En el 2015, Puerto Rico enfrentó una sequía que afectó a más de 200 mil abonados de los embalses de Carraízo y la Plata. Pero contrario a los pronósticos de sequía extrema que han publicado algunos medios de comunicación de la Isla, este año lo que se espera es una temporada de ciclones.
En realidad, la sequía del año pasado fue provocada por un fenómeno climático conocido como El Niño y como consecuencia, el país enfrentó una merma en los niveles de precipitación. Este año enfrentaremos a La Niña, que contrario al primero, se caracteriza porque traer consigo ciclones y mucha lluvia. Al menos, eso sostuvo Félix Aponte Ortiz, profesor de la Escuela de Planificación del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPRRP).
“Esto solo son ciclos hidrológicos que, a su vez, son como los péndulos de un reloj: que se mueven de un extremo a otro”, explicó Aponte Ortiz.
Según el también miembro de la Junta de Gobierno de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA), con tan solo tomar la historia de referencia, se podría deducir que este año el país tendrá un escenario casi opuesto al que tuvo el pasado.
Eso sí, dentro de la meteorología la certeza de predicción variará dependiendo del tiempo de diferencia entre la predicción y el evento. Es decir, que la capacidad de incertidumbre dentro de un periodo de 24 horas es mucho menor al que tendrá un pronóstico de 48 horas.
“Esto es casi como predecir el precio del petróleo”, aseguró entre risas el profesor. Entonces, lo que resta es observar el calentamiento del planeta y –por ende– el climático, o al menos eso es lo que asegura Aponte Ortiz.
“Nos aproximamos a ver cambios climáticos que van variar cada año”, puntualizó. Mientras los gases de invernadero continúen en incremento, la alteración del clima va a ser más evidente.
La forma de evidenciarlo es a través del promedio anual de lluvia. Hace 50 años, se podían recibir más de 75 pulgadas, pero el año pasado apenas se recibieron 69. Lo peor es que las comunidades socioeconómicamente desaventajadas son las que más se verán afectadas por estos cambios, aseguró el miembro de la Junta de Gobierno de la AAA.
Asimismo, añadió que el servicio que ofrece la AAA no debería verse afectado dentro del proceso de ciclones, a menos que la prestación de energía se perjudique a partir de estos fenómenos naturales.
Por otra parte, el profesor de Planificación especificó que la cifra en la merma de agua debido a la sequía del año pasado, ascendió un 25 por ciento, pero que se espera una recuperación luego que salgamos de la temporada de huracanes que comenzó el pasado 1 de junio.
Sin embargo, según el planificador, aunque este año no se espera ninguna sequía, las proyecciones apuntan a que la próxima será en 10 años. Aponte Ortiz afirmó que los periodos de precipitación eventualmente van a disminuir y las temperaturas se van a extremar, como los péndulos de un reloj.
Por ejemplo, la región suroeste de los Estados Unidos, que va desde Texas hasta California, tiene –según el Planificador- un potencial de desertificación y en esa línea, las sequías se convertirían en algo normal.
“Y eso no es malo ni bueno. Simplemente, habrá un nuevo equilibrio que terminará en el desequilibrio del comportamiento normal”, puntualizó el también asesor ad honorem de la secretaria del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, Carmen Guerrero Pérez.