Hacía calorcito de verano, no llovía. El día, martes 2 de agosto de 2016, estaba como para hacer alguna actividad al aire libre.
Con ese panorama climático, un grupo de manifestantes comenzó a caminar a eso de las ocho menos diez de la mañana, desde el Campamento contra la junta, frente al Tribunal Federal en la avenida Chardón, hasta el edificio que alberga la firma financiera UBS, a tres cuadras, en la parte de La Milla de Oro que da a la avenida Luis Muñoz Rivera.
El sol comenzaba a pegar. Aún no había mucha gente en la calle, aunque ya la zona comenzaba a mostrar síntomas de vida. Todavía queda un chispito de verano y faltan días para el comienzo del año escolar, por lo que el bullicio mañanero en la urbe capitalina es menos de lo usual.
La convocatoria era para realizar desobediencia civil. Salió como una iniciativa de protesta, en búsqueda de elevar la lucha en contra de la junta de control fiscal, mediante la acción, más que la protesta.
“Ya con esto buscamos hacer algo un poquito más llamativo, ir directo a donde UBS y Miguel Ferrer, a sus oficinas, y entonces, a la vez, hacerles saber al pueblo que estos banqueros son los que ayudaron a descalabrar los sistemas de retiro y las pensiones de los maestros, entre otras acciones letales para Puerto Rico”, le señaló a Diálogo en medio de la caminata uno de los jóvenes que desde el mes pasado pernoctan en el Campamento en contra de la junta, Bistol Pagán.
Este pasado fin de semana, el campamento cumplió su primer mes frente a la Corte Federal. Se puede considerar una gestión exitosa al recibir el amplio respaldo de distintos sectores, como el obrero-sindical, músicos, teatreros y artistas, agricultores y agricultoras, estudiantes universitarias y universitarios, maestras y maestros y ciudadanas y ciudadanos de a pie. El pueblo ha cooperado a cabalidad para mantenerlo de pie, con comida, agua, víveres y materiales higiénicos y de primeros auxilios.
Claro, la enajenación en Puerto Rico es mal de muchos, así que los manifestantes entienden que hay muchísimo por hacer.
“Ya cumplimos un mes. Pero, realmente, nuestra misión de educar va empezando”, resaltó Pagán, ya a menos de una cuadra del edificio que alberga las firmas UBS, Charles Schwab, AIG, Goldman Antonetti & Cordova, O’Neill & Borges y Bancrédito.
“Por eso, actividades como estas son importantes”, agregó.
Sí, son importantes, pues “causan incomodidad en el mismo sitio donde trabajan”, concordó otro manifestante, Amado Martínez Lebrón.
“Esto es lo que hay que hacer, llevarles la protesta, la incomodidad a sus propias oficinas”, dijo Martínez Lebrón, justo cuando el grupo arribaba a las instalaciones de UBS.
Llegaron y se sentaron. Además de los manifestantes, había varios abogados observadores, entre ellos la aspirante a la comisaría residente por el Partido del Pueblo Trabajador (PPT), María Nogales Molinelli.
“Nuestro trabajo es ver que se respeten los derechos de los manifestantes”, le dijo Nogales Molinelli a Diálogo.
Y llegó el primer ciudadano con corbata y maletín, y no pudo entrar, y dio la vuelta para entrar por otro lado. Entonces, al percatarse, los manifestantes buscaron cuáles eran los otros accesos alrededor del edificio. Se dividieron y se apostó un grupo en la entrada de atrás aledaña al estacionamiento, mientras otros manifestantes permanecían en la entrada que da a la avenida Luis Muñoz Rivera, la cual nunca fue abierta por la administración.
“La intención es permanecer en esta entrada pues es la que da hacia la Ponce De León”, una avenida muy transitada, estableció Martínez Lebrón.
Mientras, la gente brincaba por encima de los manifestantes, en la entrada aledaña al estacionamiento. Entonces, en esa misma entrada, la atmósfera se puso tensa.
“¡Qué tengo que entrar, puñeta!”, dijo el encargado del valet parking, retando a los manifestantes, mientras intentaba empujar una puerta. “¡Ustedes son unos hijos de la gran puta!”, exclamó.
Los manifestantes le explicaron por qué estaba allí, lo que fue respondido con un tenue “a mí no me importa”. Otra oficial lo relevó y continuó la protesta.
Llegó la prensa de televisión y de distintos medios digitales. Los activistas seguían explicando la manifestación.
“¡No! ¡No! ¡No nos pararán! ¡No! ¡No! ¡No nos pararán! El que se atreva que haga la prueeeeebaaaaa! ¡No nos pararán!”, cantaba una de las manifestantes en la protesta, Ada Isabel Moreira.
Ya la Policía se encontraba en el lugar. El grupo de desobedientes civiles era de 15, los policías eran 12. Casi un policía por manifestante. Ni siquiera interactuaron. Luego de que uno de los oficiales de más alto rango entrara a conversar con los administradores, circuló un rumor de que los administradores del edificio de UBS habían acudido a Tribunal de San Juan a buscar un interdicto para arrestar y sacar a los desobedientes civiles. No hagan caso a esa jugada. Son rumores, son rumores.
Claro, que eso no impidió que hubiesen confrontaciones, como la que pasó con el joven encargado del valet parking. En el momento más tenso de la mañana, un señor llegó bien jaquetón a la puerta que da a la avenida Luis Muñoz Rivera.
“¡Vengo a trabajar! ¡Vengo a trabajar!”, dijo mientras, más o menos cual troglodita, empujaba a la joven Moreira con su rodilla e intentaba abrir la puerta.
“Está cerrado. Pero si quieres vente e inténtalo por acá”, le dijo uno de los manifestantes.
El señor fue entonces hacia la puerta cercana al estacionamiento. Allí tuvo confrontaciones verbales con los manifestantes, pero, al fin y al cabo, se marchó sin entrar al edificio. Los activistas seguían repartiendo hojas con información sobre el rol de UBS y Ferrer en la deuda, aludiendo a distintos casos por fraude de bonos que ha tenido la firma alrededor del mundo.
“La intención es hacer desobediencia civil y de una vez a educar a los más que podemos de la forma en la que los banqueros de Puerto Rico, en este caso Miguel Ferrer, con UBS, han contribuido a la situación de la deuda, a la crisis fiscal que vivimos los puertorriqueños”, indicó uno de los manifestantes, Juan Ramón Rodríguez.
“Pero esto no es por nacionalismo. Esto es de la opresión de los ricos hacia los pobres. Puedes ser chino, palestino, dominicano, y si eres pobre en Puerto Rico estás de este lado”, apuntó.
Su colega en protesta, Nelson Montero Latrinidad, coincidió.
“Tampoco esto es cosa de estudiantes de la UPR nada más, es de todo el pueblo”, dijo, mientras otro de sus compañeros de lucha especificó que estudia en una universidad privada y que hace ajustes para pernoctar en el campamento y participar en actividades como esta de desobediencia civil.
“Yo no soy estudiante”, continuó Montero Latrinidad.
“Soy de la clase trabajadora, no estudio. Y la clase trabajadora es la más que se va afectar con la junta. Es la clase trabajadora la que sufrirá los despidos, las medidas de austeridad y el efecto a los servicios básicos que sucederán cuando la junta de control fiscal comience a imponer sus medidas. Esto es un asunto de clases”, denunció.
Espérate, espérate… A todas estas, ¿dónde está Miguel Ferrer?
“Me dijeron que está dizque en Francia”, le dijo a Diálogo un muchacho que entró temprano, corbata en cuello y maletín de cuero en mano. Pero era embuste. Ferrer se fue a una actividad en el Condado Plaza y allí lo pillaron los manifestantes.
Mira el vídeo de Diálogo sobre la protesta de desobediencia civil: