Este artículo contiene elementos alusivos a la película “Guardians of the Galaxy”, la más reciente entrega de Marvel Studios, y puede contener “spoilers”.
En menos de dos semanas, Guardians of the Galaxy ha logrado impresionar a los críticos y a la audiencia, a juzgar por el rating de 92% en Rotten Tomatoes y los $94.3 millones que Box Office Mojo informó como el recaudo en su primer fin de semana.
Sea por una buena campaña de publicidad o por adaptar un cómic que no es tan popularmente reconocido como otros asociados con la marca de Marvel, lo cierto es que la jugada funcionó y se une al repertorio de películas que Marvel Studios ha producido desde el 2008, con la intención de que todas se conecten en el mismo universo eventualmente.
Sin embargo, creo que hay otra razón por la que Guardians ha logrado tener tanto impacto: sus personajes centrales, Peter “Star-Lord” Quill, Gamora, Rocket Raccoon, Groot y Drax the Destroyer, no son los Avengers y tampoco aspiran a serlo.
Keith Phipps de The Dissolve expone en su artículo que Guardians es notable porque no es una película de superhéroes, al menos en lo que tradicionalmente se asocia al canon de Marvel. Mientras que los Avengers pertenecen a posiciones respetadas y son admirados por salvar la Tierra, los “Guardianes de la Galaxia”, como sarcásticamente los denomina el villano Ronan, son un grupo marginado debido a los crímenes que cada uno ha cometido, y se les considera todo lo que nadie debe aspirar a ser.
Del mismo modo, la falta de súperpoderes hace que el equipo en Guardians sientan poca confianza en sus habilidades para salvar el planeta Xandar. Según la doctora Andrea Letamendi en su artículo publicado en Comics Alliance, la película no tiene la tradicional exposición de poderes fantásticos y asombrosos (solo Groot tiene habilidades especiales, por ser un árbol humanoide) que se ven claramente en The Avengers, y hasta ellos mismos se catalogan como perdedores en lugar de héroes.
Finalmente, los Guardianes tienen razones personales, casi egoístas, para luchar: Star-Lord, Rocket y Groot buscan la compensación económica que ofrece La Piedra Infinita, mientras que Gamora y Drax son impulsados por venganza contra Ronan. Poco les interesa salvar la Galaxia “por el bien común”, al menos en un principio.
Ahora, con todo este contexto elaborado, ¿por qué simpatizarse con un grupo de bandidos que, en la superficie, no poseen cualidades redimibles?
Simplemente, Guardians ofrece personajes impulsivos, que despligean humanamente sus emociones, algo que rara la vez se ve en películas de superhéroes, de acuerdo con Letamendi. El hecho de que reconocen sus fallas en lugar de esconderlas les da profundidad, y más cuando no logran deshacerse de ellas por completo. Por esto, la audiencia puede identificarse y hasta verse reflejados en los Guardianes.
Además, el que no posean súperpoderes y tengan que ingeniárselas para derrotar a un villano con todo el poder de la Galaxia en sus manos, hace que se conviertan en los underdogs y, como la fórmula de las películas de deportes, el público siempre quiere ver a los desventajados salir victoriosos.
Por otro lado, los Guardianes, en este sentido, se asemejan a Natasha Romanoff/Black Widow y Clint Barton/Hawkeye de The Avengers, dos humanos sin poderes especiales pero con mucha destreza física, que asisten a los Avengers en salvar al mundo y, muchas veces, terminan siendo el foco de atención aun con la falta de habilidades extraordinarias que sus aliados tienen como una ventaja.
Al desviarse de la fórmula que ha caracterizado la oferta de Marvel Studios en los últimos seis años, Guardians of the Galaxy otorga un respiro a las muestras de grandeza de los superhéroes usuales. En un mercado cinematográfico saturado por este género, es entretenido ver a cinco seres que prefieren denominarse “los idiotas más grandes de la Galaxia”.