Hasta 2014, en Estados Unidos 24 millones de personas padecían de trastornos alimentarios, según estadísticas de la National Association of Anorexia Nervosa and Associated Eating Disdorders. De estos, solo uno de cada diez recibió tratamientos para contrarrestar estas enfermedades de las que se destacan la anorexia, la bulimia, el trastorno por atracón y el trastorno por evitación/restricción de alimentos.
En el marco del Día Mundial de la Alimentación —proclamado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) en 1979— repasamos los peligros de exponer al cuerpo a trastornos provocados por los malos hábitos al comer.
De acuerdo con la psicóloga del Departamento de Asuntos Estudiantiles de la Universidad del Pacífico en Chile, Carolina Pollmann, este tipo de padecimientos se manifiestan mayormente entre los jóvenes y se presenta cuando estos muestran excesiva preocupación por el peso corporal y el aspecto físico.
“La comida se transforma en el tema central de la vida de la persona que padece [de trastornos alimentarios]. Es frecuente que se inicien en la adolescencia, relacionados con los cambios corporales ligados al desarrollo”, explicó la psicóloga.
Algunas de las conductas que se pueden observar en estas condiciones, destacó la experta, son miedo intenso a ganar peso, dejar de comer para bajar de peso, llevar o cabo conductas para eliminar la comida, hacer ejercicio excesivo para bajar de peso, comer grandes cantidades de comida de forma descontrolada y tener intensas preocupaciones sobre el peso y/o la figura.
“Es por ello que muchas veces este tipo de enfermedades condiciona la vida mucho más allá del tema alimenticio, como es tener conductas de evitar reuniones sociales o invitaciones”, sostuvo.
¿Sano comer demasiado saludable?
Si bien la alimentación sana es recomendada por múltiples nutricionistas alrededor del mundo, Pollmann alertó que hay pacientes que se aferran a ese estilo de vida para ocultar sus trastornos alimenticios.
Expertos en salud reconocen este tipo de tendencias como ortorexia, que a la larga puede desembocar en una condición de mayor preocupación.
“La ortorexia consiste en una obsesión por comer sano que llega a niveles patológicos y que empieza por un intento de mejorar la alimentación, para derivar en la presencia de prohibiciones alimentarias y obsesiones respecto a lo que se puede comer, importando más la calidad de la comida que el placer de consumirla. Por ejemplo, se descarta comer grasa animal, harinas blancas, hidratos de carbono, etcétera, lo que puede desembocar en problemas nutricionales”, señaló la psicóloga.
No obstante, Pollmann aclaró que esto no significa que todas las personas que hacen dieta desarrollen un trastorno alimenticio. Sin embargo, advirtió que sí lo pueden hacer aquellas que presentan un conjunto de factores predisponentes, entre ellos, factores psicológicos como baja autoestima, inseguridad, perfeccionismo y, tendencia a autoexigirse o criticarse, factores biológicos como la predisposición genética o susceptibilidad biológica —que es un punto débil en los centros que gobiernan el hambre y la saciedad— y factores sociales y culturales, como susceptibilidad a mensajes de los medios de comunicación en los que se presenta la delgadez como un valor de éxito, belleza y felicidad, lo que se traspasa muchas veces al plano familiar y social.
La clave es la prevención
Ante todos estos escenarios, la experta mencionó que el tratamiento oportuno de los trastornos de conducta alimentaria es fundamental, ya que estudios señalan que un 60% de los casos mejora si es tratado en la fase inicial.
En este punto, la psicóloga ofreció varias recomendaciones para prevenir estas condiciones:
- No catalogar los alimentos como buenos y malos, y menos como que engordan o no.
- Poner el foco en consumir cantidades adecuadas y aprender a comer de todo.
- Evitar hacer dietas extremas sin consultar o especialista.
- Alimentarse sanamente y eventualmente acudir a un nutricionista para obtener pautas sobre una alimentación sana, variada, que contenga todos los nutrientes que el cuerpo necesita y en las cantidades requeridas, lo que permite mantener un peso estable.
- Alimentarse a horarios regulares.
- Evitar utilizar la comida como estrategia de regulación emocional. Si ese es el caso, es recomendable comenzar a trabajar con un especialista (psicólogo, terapeuta) en este tema.
- Trabajar la autoestima para sentirse a gusto consigo mismo.
- Comer en familia, cara a cara y conversando tranquilamente sobre el día de cada uno, dejando de lado los celulares y la televisión. Generar una buena comunicación familiar.
- Aprender a hablar de lo que nos pasa. Compartir las emociones con personas cercanas.
- Desarrollar diversos intereses y actividades, tanto recreativas como culturales, deportivas, artísticas, etcétera.