“Todas estas experiencias de teatro popular persiguen un mismo objetivo: la liberación del espectador”.
Augusto Boal en Teatro del Oprimido (1980)
Hacía un día caluroso el viernes 19 de agosto de 2016 en el Colegio de Diego en Carolina. No obstante, unos jóvenes de noveno grado se encontraban fuera de sus salones de clases participando en un taller de teatro dirigido por el Colectivo Teatral Boal (CTB). Bajo el sol estos jóvenes sudaban, creaban y hacían teatro.
No aprendían técnicas actorales ni se memorizaban ningún libreto. Pero sí jugaban y mientras jugaban, iban descubriendo que el teatro podía servir como un transformador social. Ese, precisamente, es el objetivo del Colectivo Teatral Boal (CTB), un grupo teatral interdisciplinario dedicado a tratar problemáticas estudiantiles. La entidad fue fundada por estudiantes del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.
Inspirados por la teoría del dramaturgo brasileño, Augusto Boal, el CTB busca tratar problemáticas estudiantiles abriendo un espacio de discusión utilizando técnicas y juegos teatrales. En su libro, Teatro del Oprimido, Boal discute su idea de romper las barreras entre el espectador y el actor. Su objetivo es eliminar el rol pasivo del espectador y brindarle herramientas artísticas para que este se integre y participe en el escenario. Se busca, además, que el espectador se dé cuenta que si puede cambiar la realidad dentro de una obra teatral, puede hacer lo mismo en su propia realidad.
La técnica de Boal del teatro-imagen fue incorporada por el CTB en el Colegio de Diego. El juego consistía en proponer un problema real que se vive en el día a día, como el bullying y la falta de comunicación en la escuela. Una vez se escogía el problema, se asignaba a alguien el rol del “escultor”. Este escultor tenía que representar el problema en una imagen o estampa, utilizando a los demás como “estatuas”. El escultor podía “moldear” a sus compañeros libremente, moviéndoles cada parte del cuerpo y cambiándoles las expresiones.
Los jóvenes de noveno grado se dividieron en tres grupos. Cada uno propuso su propio problema y crearon tres imágenes para representarlo. Luego se les pidió que escogieran un último escultor, quien debía de representar una solución al problema, una imagen que mostrara la utopía, un mundo sin bullying y sin falta de comunicación.
Una de las integrantes del CTB, Ishbel Cora, aclaró que “nosotros no somos psicólogos ni psiquiátricos. Lo que queremos es abrir ese espacio fuera del salón de clases, que ellos propongan problemas que les duelen o ellos [mismos] causan, para que ellos lo vean y reflexionen sobre eso”.
La estudiante de periodismo destacó que ellos trabajaban desde la horizontalidad (no hay jerarquías dentro del grupo) con estos jóvenes. Explicó que permitían que tomaran sus propias decisiones de escoger un problema que viven todos los días en la escuela y proponer su manera de resolverlo, utilizando las herramientas teatrales que el colectivo les brindaba.
“Cuando uno se pone a escucharlos, sus problemáticas, te das cuenta que ellos saben. Lo que pasa es que nadie les pregunta”, comentó la universitaria Emma González. No obstante, al trabajar con los estudiantes de escuela superior, la integrante de CTB es consciente de cuánto pueden influir sobre ellos. “Ellos dependen de lo que ven de ti mucho. Halan nuestra energía”, indicó.
La idea de un teatro sanador
La fundadora del colectivo, Alejandra Rosa ha estado involucrada en grupos teatrales desde la escuela elemental y explicó cómo el escenario le ha servido como un espacio alterno y utópico desde entonces. “Yo fui víctima del bullying. El teatro para mí siempre ha sido sanador”, aseguró.
Esta idea de un teatro sanador germinó durante su participación en el internado Córdova y Fernós, en Washington, D.C. en el 2015. Como trabajo final, los participantes tenían que elaborar y presentar un proyecto que tuviese impacto social titulado Proyecto de Desarrollo para Puerto Rico (PRDP por sus siglas en inglés). La estudiante de periodismo y drama planteó por primera vez la idea de un colectivo que utilizaría el teatro para buscar una solución a los problemas sociales que se enfrentan los jóvenes de su país.
Al llegar a Puerto Rico, Rosa se dio cuenta que su proyecto no solo era viable sino beneficioso no solo para los jóvenes sino para los futuros miembros del colectivo. La universitaria se dio cuenta que “en la UPR no existen muchas clases de teatro social” y por tal razón esperaba que se uniesen personas de diversas facultades para “adiestrarlos en técnicas de teatro social” que podrían utilizar como futuros forjadores de un mejor Puerto Rico.
Durante el semestre pasado, el Colectivo Teatral Boal contaba con ocho miembros provenientes de los departamentos de drama, periodismo, literatura comparada, psicología social, ingeniería mecánica, entre otros. Poco a poco fueron entrenándose en los conocimientos de Boal y luego buscaron una escuela donde poner en acción lo aprendido.
Fue entonces cuando escogieron el Colegio de Diego, al que visitaron dos veces el semestre pasado. Ahora en agosto regresaron ese viernes para cerrar el capítulo y llevar sus talleres a otras escuelas.
La primera vez que visitaron el colegio en Carolina, los integrantes “boalistas,” como se suelen llamar, realizaron una investigación, hablaron con la directora, Rose Alma, para conocer el trasfondo de estos jóvenes, sus necesidades y mayores problemas. A base de eso, añade Rosa, “escogíamos qué ejercicios [del teatro del oprimido] funcionaban”.
“Fue súper”
En esta última intervención del CTB, se le preguntó al grupo de 14-15 años si les había gustado los talleres. Todos respondieron con mucho entusiasmo que sí. “Fue súper [la experiencia]. Ellos te buscan la vuelta para que aprendas, para que participes”, declaró el alumno Hugo Galdón Cruz.
La estudiante, Laura Harrigan mencionó que aprendió mucho no solo de los talleres sino de sus propios compañeros de clase. “Aprendí que aunque hayan diferencias siempre hay algo que nos conecta”, expresó. Sobre los miembros del colectivo, Harrigan anotó que “fue una buena experiencia porque no nos trataron como niños chiquitos ni como adultos, sino como lo que somos”.
“Ellos fueron como parte de nosotros, como un amigo más”, añadió Galdón Cruz. Cuando se le preguntó si lo que hacía el CTB se podía llamar “teatro”, el joven asintió. “Cuando hablan de teatro, piensas en obras. Y realmente eso no es teatro. El teatro tiene muchas facetas. Son muchas [otras] cosas las que puedes aprender del teatro”, sostuvo.
Los miembros del CTB han descubierto que la experiencia ha sido un proceso de educación de ambos lados. Muchos admitieron que aprendieron a no juzgar desde la primera y escuchar lo que tienen que decir estos jóvenes.
“Yo he aprendido que, si se les da el espacio, ellos tienen todo el conocimiento del mundo”, observó Rosa. “Es cuestión de darles ese espacio. Estamos con ellos, en este espacio y vamos a imaginar estas realidades”, afirmó.
Al momento, el colectivo se encuentra en la faceta de buscar nuevos miembros. La fundadora añadió que no se ha escogido otra escuela aún ya que se quieren enfocar, durante estos meses, en el adiestramiento de los viejos y nuevos integrantes. Rosa informó que planifica una nueva ronda de talleres en otra escuela pública del País al final de este semestre, posiblemente donde hayan comunidades inmigrantes.
El CTB estará ofreciendo adiestramiento de técnicas de teatro social y del oprimido todos los miércoles de 6:30 p.m a 8:30 p.m.
Pronto estarán lanzando la convocatoria para aquellos que les interese servir de “apoyo para trabajadores sociales escolares puertorriqueños”. Los requisitos son ser estudiante universitario de segundo año en adelante en cualquier recinto de la UPR, enviar un resumé y un escrito explicando por qué interesan formar parte del Colectivo, a turquesaentablas@gmail.com. También deben estar disponibles los días de adiestramiento. La fecha límite para solicitar es el 2 de septiembre de 2016.