Mayo de 2015. Amenazaron con recortar fondos públicos al sistema universitario del país, y miles, tras buscar en qué creer, se afianzaron a la educación, a la certeza de que la instrucción es una de las pocas frecuencias que garantiza voz. Hubo marchas, sudor, performances, reclamos. Universitarios sentados frente a La Fortaleza entonando una misma consigna.
////Si en vez de vino bebieran malta, los recortes no harían falta////
No hubo que olvidar -no hay que olvidar- que desde el principio somos isleños de volumen alto, y que si hablamos como en un grito esforzado por ser escuchados es porque quizás siempre hemos preferido las heridas del viento a los silencios inconclusos. Si mucho nos ha salvado el tierno secreteo del mar, más nos han conmovido los oleajes de tesón sonoro. Por eso y por más, aquellos ceños fruncidos y miradas puntuales fueron, pero todavía son. Eso. Voz.
Importó -importa- defender la voz.