a afectar la memoria, concentración y el desempeño académico, factores que impactan negativamente la salud del estudiante bajo estrés.
Ante la falta de conocimiento sobre este tema en Puerto Rico, los estudiantes de maestría en nutrición del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR), se dieron a la tarea de hacer una investigación titulada: Dietary Patterns and their Association with Socio-demographic Characteristic and Perceived Academic Stress of College Students in Puerto Rico, para probar si realmente existe un vínculo entre los patrones alimentarios de los estudiantes, sus características socio-demográficas y el estrés que manifiestan los jóvenes universitarios mayores de 21 años.
Winna Rivera, profesora de la Escuela Graduada de Salud Pública y mentora del estudio, indicó que el proyecto surgió, en gran parte, luego de que un estudiante falleciera al consumir bebidas energizantes mientras se dedicaba a estudiar en la biblioteca del propio RCM.
Para conocer a fondo las rutinas alimentarias de los estudiantes, los investigadores distribuyeron 275 cuestionarios entre las seis facultades de Ciencias Médicas, basándose en las experiencias universitarias, características socio-demográficas, información académica, actividad física y los patrones alimentarios de los alumnos. El estudio se concentra mayormente en los resultados de participantes dentro de la Escuela de Medicina (34.2 por ciento) y la Escuela de Salud Pública (28.4 por ciento). Además, solo se evaluaron a estudiantes entre 21 y 30 años que llevaban al menos un año estudiando en dichas facultades.
Aunque la Escuela de Medicina cuenta con estudiantes y profesionales expertos en nutrición y salud, el edificio del RCM tiene más de dos máquinas expendedoras de alimento por cada piso, y esto, a pesar de haberse dado un movimiento en contra de las mismas. Rivera expuso su preocupación en torno al consumo frecuente de los productos disponibles en dichas máquinas, por parte de los estudiantes, debido a su situación económica, su fácil acceso o a la ausencia de cafeterías o centros de comida dentro de ese recinto. “Actualmente no contamos con una cafetería donde los estudiantes y el resto de la comunidad pueda comprar alimentos a un precio accesible”, apuntó.
Para sorpresa de los autores de la investigación, explica Ideliz Pagán, una de las estudiantes que contribuyó al estudio, no existe asociación significativa entre los patrones alimentarios de los universitarios del RCM y el estrés. Según Pagán, esto se debe a que los universitarios de esa institución son más conscientes y toman más en cuenta la manera en que se alimentan.
En cambio, se encontró correlación entre la edad y la forma en que los estudiantes se alimentan. Los estudiantes de mayor edad tienen un mejor patrón alimentario que los más jóvenes debido al cambio en el estilo de vida y la transición de escuela superior a universidad en los primeros años de experiencia estudiantil.
Rivera y Pagán, junto a Carla Fabián, Josué Ríos, Jesmarie Betancourt, Sonia Cruz, Anaisa González, Cristina Palacios y Michael González descubrieron a través de este proyecto que los estudiantes de la Escuela de Salud Pública y la Escuela de Medicina tienen mejores patrones alimentarios que el resto de los estudiantes.
A pesar de que los resultados mostraron que el uso de los alimentos altos en grasa en los estudiantes es adecuado, Pagán asegura que los universitarios no son conscientes de cómo seguir un patrón alimentario de la manera correcta. Además, Rivera describió la alimentación de los universitarios como “terrible y pésima”.
Tanto el estudio Dietary Patterns and their Association with Socio-demographic Characteristic and Perceived Academic Stress of College Students in Puerto Rico como Rivera y Pagán, recomiendan a las facultades del RCM proveer a sus estudiantes comidas saludables por medio de máquinas o centros de comida que se distribuyan alrededor del campus universitario. De igual modo, ambas entrevistadas sugirieron crear estrategias para mejorar el conocimiento en el área de nutrición entre los estudiantes en especial, a fin de crear una disciplina alimenticia saludable.